Museo de la Revolución Mexicana en Puebla; así es la casa de los hermanos Serdán
La casona de la familia Serdán Alatriste fue cuna del movimiento armado que inició el 18 de noviembre de 1910.
En la avenida 6 Oriente número 206 del Centro Histórico de Puebla, se ubica la casona de los hermanos Serdán, la cuna de la Revolución Mexicana.
El inmueble forma parte del movimiento armado más importante del siglo XX, y es testigo mudo la hazaña que inició la familia Serdán Alatriste el 18 de noviembre de 1910.
En cada rincón de la propiedad existen cuadros, esculturas y algunas pertenencias de los héroes poblanos que con su lucha marcaron el inicio de una nueva era para México, tanto en la democracia como en la justicia social.
¿Cuál fue la participación de los Hermanos Serdán?
De acuerdo con los anaqueles de la historia, los hermanos Aquiles, Máximo y Carmen Serdán, principalmente, se prepararon para la lucha a la que convocaba Francisco l. Madero en el Plan de San Luis, la cual estallaría el 20 de noviembre de ese mismo año; los hermanos estaban afiliados al Partido Antirreeleccionista, cuyo principal objetivo era producir un cambio en la presidencia del país, encabezada por Porfirio Díaz. No obstante, el 18 de noviembre, dos días antes del estallido de la Revolución, se presentó el jefe de la policía de Puebla y exigió pasar para revisar la casa, así lo narró en entrevista Domingo Castillo, director General del Museo de la Revolución Mexicana (Casa de los Hermanos Serdán).
El especialista explicó que los elementos policiales buscaban a Aquiles Serdán, pero “por varios días, él se oculta en casa de sus hermanos, y un 16 de noviembre le notifican que buscarán catear la vivienda para arrestarlo”.
“Se ordena por parte de la policía un cateo sabiendo que él es el líder de la rebelión en Puebla. Se ordena un cateo para el 18 de noviembre, él es avisado de que van a venir a hacer el cateo, pero realmente lo que quieren es detenerlo y convoca a varios de sus simpatizantes a defender la casa”.
Domingo Castillo comentó que la noche del 17 de noviembre de 1910, con pocas armas, los hermanos y simpatizantes rodearon el techo de la casa y prepararon la defensa de la misma. A las 8 de la mañana del día siguiente llegó la policía e inició un enfrentamiento armado en el que perecen la mayoría de los simpatizantes y Máximo Serdán.
“Al verlo todo perdido, Aquiles Serdán es convencido por sus familiares de ocultarse; sin embargo, a las 2 de la mañana del 19 de noviembre es hallado y es asesinado por los elementos de seguridad”.
El director del museo mencionó que fallecieron 14 personas en aquella batalla y los policías detuvieron a las tres mujeres que se encontraban dentro: Carmen Alatriste, mamá de los hermanos Serdán; Carmen Serdán, quien se encontraba herida de bala; y Filomena del Valle, esposa de Aquiles Serdán. Las mujeres fueron liberadas hasta la renuncia de Porfirio Díaz.
“Después de aquella batalla, la vivienda quedó a resguardo de las autoridades de aquel entonces, sin embargo, Natalia Serdán se fue a juicio para recuperarla, ganó y por años rentó algunos de los departamentos con los que cuenta el inmueble”, indicó.
De cuna de la revolución a museo
En 1938 murió Natalia Serdán y en 1959 sus herederos pusieron a la venta la casa de la batalla. El gobierno del presidente Adolfo López Mateos la adquirió y la destinó como museo, función que actualmente cumple. En el sitio, en la planta baja se distribuyen las recreaciones de los espacios habitacionales de la casa, tales como la zapatería, el despacho, el comedor, la sala y el área de recámaras.
En la habitación que ocupaba Aquiles Serdán como su recámara hoy se erige la denominada Sala del Sacrificio, espacio en el cual se recrea el escondite subterráneo donde permaneció desde la tarde del 18 y la madrugada del 19 de noviembre, cuando al salir es ultimado por la policía.
En este espacio también se encuentran los restos de tres de los hermanos: Aquiles, Máximo y Carmen. Natalia Serdán falleció en la Ciudad de México, cuyos restos aún no han sido trasladados a Puebla, sin embargo, se trabaja en la posibilidad traerlos para ubicarlos junto con sus hermanos.
De esta manera, cada espacio busca trasladar al visitante a dicha época, por lo que uno de los accesorios más significativos es el espejo baleado, el cual se ha conservado como muestra de aquella lucha revolucionaria y de la violencia de la que fueron víctimas los empleados.
En palabras de Domingo Castillo, el inmueble es testigo del inicio de la lucha armada “con una familia común, de oficio zapateros, vecinos del centro, que en algún momento decidieron hacer algo por el futuro de sus familias y del futuro de nuestro país”.
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