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“Soñaba con ser doctor y cuidar de su abuela", así era Eric Andrade, el pasante de medicina asesinado en Durango

En la memoria de quienes lo conocieron, la vivacidad era su mayor rasgo. Buen sentido del humor y juguetón.

Gilberto Lastra Guerrero y Aldo Flores Espinosa Durango, Durango. /

Un lamentable hecho estremeció los corazones del gremio médico en la entidad, ya que el pasante de medicina Eric Andrade, quien prestaba sus servicios en la clínica integra de El Salto, fue asesinado a sangre fría sin que nadie pudiera hacer algo al respecto. El día de hoy, su familia, lo recuerda con melancolía tras haber sido uno hermano e hijo ejemplar.

Hortensia Ávila sonrió al recordar que su nieto, Eric, era leal a los amigos y su misión como galeno en Durango. Narró cuando su pequeña motocicleta de cuatro ruedas no funcionaba, y al sacar la de “puchón” funcionaría. Justo en ese momento, al arrancar, ella brincó en la parte trasera como acordaron. Eso sucedió cuando Eric apenas tenía ocho años de edad.


“Tenía él una cuatrimoto y no quería trabajar y me dice: ‘Abuelita, púchele a ver si arranca. Cuando ya arranque, usted se sube’. Y así lo hicimos en la cuatrimoto”, comentó la señora Hortensia.

El sueño de Eric siempre fue ser doctor como sus demás parientes y cuidar a su abuela, pero a quince días de liberar su servicio social, lo asesinaron.

Su hermana menor, Shugey, narra cómo Erik, durante su carrera como estudiante, se vio obligado a acudir al municipio del Salto Pueblo Dgo., debido al sorteo que realiza la facultad de medicina y, lamentablemente, a tan solo dos semanas de culminar su servicio, este perecería realizando una de las cosas que más le gustaba en la vida, ayudar a los demás.

Acompañado diariamente, por sus compañeros de trabajo, el joven duranguense se trasladaba al municipio a bordo de una camioneta, la cual, partía del hospital del niño y emprendía un viaje aproximadamente una hora y media, tiempo en el que Erik se encargaba de robar una sonrisa a sus acompañantes.

“Erik era muy extrovertido, era muy amable, muy carismático, realmente él podía sacarle una sonrisa a quien sea, él podía platicar con cualquier persona y robarle una sonrisa... a él, realmente le gustaba mucho disfrutar de la vida, él tuvo una buena vida y le gustaba mucho la música de banda” destacó Shugey Andrade.

Sin embargo, Erik también sabia disfrutar de la buena música, ya que como hermana los describe, el mismo, solía acompañarse de algunos integrantes de un conjunto musical de banda local, con el cual, hacía amenos sus momentos de recreación y diversión, pese a que el baile no era lo suyo.


Por último, Shugey describe como su memoria siempre lo recordará como el mejor hermano que la vida le supo brindar y que este lamentable hecho será el antecedente para que este tipo de prácticas sean erradicadas en la academia.

La comunidad que Eric atendía se encontraba a 40 minutos de El Salto, mensajeaba a Mar Menchaca, su amiga y compañera de generación. No había señales de alerta hasta ese momento. Los lugareños lo trasladaban de “rait” desde la comunidad, asegura.

Andrade tenía un sueño, le contó a Mar Menchaca, en una plática poco casual, pero que era importante para él: crear no solamente su fuente de trabajo, sino también de sus compañeros.


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