¡El que busca encuentra! Conoce los tesoros que esconde el tianguis de antigüedades de La Lagunilla
El tianguis de La Lagunilla se ubica sobre Paseo de la Reforma, entre Ignacio Allende y Matamoros.
En la Ciudad de México no existe un lugar más grande en donde se juntan el pasado, la vida cotidiana, el arte y la nostalgia como el tianguis de antigüedades de La Lagunilla, en el corazón de la capital del país.
Entre los puestos de ese mercado ambulante, pueden estar ocultos tesoros a la vista, a veces a ras del suelo y otras sobre las mesas que haces las veces de mostrador.
Lugar donde se mezcla en un caos armonioso, una lámpara, una estola, un juego de cubiertos de plata incompleto y un radio de los años 40 o la base de hierro de una máquina de coser.
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También se pueden encontrar añejos retratos familiares y hasta arte sacro, dañado por el calor de las veladoras que en el pasado clamaban por milagros en los altares particulares.
El paso de los visitantes y quizá futuros compradores es pausado, nada que ver el andar apurado de la gente que visita los otros mil 300 tianguis que hay en la Ciudad de México.
Cada puesto tiene su historia, protagonizada por los amantes del pasado, que domingo a domingo se instalan en el tianguis, el puesto de Miguel Uribe tiene cientos de monedas y billetes antiguos, una verdadera fortuna.
“Es la historia, porque a través de las monedas se conoce la historia de México, de un país, porque cada moneda tiene una razón de la cual porque salió y los billetes también” señaló el numismático.
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Para Jesús, su tesoro es el saber y al venderlo logra mantenerse. "Para mí los libros, me gusta tenerlos, buscarlos, leerlos y por añadidura te dan de comer" dijo el librero frente a su tendido afuera de una tienda de autoservicio.
Casa Domingo Don Miguel Ángel, lleva 30 años poniéndose, y platicó para TELEDIARIO la historia de cómo fue que inició en la compra y venta de antigüedades.
"Yo me dedicaba a la joyería, yo no sabía ni qué vender y acostumbraba a tener mesas en la sala llenas de cositas, ceniceros y todo, guardé todo en cajas, así empecé yo aquí" dijo Miguel Ángel Bautista, un anticuario.
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Se pensaría que los vendedores del tianguis de antigüedades es gente mayor, sin embargo, son las nuevas generaciones las que perpetúan la venta de estos artículos. Como el caso de Giovanni y Omar quienes heredaron con orgullo el negocio familiar.
“El negocio empezó con mi papa que hace como 20, 25 años comenzó con este giro, yo lo acompañaba a comprar cosas como a los 5 o 7 años y ya, me gusto y aquí seguimos” comentó el anticuario.
Para estos anticuarios, lanzarse a la cacería de sus productos es lo que los vitañiza. Como el caso de Miguel Ángel Bautista, quien asegura que lo que más le gusta es andar buscando las cosas y comprarlas, "luego por ejemplo, cuando nos hablan de alguna casa, va uno y desde que entra uno, cuando son casas antiguas, viejas, es muy bonito".
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En el tianguis de La Lagunilla, ubicado sobre Paseo de la Reforma, entre Ignacio Allende y Matamoros, los oficios que podrían describirse como casi extintos, allí encuentran un escaparate para las nuevas generaciones.
“Soy orfebre, me gusta mucho trabajar el latón, el bronce, yo vengo de fundición. Hago sobre diseño algunas cosas, invento, creo, somos de los pocos, jacto, que somos los que ya trabajamos este tipo de arte, de trabajo, porque ya no cualquiera se dedica a hacer estos trabajos” apuntó Héctor
La mirada escrutadora de los nativos y turistas prácticamente husmea entre los puestos en la búsqueda de ese tesoro oculto o simplemente ese artículo de decoración, como Casa Domingo desde hace más de medio siglo. Si no quiere comprar, no importa, vale la pena, cada puesto es como un museo itinerante.
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