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El callejón de los enamorados conoce esta triste leyenda de San Miguel el Alto

Se cree que esta silueta pertenece a la joven, quien todavía acude al lugar con la esperanza de ver a su amado.

Redacción San Miguel el Alto, Jalisco /

Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo en el municipio de San Miguel el Alto en Jalisco, existieron dos jóvenes, Rosa y Roberto que desde el primer momento que se vieron, se enamoraron, pero que, por ideología y distinción de clases sociales, les fue imposible vivir su amor.

Rosa era hija de un rico hacendado, la gente dice que era muy hermosa, y ‘encantaba’ a cualquiera que la veía. Era inteligente, de finos modales, soñadora y de nobles sentimientos.

Roberto era un joven humilde, alto de estatura, espalda ancha y brazos fuertes. Era un chico tímido y trabajador, de buen corazón.

Todos los domingos, la gente del pueblo asistía a la iglesia más cercana para escuchar misa. Desde las personas más humildes y hasta los hacendados acudían allí. Uno de esos domingos, por azares del destino, Rosa y Roberto tropezaron sin querer y cuentan que desde ese momento sus corazones se unieron.

Los domingos al salir del templo estos jóvenes intercambiaban miradas, pues por cuestiones de posiciones sociales hablarse era casi imposible. Un día al terminar la celebración, el joven fingió chocar con Rosa y al momento de golpear el cuerpo de ésta, depositó una carta en el bolso de la joven con la esperanza de que la leyera.

Al domingo siguiente, la joven pidió a su nana, entregar la respuesta a Roberto, sin que su padre se diera cuenta. Así, durante los siguientes domingos los jóvenes intercambiaron cartas en las que expresaban lo que sentía el uno del otro. Pero esto no les fue suficiente, por lo que, en una ocasión, a través de la correspondencia acordaron verse.

La joven le comentó que, a espaldas de la hacienda de su padre, pasaba un callejón por el que sólo transitaban jóvenes de otros poblados que venían a ver a las chicas del pueblo y verse allí no sería peligroso para ellos, ya que era poca la gente que pasaba, además si alguien llegara a verlos, nadie los conocería.

En varias ocasiones se vieron y en cada encuentro se daban cuenta que estaban hechos el uno para el otro; se amaban y de eso no había duda. Así siguieron con sus encuentros secretos, hasta que un día la madre de Rosa descubrió las cartas que Roberto le mandaba a su hija, y le contó todo a su marido.

Ambos acordaron que no le dirían nada a Rosa pues no querían que se molestara con ellos, pero decidieron que mandarían asesinar al joven, porque no permitirían la relación de su hija con alguien de la clase de Roberto.

Sin embargo, Rosa nunca supo nada sobre ese acontecimiento, así que siguió acudiendo al callejón para encontrarse con Roberto. Iba todos los días, pero él jamás volvió y pensó que la había dejado de amar. Fue tal su tristeza que cayó en una profunda depresión, y poco a poco perdió el sentido por la vida, lo que ocasionó su muerte.

Dicen que ahora, cada vez que una persona pasa por ese callejón, siente una brisa fresca que viene acompañada de una silueta que al final desaparece, y se cree que esta silueta pertenece a la joven, quien todavía acude al lugar con la esperanza de ver a Roberto.

SCA

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