¿Ves sombras en la noche? Conoce la leyenda del Sacerdote sin Cabeza de Tonalá
Esta leyenda se remonta a la época de la Santa Inquisición.
Tonalá guarda una leyenda que es de las más ocultas en Jalisco, y se trata de un sacerdote que fue colgado en el centro del municipio, y que a medianoche aparece su silueta en las inmediaciones de la Parroquia de Santiago Apóstol, en donde está el arco y el campanario.
Era un sacerdote franciscano quien vivía para servir a Dios, quien al mismo tiempo era muy respetado por los feligreses y quienes lo conocían, sin embargo, también había algunos de sus enemigos que lo envidiaban, por lo que lo acusaron de tener pacto con el diablo.
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Entonces, durante una noche que el sacerdote estaba cenando, fue arrestado injustamente y trasladado a una de las prisiones de la Inquisición. Sin embargo, las autoridades de la iglesia no tenían pruebas para declararlo culpable, por lo que le aplicaron la tortura de trato de cuerda para que confesara.
El tormento de cuerda consistía en atar a un reo de las manos por detrás para colgarlo de una soga que pasaba por una garrucha, con la cual era levantado en alto y después lo dejaba caer de golpe sin que llegara al suelo.
Luego de la tortura, cuando el sacerdote estaba a metro y medio de altura, lo dejaron caer y lo levantaron de un calón, causándolo un gran dolor. Mientras que el padre juraba que era inocente, pero los inquisidores no creían, y le pusieron peso en sus pies para que el dolor fuera mayor, sin embargo el religioso se resistía.
Pero al final, el sacerdote no pudo más y se declaró culpable de todos los cargos que las personas envidiosas lo habían acusado, por lo que fue juzgado y condenado.
Durante la procesión, el sacerdote vestía con un gorro puntiagudo y un capote amarillo de lana que levaba estampada una cruz de San Andrés, rodeada de llamas para que la gente lo insultara y le aventara cosas. Sin embargo, algunas personas que lo respetaban mucho no asistieron y se quedaron en casa para no ver cómo era humillado.
Finalmente, el sacerdote fue ahorcado y decapitado, y la gente de Tonalá dice que las personas que caminan por el árbol en donde murió, ven a un padre sin cabeza oficiando la misa en latín. Y se rumora que del cuello del religioso brotan chorros de sangre.
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