Miel y Lily, perritas que se ganan la vida junto a su dueño con acrobacias en cruceros
Carlos Zúñiga fue deportado de Estados Unidos y se estableció en la zona Norte de Monterrey, donde comenzó su vida de cero junto a su esposa y dos mascotas que le obsequiaron.
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Miles de historias aseguran que el perro es el mejor amigo del hombre, y para muestra, el día a día de este hombre, que junto a sus cachorras Miel y Lily, se gana la vida en los cruceros.
Se trata de Carlos Zúñiga, un tampiqueño que tras haber estado 12 años en los Estados Unidos fue deportado y se estableció en la zona Norte de Monterrey, donde comenzó su vida de cero junto a su esposa y dos mascotas que le obsequiaron.
“Ya tengo aquí casi 3 años desde la pandemia que se acabó todo y no había nada que hacer. Antes que nada, yo soy payaso de oficio y mi mujer y yo nosotros malabareamos, nosotros venimos desde Nueva York nos mandaron para México y nosotros somos felices, aprendimos a malabarear y a vivir de la calle, yo no creía que se podía vivir de la calle, y digo a ahora que hago y se me queda viendo, qué hacemos aquí, pues no sé, pero hay que entrarle y así le hicimos”.
El tampiqueño llega en su moto a temprana hora al cruce de Aztlán y Azteca con Miel y Lily a bordo.
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Un banco y una escalera son los elementos que necesita para realizar su acto, eso sí, sin olvidar las salchichas para premiarlas cada que obedezcan una indicación.
Aunque muchos lo han tachado de explotación o maltrato animal, Carlos expresó que correr, brincar y realizar actividades al aire libre es el instinto natural de los perros. Además, de que solo lo hace una hora por la mañana y otra hora más a mediodía, cuando la línea 1 del metro da sombra sobre avenida Aztlán.
Miel se ha vuelto la sensación en el crucero, debido a que su nobleza y carisma es capaz de contagiar a quien sea.
mvls
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