¿No sabes qué decir? Te recomendamos poemas para este 10 de mayo
La poesía tiene esa cualidad de decir todo aquello que sentimos, en este caso un "te quiero mamá, gracias por todo".
El 10 de mayo está a unas horas, si eres de esas personas que no saben qué regalar o no sabe qué decir, aquí te dejamos unos poemas que le podrás dedicar a ese ser maravilloso que nos dio vida, nos enseñó a hablar, y que con su ternura y consejos nos cuidará siempre.
Hay muchas cosas que se pueden decir para agradecer cada gesto de cariño que las madres han tenido, pero nada hay que la poesía no exprese de forma bella, en este caso abrimos la selección con una reflexión sobre la herencia de la mano de Teresa de Calcuta.
Enseñarás a volar,
pero no volarán tu vuelo.
Enseñarás a soñar,
pero no soñarán tu sueño.
Enseñarás a vivir,
pero no vivirán tu vida.
Sin embargo…
en cada vuelo,
en cada vida,
en cada sueño,
perdurará siempre la huella
del camino enseñado.
No podemos hablar de poesía para la madre sin pensar en Gabriela Mistral quien encontró en la mujer una fuente de inspiración constante.
Caricias
Madre, madre, tú me besas,
pero yo te beso más,
y el enjambre de mis besos
no te deja ni mirar...
Si la abeja se entra al lirio,
no se siente su aletear.
Cuando escondes a tu hijito
ni se le oye respirar...
Yo te miro, yo te miro
sin cansarme de mirar,
y qué lindo niño veo
a tus ojos asomar...
El estanque copia todo
lo que tú mirando estás;
pero tú en las niñas tienes
a tu hijo y nada más.
Los ojitos que me diste
me los tengo de gastar
en seguirte por los valles,
por el cielo y por el mar
La sensación de infancia y el sentimiento de que uno ya está creciendo, ya no es lo que era, pero será lo que es, inunda muchas veces esos momentos en lo que se detiene uno para pensar en mamá.
Obrerito
Madre, cuando sea grande,
¡ay…, qué mozo el que tendrás!
Te levantaré en mis brazos,
como el zonda al herbazal.
O te acostaré en las parvas
o te cargaré hasta el mar
o te subiré las cuestas
o te dejaré al umbral.
¿Y qué casal ha de hacerte
tu niñito, tu titán,
y qué sombra tan amante
sus aleros van a dar?
Yo te regaré una huerta
y tu falda he de cansar
con las frutas y las frutas
que son mil y que son más.
O mejor te haré tapices
con la juncia de trenzar;
o mejor tendré un molino
que te hable haciendo el pan.
Cuenta, cuenta las ventanas
y las puertas del casal;
cuenta, cuenta maravillas
si las puedes tú contar...
Muchas veces no nos detenemos a observar la sonrisa de mamá, o aquellos momentos en los que te prepara un desayuno, no reparamos en la dulzura que involucra un ¿Cómo estás? Que nace del cariño incondicional.
Dulzura
Madrecita mía,
madrecita tierna,
déjame decirte
dulzuras extremas.
Es tuyo mi cuerpo
que juntaste en ramo;
deja revolverlo
sobre tu regazo.
Juega tú a ser hoja
y yo a ser rocío:
y en tus brazos locos
tenme suspendido.
Madrecita mía,
todito mi mundo,
déjame decirte
los cariños sumos.
Ángeles Mastretta, poeta que guarda en sus versos la experiencia, la imagen sonora de la vida, el sentimiento a posteriori de un cuerpo vivo.
En este poema nos enseña el paso del tiempo que deja marca, quizá en la piel, quizá en la mente, pero permanece presente, las arrugas de mamá son el mapa de una vida de amor.
Llega un día
en que el cuerpo, si duele, es evidencia.
Se pone a Dios en la mitad del aire.
A cada rato un gracias
cada mañana como inaugural.
Todo es lámpara y agua
árbol, manzana y flor
y mil rostros sonríen por debajo del rostro.
A eso se le llama
ocupar el lugar que corresponde
estar presente cuando se pasa lista
Corona de los padres son los hijos, pero la experiencia que tiene una mamá con sus hijas es inigualable, palabras que tendrán un profundo eco en el sentimiento.
La menor
La menor de mis hijas tiene esqueleto de ángel
y una mirada de atestiguarlo todo
(me creé como una vasta cicatriz.)
Le sigue una que tiene mi respuesta
con su séptimo día para los escondites.
La mayor es misterio de esa trinidad.
Retiro los vendajes y tirito.
Arena soy.
Madre de mil abrazos
que no sanan.
Y, por último, el recuerdo de esas madres que ya no están de forma física con nosotros, pero su recuerdo pictórico, su foto, su imagen en nuestra mente nos deja decir con ternura “gracias mamita, te extraño”.
Tu nombre en un cuadro
Acabo de mirar tu nombre sobre el cuadro
y oí la levedad:
eso que se hace a espaldas
de lo que dicen vida
te llamabas dos siglos
solicitud del mar
seis veces la gaviota
que nos hizo caer
la consagrada
la viuda por más de medio siglo
la eterna por efímera
mi madre.
PALA
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