La pasión por la F1 no se apaga
A pesar de cumplirse el tercer año consecutivo de la celebración del Gran Premio de México, la alegría por recibirlo no ha disminuido.
La fiesta que resulta cada año el Gran Premio de México no ha perdido ni un poco de pasión. La gente sigue celebrando todo lo relacionado con la Fórmula Uno y provoca que se trate de la carrera más especial para equipos y pilotos.
Desde temprano, el Metro se llenó de entusiastas aficionados de todos los equipos, aunque destacaban Mercedes y Ferrari, seguidos de cerca por los de Red Bull, Force India y McLaren; las calles aledañas al Autódromo Hermanos Rodríguez lucieron saturadas, a pesar de no haber estacionamientos en el recinto.
La entrada transcurrió con tranquilidad, hubo revisiones y después comenzó la fiesta. Con la zona de comida, en donde lo más popular eran las pizzas personales de 120 pesos, o la orden de tacos. Los lugares para comprar mercancía oficial de la máxima categoría también estaban llenos y se mantenía la pelea para saber qué equipo es más popular, si Ferrari o Mercedes.
Pero si afuera del Autódromo la afición se dividía, adentro tenía un solo héroe al que se entregó con pasión: el mexicano Sergio Pérez, el piloto de Force India apenas pudo caminar por el paddock y encabezó el habitual desfile de pilotos.
Checo se bajó del auto para lanzar gorras y reconoció: ‘Tengo ganas de llorar de la emoción’, el resto de la parrilla pareció disfrutarlo la misma forma, Daniel Ricciardo (Red Bull), Carlos Sainz (Renault) y Felipe Massa (Williams) utilizaron sombreros, mientras que Fernando Alonso (McLaren) levantó una pequeña bandera de México.
Los marshalls dieron su propio espectáculo, con bailes y banderas tricolores. A la entrada al Foro Sol se escuchó la primera gran ovación, fue para Lewis Hamilton, de Mercedes, quien puede coronarse en el país y gritó: ‘Viva México‘, en español, mientras grababa con su teléfono celular.
Lo siguió Sebastian Vettel y entonces sí pareció haber una ventaja para Ferrari, porque los aplausos lo acompañaron hasta que abandonó el recinto.
Los franceses Pierre Gasly (Toro Rosso) y Romain Grosjean (Haas) también utilizaron sombreros mexicanos, pero el inmueble rugió cuando Sergio Pérez entró al Foro Sol; al grito de ‘Checo, Checo’, el ídolo local se bajó del auto del desfile para regalar más gorras, saludó y se llevó la mano al pecho.
Tras los pilotos y la algarabía apareció el desfile de las Calaveras, que el sábado recorrió el centro de la capital y que paseó por el Hermanos Rodríguez.
La pasión por la Fórmula Uno estaba al máximo en la Ciudad de México, y la carrera ni siquiera había comenzado.
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