Maradona celebra su cumpleaños 59 entre la luz y la sombra
Diego cumple otro aniversario, una vida en la que ha estado inmerso en polémicas tanto dentro como fuera del campo
ESPECIAL.- Hablar de Diego Armando Maradona es hablar de un personaje que no deja indiferente a nadie. Fue un futbolista prodigioso, pero también un ser humano que fue calificado como jinete del Apocalipsis. Diego polariza según la óptica desde la que se le mire.
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Para los argentinos es tomado como modelo de inspiración, de que saliendo desde el barrio se puede llegar a la gloria. Para otros muchos, es un manual de perdición y sus actos, una autopista sin peaje al infierno de los excesos, en los que se hace todo lo que moralmente no se debe hacer. Maradona es la luz y la oscuridad, encarnadas en un mismo cuerpo.
Irrumpió desde el pesebre de Villa Fiorito con Los Cebollitas. Debutó a los 15 años con Argentinos Juniors. Y su primer golpe emocional fue quedar fuera del Mundial de 1978, lo que aumentó su hambre.
Ganó el Mundial sub 20, y River Plate lo buscó, pero Maradona no jugó ahí por mera convicción, se había criado en la pobreza y no quería la plata de los Millonarios, sino cumplirle a su padre el sueño de verlo jugar en Boca, mera ideología. Con los Xeneixes conquistó su único título de su país en 1981.
Fue al Mundial de España 1982, pero no brilló y fue expulsado en el juego contra Brasil. Ese mismo año se mudó a Barcelona, donde sufrió la cacería de Andoni Goikoetxea. En el Barça no pudo brillar y los culés le buscaron una salida. Años en los que inició su relación con la droga.
Firmó con el Nápoles, una invitación para cambiar el estado natural de las cosas; en Italia dominaba el norte y el sur no existió hasta la llegada de Diego. En Nápoles fue un eclipse y se convirtió en el estandarte de Argentina en 1986. El Mundial de México fue su erupción.
ZNR
ESPECIAL.- Hablar de Diego Armando Maradona es hablar de un personaje que no deja indiferente a nadie. Fue un futbolista prodigioso, pero también un ser humano que fue calificado como jinete del Apocalipsis. Diego polariza según la óptica desde la que se le mire.
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Irrumpió desde el pesebre de Villa Fiorito con Los Cebollitas. Debutó a los 15 años con Argentinos Juniors. Y su primer golpe emocional fue quedar fuera del Mundial de 1978, lo que aumentó su hambre.
Ganó el Mundial sub 20, y River Plate lo buscó, pero Maradona no jugó ahí por mera convicción, se había criado en la pobreza y no quería la plata de los Millonarios, sino cumplirle a su padre el sueño de verlo jugar en Boca, mera ideología. Con los Xeneixes conquistó su único título de su país en 1981.
Fue al Mundial de España 1982, pero no brilló y fue expulsado en el juego contra Brasil. Ese mismo año se mudó a Barcelona, donde sufrió la cacería de Andoni Goikoetxea. En el Barça no pudo brillar y los culés le buscaron una salida. Años en los que inició su relación con la droga.
Firmó con el Nápoles, una invitación para cambiar el estado natural de las cosas; en Italia dominaba el norte y el sur no existió hasta la llegada de Diego. En Nápoles fue un eclipse y se convirtió en el estandarte de Argentina en 1986. El Mundial de México fue su erupción.
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