Tigres apaga la fiesta de la hinchada esmeralda.
La tristeza se apoderó de las tribunas y como en la canción icónica de José Alfredo Jiménez, los hinchas panzas verdes respetaron al Club vencedor
Cinco años de ausencia transcurrieron para que la ciudad donde "La vida no vale nada", pero el equipo de fútbol lo vale todo, tuviera la oportunidad de disputar el trofeo más valioso del futbol mexicano.
Dos horas antes del encuentro la ciudad empezó a temblar teniendo como epicentro el Estadio León, donde los aficionados empezaron a colorear las calles con tonalidades esmeraldas; camiones, banderas y cánticos se hicieron presentes con el objetivo de arropar al Club León.
El árbitro dió inicio al capítulo final y una bandera se desplegó en la puerta cinco con el escudo del cuadro local 7 veces campeón del Fútbol Mexicano.
Enseguida vinieron las bengalas y humos de color verde reflejo de la alegría panza verde por albergar una vez más una final.
Pasaban los minutos y a pesar de que León nunca encontró la manera de hacerse presente en el marcador, la afición nunca dejó sólo al equipo, ni siquiera después del pitido final que daba por ganador a Tigres, equipo que arruinó los festejos esmeraldas.
La tristeza se apoderó de las tribunas y como en la canción icónica de José Alfredo Jiménez, los hinchas panzas verdes respetaron al Club vencedor, mejor dicho reconocieron al nuevo Campeón del Futbol Mexicano.
Varios hinchas manifestaron no tener argumentos para recriminar el trabajo de Ambriz, luego de una temporada soñada.
Ahora sólo queda que el Club León se levanten de esta y vuelva a demostrar la calidad y el estilo de juego que enamoró a todo México.
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