Hace 20 años arriaban la bandera británica en Hong Kong: así está hoy la ex colonia
La pujante ciudad está divida entre la nostalgia por el pasado y la incertidumbre por el futuro.
Hace 20 años, la bandera británica era arriada en Hong Kong. Gran Bretaña se fue y dejó una ciudad pujante con libertades únicas comparadas con la China continental, como la de expresión, un sistema judicial independiente o una parte de sufragio universal en la elección de su gobierno. Pero en los últimos años varios incidentes han revelado la actitud de control de Beijing. Y esto ha partido las aguas entre los nostálgicos del pasado y la incertidumbre sobre el futuro. Muchos creen que en esta "región administrativamente especial" sus libertades están bajo amenaza.
La historia de los últimos 20 años de Hong Kong llena las conversaciones de sentimientos encontrados entre quienes han sido testigos de los cambios vividos en esta región administrativa poblada por siete millones de personas.
"Entender Hong Kong es complejo", dice Eva McDonald sobre una urbe que es un oasis financiero dentro de lo que era una de las economías más protegidas del mundo y donde se disfruta de muchas libertades dentro de uno de los países más autoritarios del planeta.
Nacida en Hong Kong pero con padres estadounidenses expatriados entre Europa y Asia, McDonald vivió la transición hongkonesa con 25 años y trabajando para una productora de televisión instalada en el distrito financiero de Central.
"Mis padres siempre vieron a Hong Kong como un lugar fácil para hacer dinero, para vivir, con unas prestaciones que casi ningún país del continente podría ofrecerte, ese es el Hong Kong con el que pasé el final de mi adolescencia", explica.
En esto coincide Juan José Morales, un escritor y empresario español que puso por primera vez pie en Hong Kong en 1995 y no se ha ido desde entonces, y para quien la cesión llegó en un momento de máxima ebullición para Hong Kong. "Había riqueza, sofisticación, era una ciudad vibrante, moderna", rememora.
Sin embargo la versión del Hong Kong actual suena en ambas voces más distorsionada.
"Sigue siendo un buen lugar, es seguro, hay una estabilidad global, pero vamos perdiendo bienestar y riqueza social, los precios de las viviendas, la falta de espacio, los costos de las cosas siguen un ritmo más acelerado que nuestros salarios y nuestras oportunidades de empleo", argumenta la estadounidense.
Para Morales, la incertidumbre se instaló en Hong Kong en 1989 con la masacre de Tiananmen: "había ansiedad, muchos hongkoneses huyeron por miedo a represalias y a que la ciudad pudiera heredar el patrón de control chino", una sensación de inquietud que a su juicio nunca se ha ido de la ciudad.
"Hong Kong se compara mal con lo que fue", resume Morales.
Los británicos dejaron un sistema judicial y educativo, una administración pública y un estado de derecho "bueno, que sustancialmente permanece hoy en día", señala en español con matices, al considerar que parte de ese engranaje ha venido "erosionándose" en estas dos décadas, sobre todo en los últimos años.
"Estamos fuertemente amenazados por una élite política y económica que amenaza seriamente nuestro estado de derecho y a la que debemos poner freno de forma inmediata si no queremos convertirnos en otra China", afirma con contundencia Albert Ho, un veterano ex parlamentario y conocido defensor de las libertades democráticas para Hong Kong.
Para Ho, es difícil separar la trayectoria de Hong Kong estos últimos años sin hacer reproches a China, quien acordó regir la ciudad bajo el principio "un país, dos sistemas", que le permite disfrutar a la ex colonia británica de cierta independencia durante un periodo de 50 años, que expirará en 2047.
Cuando terminen los 50 años de transición acordados con Gran Bretaña, se celebra un referéndum sobre la soberanía del territorio.
Según Joshua Wong, uno de los líderes de las manifestaciones prodemocráticas masivas que paralizaron Hong Kong durante semanas en 2014, el territorio está en un momento decisivo de su historia.
"El carácter único de Hong Kong y el estatuto político de mi ciudad están bajo amenaza", explica este estudiante de 20 años, secretario general del partido Demosisto.
Wong pide que en 2047, cuando terminen los 50 años de transición acordados con Gran Bretaña, se celebre un referéndum sobre la soberanía del territorio.
Desde las manifestaciones de 2014 -la llamada Revolución de los Paraguas, que no logró sus objetivos de democratización- se han multiplicado los llamamientos a la autodeterminación e incluso la independencia.
"Lo que queremos es que todo el mundo tenga derecho a decidir por referéndum el futuro de la ciudad", dice Wong.
"Si no frenamos al gigante chino no podremos hablar de Hong Kong como una ciudad independientes en los últimos años", advierte.
Pero lo que el futuro depara a Hong Kong es entendido desde distintos prismas.
"Hong Kong ha sabido reinventarse a lo largo de estos años y seguirá haciéndolo", según Morales, tras recordar episodios como la crisis financiera que vivió Asia en 1997, -desde entonces su PBI se ha multiplicado por 20-, o el brote del SARS (síndrome respiratorio agudo severo) que azotó Hong Kong en 2003 y dejó un reguero de 299 muertos en apenas dos semanas.
"Fueron momentos de pánico de los que salimos fortalecidos, creo que esa capacidad de levantarse ante las adversidades caracteriza a esta sociedad", proclama McDonald, si bien sigue utilizando la palabra "incertidumbre" para describir al Hong kong de los próximos años.
Según Regina Ip, ex ministra de Seguridad de Hong Kong y denostada por los demócratas, el sistema semiautónomo del territorio "aguanta bien".
"Si la democracia que piden implica una ruptura con Beijing, es un punto de salida inaceptable", afirma.
China propuso cambiar el sistema introduciendo el sufragio universal pero eligiendo primero a los candidatos, algo inaceptable para los prodemócratas de Hong Kong.
Esta reforma fue el detonante de la Revolución de los Paraguas, cuando miles de personas salieron a protestar a las calles.
Hong Kong también sufre importantes desigualdades económicas y está inmerso en una burbuja inmobiliaria, provocada en parte por las inversiones de China continental.
Para marcar los 20 años de salida británica, el presidente chino Xi Jinping viajó por primera vez este viernes en visita oficial a Hong Kong en una muestra de músculo militar de Beijing, y pasó pasó revista a las tropas estacionadas en la ex colonia.
Muchos activistas fueron detenidos por protestar contra la visita del presidente, lo que llevó a denuncias de "persecución" por parte del gobierno y "abuso de poder" de la policía.
"Los hongkoneses han perdido la esperanza", dice Nathan Law figura de las protestas de 2014. "Es un problema enorme".
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