Librería donde Ana Frank compró su diario sigue abierta tras más de 80 años
La tienda ubicada en una barrio residencial de Ámsterdam, Países Bajos recibe la visita de clientes locales e internacionales que buscan el misticismo provocado por la joven célebre escritora judía.
Durante la Segunda Guerra Mundial, en medio del expansionismo nacionalista alemán y la persecución a los judíos, una niña llamada Ana Frank recibió en su cumpleaños número 13 un diario por parte de sus padres Otto y Edith.
Aquel diario era un cuaderno con pasta dura forrado de tela con un diseño de cuadrículas en color rojo y blanco, con un broche metálico que sellaba y aseguraba el contenido de sus páginas.
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En él, Ana Frank escribiría por primera vez con la necesidad de desahogar sus sentimientos condicionados por la ebullición de la guerra, el autoexilio de Alemania, y el encierro del cual eran parte en Países Bajos.
"Espero poder confiártelo todo, ya que nunca he podido confiar en nadie, y espero que seas una gran fuente de consuelo y apoyo”, inmortalizó por primera vez la joven judía en las primeras páginas de su diario.
En el diario, la joven narra sus vivencias de casi dos años y medio ocultándose de los nacionalistas alemanes junto con su familia en una casa propiedad de Jan y Miep Gies, en Ámsterdam, Países Bajos, antes de que fueran descubiertos y enviados a campos de concentración.
Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, Otto Frank, el padre de Ana, y único sobreviviente de la familia, pudo recuperar las memorias de su hija y decidió publicarlas como un libro originalmente titulado “La casa de atrás”.
Para el año 2019, el rebautizado como “El Diario de Ana Frank”, había vendido más de 35 millones de copias en todo el mundo, siendo traducido a 70 idiomas, entre ellos el español, inglés, francés, italiano, entre otros.
A más de 80 años de que los papás de Ana le regalarán el mítico diario, la librería donde Otto y Edith compraron el cuaderno sigue abierta en Amsterdam, Países Bajos, y donde, por supuesto, su propietario, Gert-Jan Jimmink, guarda y recuerda con gran valor la memoria de la joven escritora judía.
La librería se llama Boekhandel Jimmink BV, por su denominación en neerlandés, y se encuentra en el número 62 de la calle Rooseveltlaan, en el barrio de Rivierenbuurt, en una zona residencial del centro-sur de Ámsterdam, a unos tres kilómetros de la famosa Plaza de los Museos de la capital de Países Bajos.
Al llegar al sitio, Telediario encuentró una serie de postales, fotografías de la ciudad y un par de aparadores que muestran títulos en neerlandés e inglés, entre ellos, por supuesto, el Diario de Ana Frank.
Cuando te dispones a ingresar a la librería, observas un ambiente acogedor, con libros en estanterías, bien organizados, pero también otras tantas ofertas apiladas esperando ser descubiertas por un voraz lector.
De manera curiosa, entre las ofertas de la librería, se encuentra la afamada obra “Como agua para chocolate”, de la escritora mexicana Laura Esquivel, traducida al neerlandés.
Gert-Jan Jimmink, propietario de la tienda e historiador, atiende a los clientes junto con su esposa, aunque en el sitio trabajan otros siete empleados. Un descendiente lejano de Jimmink ya vendía libros desde el año de 1779 y estaba registrado en el Gremio de Vendedores de Libros y Consumidores de los Países Bajos, lo que eventualmente lo acercó a dicho mundo de las letras.
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En 1972, el ahora propietario de la librería fundó una editorial que posteriormente trasladó a la tienda de la calle Rooseveltlaan, continuando con sus actividades en beneficio de los espacios culturales y literarios.
Los anfitriones del lugar atienden a los turistas extranjeros en un perfecto inglés, sugiriendo algunos títulos con gran amabilidad, mientras charlan con sus clientes locales como amigos de toda la vida.
Al adentrarse en la librería, se puede apreciar un estante repleto de literatura sobre Ana Frank, los nacionalistas alemanes y el Holocausto, la mayoría de estos títulos en neerlandés o en inglés, aunque también en menor medida en otros idiomas.
En dicho estante, los clientes encuentran un recordatorio de que fue justo en esa tienda, donde el papá de Ana Frank, Otto, compró el diario para su pequeña escritora.
“Ana elige su regalo de cumpleaños con su padre en nuestra librería: un diario.
“Justo antes de esconderse, Ana comienza a escribir en el diario de cuadros rojos que recibe el 12 de junio de 1942, cuando cumple 13 años. Cuando este primer diario está lleno, continúa escribiendo en cuadernos”, se lee en un mensaje pegado en la estantería alusiva a la joven dentro de la tienda.
Venden edición especial del Diario de Ana Frank
El producto estrella que ofrecen los propietarios de la tienda es una edición especial del Diario de Ana Frank en el idioma inglés, el cual está titulado: “Ana Frank, el diario de una joven, edición definitiva”.
Este ejemplar es un libro de pasta dura en colores gris y azul, con la imagen de Ana Frank, y que incluye una cubierta/tapa que se asemeja a la portada del diario original de la joven, es decir, con material de tela y cuadrículas en color rojo y blanco.
De igual manera, se indica que el libro ha sido editado por Otto, el papá de Ana Frank y por la condecorada escritora alemana Mirjam Pressler, así como contiene una introducción de Buddy Elias, el primo de la escritora judía.
El propietario de la tienda, Gert-Jan, impulsó la llegada en 2005 de una estatua de Ana Frank a unos metros de la librería, en una plaza pública de la localidad, en donde cada 4 de mayo se hace una conmemoración silenciosa en honor a la joven.
Muchos residentes locales mencionan que la estatua en la plaza no es sólo un lugar de descanso, sino también un lugar para la reflexión.
De igual manera, Gert-Jan fue pieza fundamental para que la antigua casa de la familia Frank en el número 37 de la calle Merwedeplein, fuera conservada. Ahora, después de la reparación y restauración, es un lugar de residencia temporal para escritores extranjeros.
“Cuando se fijan tanto en mí, primero me pongo arisca, luego me pongo triste y, al final, termino volviendo mi corazón con el lado malo hacia afuera y el bueno hacia adentro, buscando siempre la manera de ser como de verdad me gustaría ser y como podría ser… si no hubiera otra gente en este mundo”, escribió Ana Frank como sus últimas palabras en el diario que se convirtió en parte clave de la historia de la humanidad.
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