Ecuador decreta toque de queda en sitios estratégicos
El toque de queda aplicará en los alrededores de instalaciones clave y de edificios de funciones del Estado entre las ocho de la noche y las cinco de la mañana.
QUITO.- El presidente ecuatoriano Lenín Moreno decretó el martes un toque de queda en algunos sitios estratégicos para el gobierno horas después de que miles de manifestantes indígenas irrumpieran en el edificio de la Asamblea al recrudecerse las protestas en Quito y otras zonas de la nación andina en rechazo al alza de los precios de los combustibles
El toque de queda aplicará en los alrededores de instalaciones clave y de edificios de funciones del Estado entre las ocho de la noche y las cinco de la mañana mientras dure el estado de excepción vigente.
El ministro de Defensa, Oswaldo Jarrín, aclaró que el toque de queda también protege puertos, aeropuertos, refinerías, puntos de abastecimiento de agua, energía, antenas de telecomunicaciones, entre otros donde no podrá haber “circulación vehicular ni peatonal, no hay posibilidad de acceso a los alrededores”.
Poco antes, ecuatorianos furiosos lograron ingresar al edificio --donde no había funcionarios--, pero poco después fueron desalojados por los policías y militares con gas pimienta mientras una multitud se mantenía en los alrededores.
El presidente de la Asamblea, César Litardo, destacó después que “hemos manifestado de manera pública, de manera tajante, el rechazo a cualquier intento de utilizar el legítimo derecho ciudadano a reclamar por una acción que no está de acuerdo con el gobierno, pero fuera del vandalismo”. Añadió que los legisladores analizan llevar a otra ciudad las sesiones de ese organismo.
La ministra del Interior, María Paula Romo, confirmó que “tenemos que superar posiciones de intransigencia para poder encontrar una salida a este enfrentamiento, respecto de los movimientos sociales... respecto de las medidas económicas”. Precisó que los problemas más significativos están en la sierra centro, pero que hay bloqueo de vías en muchos lugares desde la provincia de Azuay hasta la provincia de Imbabura, casi en la totalidad de la zona andina.
El contralor general, Pablo Celi, horas antes, en presencia de Moreno, y acompañado por los titulares de las principales instituciones del Estado dieron su explícito respaldo al mandatario en una cadena nacional.
“Es necesario diferenciar el reclamo social pacífico, legítimo y garantizado por el mandato constitucional y el orden legal de las acciones conspirativas que pretenden instaurar un ambiente de caos en el país, con ataque violentos contra personas e instituciones, destrucción de bienes públicos y privados, y toma de edificios e instalaciones estatales”, dijo leyendo un documento consensuado por todos ellos.
Añadió que las reivindicaciones de los movimientos sociales no pueden ser utilizadas por “fuerzas ajenas empeñadas en destruir el orden democrático y revertir el proceso de reinstitucionalización y lucha contra la corrupción”, aunque llamó al diálogo tras advertir que investigarán, juzgarán y sancionarán a los responsables de los desmanes.
El país sudamericano de 17 millones de habitantes parecía estar en un punto muerto y de riesgo, paralizado por la falta de transporte público y carreteras bloqueadas que afectaban a una economía ya vulnerable.
La violencia, que comenzó la semana pasada cuando el presidente Lenin Moreno decidió recortar los subsidios a los precios del combustible, ha persistido durante días. Varios pozos petroleros dejaron de producir cerca de un tercio de la producción nacional de crudo, 560.000 barriles diarios porque los manifestantes atacaron las instalaciones, dijo el Ministerio de Energía.
Las autoridades confirmaron 19 heridos de diversa magnitud y 676 detenidos por obstaculizar el tránsito, suspender servicios públicos y agredir a la policía. En la capital los supermercados lucían con estantes vacíos o con pocos alimentos.
En medio de las protestas, el presidente Moreno trasladó la sede de gobierno a la ciudad portuaria de Guayaquil, donde ratificó que mantendrá el aumento del precio de los combustibles, rechazó los saqueos y ataques a propiedad privada, entidades estatales y fincas agrícolas protagonizadas por indígenas y manifestantes, aunque al mismo tiempo reiteró su invitación al diálogo a los dirigentes de las protestas.
Sin embargo, el presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas, Jaime Vargas, afirmó que no habrá diálogo mientras no se deroguen las medidas económicas y denunció la supuesta infiltración de personas en las protestas para “desacreditar” la lucha del movimiento indígena.
Moreno, junto con las más altas autoridades del Estado y su gabinete en Guayaquil, señaló el martes que “siento el respaldo de todas las instituciones y agradezco. No por conservar un puesto, lo he dicho, jamás en la vida claudico un principio y estoy seguro que todos los compañeros que estamos acá piensan exactamente lo mismo. Les agradezco por su defensa al sistema democrático”.
En la capital del país, las calles se volvieron un caos mientras transcurría la jornada, con manifestantes quemando neumáticos y enfrentándose a los agentes antidisturbios que intentaban repeler a los manifestantes con gases lacrimógenos.
La analista Grace Jaramillo, de la universidad British Columbia, en Vancouver, dijo a The Associated Press que el gobierno de Moreno “tenía la obligación, y no lo hizo, de generar consensos o al menos acuerdos mínimos con los sectores más vulnerables y las organizaciones que iban a ser afectadas por las medidas; el gobierno tiene toda la responsabilidad”.
De acuerdo con la experta, el traslado de la sede de gobierno es “una medida desesperada por salvar la presidencia de un posible golpe de Estado, ese es el miedo mayor, pero eso también explica la incapacidad del gobierno por resguardar el orden, para acercar posiciones y para detener el caos”.
Moreno acusó en la víspera al expresidente Rafael Correa (2007-2017) y al mandatario venezolano Nicolás Maduro de gestar un intento de golpe de Estado.
Este último, desde Caracas respondió el martes por la tarde y dijo que las acusaciones de golpismo endilgadas por su homólogo están “fuera de la realidad” porque al parecer cree que “yo muevo mi bigote y tumbo gobiernos”, se mofó.
Añadió que si Moreno quiere ver la realidad “eche para atrás ese paquete económico y dialogue con el pueblo de Ecuador, dialogue con los campesinos, con los obreros, con los indígenas”.
Desde Bélgica donde vive desde hace dos años, Correa respondió que “aquí no hay golpismo. Los conflictos en democracia se resuelven en las urnas y es precisamente lo que pedimos... adelantar elecciones en caso de grave conmoción social, como la que estamos viviendo”.
Correa tiene una orden de captura en Ecuador por presunto delito de corrupción del que le acusa la Fiscalía desde antes que estallaran las protestas.
El ministro de Telecomunicaciones, Andrés Michelena, señaló que "no queremos derramamiento de sangre, no queremos víctimas, no queremos vandalismo innecesario, si el movimiento indígena ha decidido estar en Quito, que lo haga en forma pacífica, el momento en que haya las condiciones necesarias... el presidente volverá a Quito".
La noche del lunes cientos de personas saquearon establecimientos comerciales de diverso tipo, desde farmacias hasta sitios de venta de electrodomésticos, en la población de Durán, cerca de Guayaquil, en medio de la ausencia de la fuerza pública.
El canciller José Valencia, en una reunión con corresponsales, informó que los representantes en Ecuador de las Naciones Unidas comunicaron su disposición “para propiciar un diálogo que permita encontrar acuerdos entre sectores sociales y el estado ecuatoriano”.
El ministerio de Energía dijo que la noche del lunes un grupo de personas tomaron las instalaciones de control del principal oleoducto del país y lo paralizaron por casi dos horas y media impidiendo el bombeo de 36.239 barriles de petróleo, lo que causó pérdidas por 1,7 millones de dólares y señaló que el hecho fue denunciado a la fiscalía como sabotaje.
mvls
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