El PT se moviliza por Lula, su líder histórico
Con una marcha, la formación izquierdista brasileña espera realizar una demostración de fuerza y apoyo tras la condena de 9 años y medio de prisión impuesta al ex presidente.
El ex presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva medirá el apoyo popular en movilizaciones convocadas por el Partido de los Trabajadores (PT) para defender a su líder, mayor baza electoral de 2018, condenado a casi diez años de cárcel por corrupción.
Muy activo tras dictarse la sentencia la semana pasada, el propio Lula (2003-2010) y su sucesora Dilma Rousseff (2011-2016) debían participar en la concentración prevista a las 17H00 locales (20H00 GMT) en Sao Paulo, anunció un diputado del PT en Twitter.
Con este acto en el corazón de la capital financiera del país, la formación izquierdista -que llamó junto a otros movimientos sociales a manifestarse "Con Lula por la democracia"-, espera realizar una demostración de fuerza, bajo el impulso de las declaraciones del ex mandatario.
"Nadie en este país en toda la historia sufrió la masacre diaria que sufro yo todos los días", afirmó Lula en un diálogo con periodistas transmitido por internet.
El líder de la izquierda latinoamericana fue condenado por el juez Sergio Moro a nueve años y medio de cárcel como propietario de un apartamento tríplex en el balneario de Guarujá (Sao Paulo), ofrecido por la constructora OAS a cambio de su influencia para obtener contratos en Petrobras.
Lula niega ser propietario del inmueble. El magistrado le autorizó en su decisión a esperar en libertad el fallo de su apelación, que de confirmarse podría impedirle presentar su candidatura en las presidenciales de octubre de 2018.
Enfrentados
Moro, a cargo de la primera instancia en la Operación Lava Jato que investiga sobornos en la petrolera estatal, ordenó además el miércoles el bloqueo de bienes bancarios y propiedades del ex presidente; y este jueves lo citó a declarar -probablemente por videoconferencia- el próximo 13 de septiembre en otra de las cinco causas abiertas en su contra.
Esa opción, que debe ser aceptada por la defensa, evitaría las tensiones de la primera confrontación directa entre los dos hombres que polarizan el país, el pasado 10 de mayo en Curitiba, cuando Lula denunció durante el interrogatorio una "farsa" judicial.
La crispación no ha descendido desde entonces y, apoyado en el arsenal de recursos de sus abogados y en su promesa de recorrer el Brasil para probar su inocencia, Lula se ha lanzado al contraataque.
"Operación Lava Jato, por favor, muestra al pueblo brasileño algo de veracidad. No están jugando con poca cosa. Están llevando el país a la destrucción", afirmó este jueves.
A pesar de que mantiene en forma el carisma que le convirtió en una estrella de la política internacional en la década pasada, Lula ya no es el presidente que dejó hace siete años el poder con más de un 80% de popularidad.
En este Brasil ahogado por la corrupción, que busca salir de la peor recesión de su historia y confrontado a una crisis política sin fin, el ex mandatario es el favorito en los sondeos, pero también quien suscita mayor rechazo entre los posibles candidatos: el salvador de los pobres para algunos o el líder de la red corrupta en Petrobras para otros.
Obsesión de volver
Aunque ni para Lula ni para el Partido de los Trabajadores parece haber dudas de quién es su mejor opción para recomponerse de la abrupta salida de Rousseff, destituida en 2016 por el Congreso bajo la acusación de manipular las ceuntas públicas.
El traumático impeachment cerró el ciclo de 13 años en el poder de la formación izquierdista, que sufrió una derrota histórica en las municipales de octubre.
Rousseff fue reemplazada por su vicepresidente, el conservador Michel Temer, con una popularidad de un dígito y el mandato amenazado por otras denuncias de corrupción.
"Tengo 71 años, me gustaría que hubiera un montón de gente nueva en el PT disputando [la candidatura de] 2018. Pero ocurre que los líderes políticos no crecen todos los días", afirmó durante un diálogo con periodistas transmitido en YouTube.
Dispuesto a demostrar que está en forma, Lula publicó esta semana un video en que se lo ve corriendo sobre una cinta o levantando pesas.
"Tengo la obsesión de volver", confesó este jueves. "Quiero volver para probar que es posible recuperar este país", añadió.
Su eventual camino de vuelta a Brasilia, sin embargo, debe pasar ineludiblemente por Porto Alegre, sede del tribunal de segunda instancia que decidirá si ratifica la primera condena y le saca de la carrera electoral, o si, por el contrario, le absuelve y le autoriza.
Tras conocer la decisión de Moro, Lula afirmó que no estaba dispuesto a tirar la toalla. La adhesión a las manifestaciones de este jueves puede ayudarle a ver de qué cartas dispone.
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