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Empresas y gobiernos unen fuerzas contra el cambio climático

Cuatro años después de la firma del Acuerdo de París, gobiernos y empresas deben de replantear las reglas de cómo comemos, vestimos, viajamos y trabajamos.

Editorial Telediario Nacional /

ESPECIAL.- A finales de 2014 escribí una historia para FT que, según mucha gente, era tonta. En ella sugerí que compañías petroleras como Shell y ExxonMobil “dejarían de existir en un plazo de 35 años”, bajo las medidas que se discutían en la Conferencia de la ONU sobre el Acuerdo Climático Global que se firmaría en París el año siguiente.  

Como única opción, los combustibles fósiles tendrían que eliminarse gradualmente para 2050, o solo usarlos si los países pudieran generar algo llamado cero emisiones netas de carbono.

En otras palabras, las emisiones tendrían que caer en picada a tal nivel que cualquiera que aún se bombee después de 2050, solo podría compensarse plantando bosques que absorban el dióxido de carbono.

En ese momento, al igual que ahora, el mundo obtenía más de 80 por ciento de su energía del petróleo, gas y carbón, los combustibles fósiles que han impulsado las economías de los países durante más de un siglo.

Un lector se burló: “Las probabilidades de que las conversaciones sobre el clima adopten el objetivo para 2050 de no utilizar combustibles fósiles, son cero”.

Tenía cierta razón. Doce meses después, cuando se logró el Acuerdo de París, incluía un objetivo de cero emisiones netas de carbono formulado de forma algo enrevesada. Pero solo era para algún momento de la segunda mitad de este siglo, no precisamente en 2050.

Hoy, menos de cuatro años después, los objetivos de cero emisiones se han multiplicado. Más de 60 países ya adoptaron dichos objetivos, o lo está discutiendo, ya que la preocupación política por el cambio climático ha disparado la agenda de los países ricos.

El año pasado, Greta Thunberg era una estudiante sueca desconocida, al igual que Alexandria Ocasio-Cortez. Ahora, son nombres conocidos.

Tal vez esto no debería de sorprender. Tan solo hace unas semanas, Venecia registró algunas de sus peores inundaciones en décadas; Australia fue golpeada por incendios forestales inusualmente feroces. Ese tipo de acontecimientos aumentan las advertencias de que el clima está empeorando.

“Es como si estuvieras dándole un golpe tras otro a una botella de catsup para sacar la salsa y, de repente, sale en una gran cantidad”, dice Mark Lewis, jefe de investigación de sustentabilidad de BNP Paribas Asset Management de Francia.

El cambio refleja algo que nadie puede ignorar: un nuevo conjunto de reglas sobre el cambio climático que altera cómo comemos, vestimos, viajamos y trabajamos.

El Dato. 150,000 mdd gastarán en promedio los consumidores ecológicos de EU en productos sustentables para 2021

Un cambio radical para salvar al planeta 

Cuando una teoría marginal entra en la corriente política principal, se atribuye a un cambio en la ventana de Overton, que describe cómo los políticos tienden a defender solo las políticas que se consideran aceptables de manera generalizada.

Los objetivos de cero emisiones netas de carbono se han vuelto claramente aceptables. ¿Pero los políticos entienden realmente la magnitud de los cambios para lograr dichos objetivos? Probablemente no, dice el profesor sir Ian Boyd dice que “el objetivo de cero emisiones netas de carbono se basa en deseos y esperanzas. No podemos detener la producción de gases de efecto invernadero sin rediseñar nuestra economía”.

Hasta ahora, los gobiernos de todo el mundo •y de hecho los bancos y otras empresas• han demostrado que saben cómo aumentar el abastecimiento de energía más limpia, como subsidios para la explotación de la energía solar o los bonos verdes. 

Pero pocos han abordado la tarea de reducir la demanda de combustibles fósiles. 

Por ejemplo, alrededor de 46 países trataron de frenar el uso de combustibles fósiles poniéndoles un precio a las emisiones de carbono. Pero el precio apenas llega a ser de 2 dólares por tonelada, lo cual no es suficiente para causar un impacto.

Consumidores más conscientes  

En 99 años, la aerolínea Qantas sobrevivió a la segunda guerra mundial, los atentados del 11 de septiembre y la crisis financiera de 2008. Pero este año, su director ejecutivo, Alan Joyce, advirtió sobre una amenaza totalmente diferente: las enormes preocupaciones sobre la ecología podrían acabar con la era de los viajes aéreos masivos, dijo.  

Pero las campañas civiles europeas que intentan “avergonzar a los pasajeros aéreos” y los planes del gobierno para encarecer los costos de los boletos de avión eran “pasos retrógrados” que podrían tener serias consecuencias. Tenía razón en estar preocupado. 

Durante muchos años los subsidios a los combustibles fósiles fueron objeto de atención pública. La compleja red de subsidios a la aviación ha recibido menos atención. Esta situación está cambiando muy rápido. Pero las aerolíneas no son las únicas compañías que fueron sorprendidas. 

El mes pasado, Karl-Johan Persson, director general del grupo H&M advirtió que los esfuerzos de los activistas para avergonzar a sus clientes podrían tener “terribles” consecuencias.

El crecimiento económico todavía es vital, dijo el ejecutivo.  Hasta el momento, no hay señales de una rebelión climática sería contra la moda; o contra los viajes en avión.

Las cifras anuales de pasajeros mundiales aumentaron 7 por ciento para llegar a 4,400 millones.

Todos somos flexivegetarianos

En 2018, el diccionario Collins nombró “de un solo uso” la palabra del año ya que los consumidores evitaban los popotes de plástico, botellas y bolsas.

El año que viene, bien podría ser “de origen vegetal”. Tomemos como ejemplo el estado de Georgia en EU.

En agosto, internet se llenó de fotos de largas filas frente a la tienda de KFC que vendía: nuggets de pollo de origen vegetal de Beyond Meat, la startup estadounidense cuyo valor de mercado alcanzó 12,000 millones de dólares (mdd).

El precio de las acciones de Beyond Meat bajó desde entonces. Pero las preocupaciones sobre el costo climático de la carne actual permanece.

Algunos analistas creen que los sustitutos de la carne van a representar 10 por ciento de la industria cárnica mundial de 1.4 millones de dólares durante la próxima década. No es de extrañar que los productores de carne, al igual que los directivos de las aerolíneas, se encuentren nerviosos.

Se pronostica que los compradores ecológicos en EU gastarán hasta 150,000 mdd en productos sustentables para 2021, un aumento de 14,000 mdd. Una buena noticia.

Una guerra comercial ecológica

Dos días después de las elecciones presidenciales en EU de 2016, me encontraba en Marrakech para una reunión de la ONU sobre el cambio climático.  

Acababan de descubrir que EU sería dirigido por un presidente que quería retirar al país del Acuerdo de París. El expresidente francés, Nicolas Sarkozy, dijo que si Donald Trump hacía esto, Europa debería imponer un impuesto al carbono sobre los bienes importados desde EU.

En teoría, gravar los bienes como una adopción de políticas contra el cambio climático protege las industrias nacionales del impacto de las políticas ecológicas.

En realidad, los impuestos fronterizos al carbono nunca se han implementado. Algunos críticos alegan que viola las regulaciones del comercio mundial. Pero ahora está de moda.

En julio pasado, Ursula von der Leyen prometió introducir un impuesto fronterizo al carbono si era elegida presidenta de la Comisión Europea, cargo al fue elegida. El precandidato presidencial de EU Joe Biden promete una medida similar.

Este año se vislumbra un futuro en el que el comercio se utiliza como arma climática: el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, envió al ejército a combatir los incendios de la Amazonia después de que la Unión Europea amenazó con rechazar un Acuerdo Comercial Sudamericano.

Disminuye el apoyo a los fósiles En septiembre, el New York Times puso fin a su patrocinio de la conferencia Oil & Money, una de las mayores reuniones de la industria petrolera.

“El tema de la conferencia nos causa preocupación”, dijo una vocera, y agregó que el periódico amplió su cobertura sobre el cambio climático y no quería “ni la más mínima apariencia de un conflicto de interés”.

Los activistas climáticos han estado presionando durante años a instituciones e inversionistas para que abandonen los combustibles fósiles. Pero las victorias han sido a expensas del carbón.

¿Qué pasaría si se presionara a los bancos para hacer lo mismo? En 2018, 33 bancos proporcionaron 654,000 mdd a 1,800 compañías de combustibles fósiles, según Rainforest Action Network. Fuera del ámbito de la banca comercial, hay señales de cambio.

El mes pasado el Banco Europeo de Inversiones tomó la sorprendente decisión de ponerle fin a cualquier nuevo financiamiento para proyectos tradicionales de combustibles fósiles a partir de finales de 2021.

Si alguna vez flaqueara el apoyo financiero a esta industria, implicaría un giro climático mucho más decisivo que cualquier cosa que hayamos visto a la fecha y sería potencialmente peligroso si provocara una fuga repentina de capitales. Eso destaca la mayor lección climática de 2019: ya no se puede evitar la disrupción.

 

 

 

 

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