La obscena riqueza del Sultán de Brunéi y sus 500 Rolls Royce

ESPECIAL. – Un pequeño país del sudoeste asiático tuvo alguna vez al hombre más rico del mundo, aunque sus extravagantes lujos no dejan de crecer e impresionar a la comunidad mundial.

Se trata de Muda Hassanal Bolkiah, el Sultan de Brunéi, quien tiene una de las dos monarquías musulmanas denominadas bajo ese mote que sobrevive al modernismo, siendo este una de las personalidades mayormente controversiales por su basta riqueza, pero más aun por las decisiones de su gobierno agrediendo los derechos humanos y la libertad de expresión.

Hassanal Bolkiah fue considerado por la revista Forbes durante décadas, como la persona con más riqueza en el planeta, sin embargo, la caída del petróleo y la baja en las reservas de gas de su país, lo marginaron del trono que ahora mismo ostenta Bill Gates.

A pesar de que Brunéi es considerado un país con índices de desarrollo humano altos, donde reina la paz, y los ciudadanos están felices con la idea de tener educación y salud de manera gratuita, además de no pagar impuestos, la nación con poco más de 400 mil pobladores sigue en el ojo de la opinión pública internacional debido a su polémico mandatario.

Y es que la ostentosa vida del Sultán es producto de 600 años de monarquía absolutista, donde la familia real tiene el control del Ministerio de Finanzas, y todos los órganos de la administración de la nación.

La fortuna de Muda Hassanal Bolkiah asciende a unos 20 mil millones de dólares, en los cuales se contemplan sus inversiones privadas como cadenas de hoteles de lujo en diferentes partes de Europa y los Estados Unidos, un palacio con arquitectura islámica que es considerado como la residencia más grande del mundo y un sinfín de autos de alta gama como Ferrari, Mercedes, Bugattis y otros.

El 3 de abril de 2019, Brunéi puso en vigor la versión más estricta de la sharia (ley islámica), que contempla castigos físicos como la pena de muerte para la apostasía; el encarcelamiento, la flagelación o inclusive la lapidación para quienes cometan adulterio o mantengan relaciones sexuales con personas de su mismo sexo; y la amputación de manos y/o pies para quienes realicen un robo.

Se trata de la segunda fase de la aplicación de esta ley, ya que en mayo de 2014 se empezó a aplicar la primera, que implantaba multas o penas de cárcel por tener hijos fuera del matrimonio, no cumplir con el rezo de los viernes, no respetar el Ramadán (el mes de ayuno musulmán) o difundir religiones distintas al islam.

Desde Naciones Unidas hasta organismos regionales y locales, pasando por organizaciones globales como Amnistía Internacional y Human Rights Watch, han advertido que el nuevo Código Penal de Brunei no sólo viola el derecho humanitario internacional al imponer castigos crueles, inhumanos y degradantes, “sino restringe de forma descarada la libertad de expresión, religión y creencias; y tipifica la discriminación contra mujeres y niñas, y grupos minoritarios”.

Esta promulgación rápidamente hizo eco en todas partes del planeta, por lo que personalidades como George Clooney y Ellen DeGeneres iniciaron un boicot a los hoteles del Sultán Hassanal Bolkiah a manera de protesta contra la medida.

“Vamos a financiar el asesinato de ciudadanos inocentes”, puso en tela de juicio Clooney en aquella ocasión, aunque reconoció que el boicot probablemente no iba a causar una presión financiera a estas cadenas, sino que más bien se tratara de algo simbólico.

Aproximadamente un mes después de haber establecido la Ley, el Sultán dio reversa a su decisión y dejó la polémica medida en una especie de suspensión, aparentemente por la presión internacional salida de todos los frentes.

Pese a este cruce de opiniones, la ciudadanía en Brunéi no cree que su nación sea peligrosa, ni que el Sultán represente una figura de autoridad ilegitima, abusiva o autoritaria.

“Conversamos en redes sociales con una mujer gay a la que llamaremos Sarah. Y conocimos a un hombre gay, que quiere ser llamado Dean, en las afueras de Brunéi, y hablamos con varias otras personas, algunas de ellas homosexuales.

“Ninguno de ellos cree que los castigos más severos incluidos en el nuevo código penal, como la muerte por lapidación, se vayan a cumplir”, señaló el periodista de la BBC, Jonathan Head, en el artículo; Brunéi: cómo es la vida en el silencioso y hermético sultanato, uno de los pocos países con monarquía absoluta en el mundo.

EL DETALLE DE LA RIQUEZA

El hombre ha disfrutado toda su vida del poder y privilegios de una monarquía absolutista, pero fue desde que su padre, Sir Haji Omar Ali Saifuddin abdicó el trono, que tuvo el mando de la nación en 1967.

En 1987, se completó el Palacio Istana Nurul Iman de 2 millones de pies cuadrados de construcción, y con un costo de 1.4 billones de dólares, mismo que ha disfrutado junto a sus tres esposas, cinco hijos y siete hijas.

Dicha mansión posee mil 788 habitaciones, 17 pisos, 257 baños, cinco albercas, 110 garajes para autos, una mesa de banquete para 5 mil invitados, 564 candelabros, 18 elevadores, 51 mil focos y una mezquita.

Muda Hassanal Bolkiah, solía pilotear su antiguo Boeing 747 430 con valor de 233 millones de dólares, que tenía lavabos para manos de oro sólido, alfombra de seda y hasta un establo para sus caballos dentro de la nave.

Dicho avión fue sustituido recientemente por un gigantesco Airbus A-340, también decorado con oro.

Para su cumpleaños 50, el Sultán tiró la casa por la ventana, al gastar cerca de 27 millones de dólares, de los cuales pago 17 millones a Michael Jackson para cantar en lo que es su estadio privado; en dicho evento colosal con más de 3 mil invitados.

Otro visible y cuantioso lujo, es el de los autos, pues el mandatario tendría una flotilla de 5 mil carros de alta gama, específicamente; tres McLaren F1 de 12.2 millones cada uno, un Bugatti Veyron, más de 500 modelos de Mercedes Benz, 200 BMW, 500 Rolls Royce, 350 Bentley, 20 Lamborghinis, 300 Ferrari, 170 Jaguares y todos los demás carros exclusivos que existen.

Todos ellos, incluido el llamativo Rolls Royce Silver Spur Limo bañado en oro, son valuados en 5 billones de dólares, la colección más grande autos de lujo jamás vista.

Incluso, él y su hermano fueron responsables por la mitad de las ganancias de la marca Rolls Royce, de los años 1994 a 1997.

Otros derroches menos vistosos, pero igual de importantes son el campo de polo privado que posee, en el cual se dice lleva a profesionales de la disciplina desde Argentina hasta Brunéi sólo para unas cuantas partidas.

De igual manera, no escatima en gastos cuando necesita un corte de pelo, pues lleva a su estilista favorito una vez al mes para un recorte de cabello, mismo que le cuesta alrededor de 20 mil dólares.

Se estima que sus negocios y riqueza hereditaria lo hacen ganar unos 100 dólares por segundo, una cantidad impresionante con la que paga sus viajes con sequito de 100 personas, ropa de las marcas Versace y Armani, además de financiar a su hermano, quien es un comprador compulsivo, o así lo dejan ver sus gastos de 747 mil dólares diarios en un periodo de 10 años.

Por si fuera poco, el Príncipe Alma Daddy Bella, hijo mayor del Sultán, esta llamado a ser el primer trillonario de la historia, pues una vez que su padre deje el cargo, el tomará las riendas de la nación, por lo que se espera que su riqueza siga creciendo.

LA OPULENCIA TEMA TABOO

En el sultanato de Brunéi, la bonanza de la clase real no es tema de conversación y menos pública. Aunque el hermano del Sultán Jeffrey Bolkiah ha sido acusado de malversación de fondos de la nación por una cantidad de 14.8 billones de dólares, teniendo que vender 500 propiedades, 2 mil 500 carros y nueve aviones, no hay una sensación negativa de la población hacía su líder por los cuantiosos gastos.

¿Qué pasa en Brunéi? La figura del Sultán forma parte de una estructura social establecida desde el siglo XIV, misma que ha resistido la invasión española, inglesa y la propia independencia de la nación.

Adicionalmente el Estado de Brunéi parece ser ejemplar en muchos ámbitos como la educación, el civismo, la salud, y la calidad de vida, misma que a su vez contrasta con la interpretación radical que el sultanato le ha dado al Corán.

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ESPECIAL. – Un pequeño país del sudoeste asiático tuvo alguna vez al hombre más rico del mundo, aunque sus extravagantes lujos no dejan de crecer e impresionar a la comunidad mundial.

Se trata de Muda Hassanal Bolkiah, el Sultan de Brunéi, quien tiene una de las dos monarquías musulmanas denominadas bajo ese mote que sobrevive al modernismo, siendo este una de las personalidades mayormente controversiales por su basta riqueza, pero más aun por las decisiones de su gobierno agrediendo los derechos humanos y la libertad de expresión.

Hassanal Bolkiah fue considerado por la revista Forbes durante décadas, como la persona con más riqueza en el planeta, sin embargo, la caída del petróleo y la baja en las reservas de gas de su país, lo marginaron del trono que ahora mismo ostenta Bill Gates.

A pesar de que Brunéi es considerado un país con índices de desarrollo humano altos, donde reina la paz, y los ciudadanos están felices con la idea de tener educación y salud de manera gratuita, además de no pagar impuestos, la nación con poco más de 400 mil pobladores sigue en el ojo de la opinión pública internacional debido a su polémico mandatario.

Y es que la ostentosa vida del Sultán es producto de 600 años de monarquía absolutista, donde la familia real tiene el control del Ministerio de Finanzas, y todos los órganos de la administración de la nación.

La fortuna de Muda Hassanal Bolkiah asciende a unos 20 mil millones de dólares, en los cuales se contemplan sus inversiones privadas como cadenas de hoteles de lujo en diferentes partes de Europa y los Estados Unidos, un palacio con arquitectura islámica que es considerado como la residencia más grande del mundo y un sinfín de autos de alta gama como Ferrari, Mercedes, Bugattis y otros.

El 3 de abril de 2019, Brunéi puso en vigor la versión más estricta de la sharia (ley islámica), que contempla castigos físicos como la pena de muerte para la apostasía; el encarcelamiento, la flagelación o inclusive la lapidación para quienes cometan adulterio o mantengan relaciones sexuales con personas de su mismo sexo; y la amputación de manos y/o pies para quienes realicen un robo.

Se trata de la segunda fase de la aplicación de esta ley, ya que en mayo de 2014 se empezó a aplicar la primera, que implantaba multas o penas de cárcel por tener hijos fuera del matrimonio, no cumplir con el rezo de los viernes, no respetar el Ramadán (el mes de ayuno musulmán) o difundir religiones distintas al islam.

Desde Naciones Unidas hasta organismos regionales y locales, pasando por organizaciones globales como Amnistía Internacional y Human Rights Watch, han advertido que el nuevo Código Penal de Brunei no sólo viola el derecho humanitario internacional al imponer castigos crueles, inhumanos y degradantes, “sino restringe de forma descarada la libertad de expresión, religión y creencias; y tipifica la discriminación contra mujeres y niñas, y grupos minoritarios”.

Esta promulgación rápidamente hizo eco en todas partes del planeta, por lo que personalidades como George Clooney y Ellen DeGeneres iniciaron un boicot a los hoteles del Sultán Hassanal Bolkiah a manera de protesta contra la medida.

“Vamos a financiar el asesinato de ciudadanos inocentes”, puso en tela de juicio Clooney en aquella ocasión, aunque reconoció que el boicot probablemente no iba a causar una presión financiera a estas cadenas, sino que más bien se tratara de algo simbólico.

Aproximadamente un mes después de haber establecido la Ley, el Sultán dio reversa a su decisión y dejó la polémica medida en una especie de suspensión, aparentemente por la presión internacional salida de todos los frentes.

Pese a este cruce de opiniones, la ciudadanía en Brunéi no cree que su nación sea peligrosa, ni que el Sultán represente una figura de autoridad ilegitima, abusiva o autoritaria.

“Conversamos en redes sociales con una mujer gay a la que llamaremos Sarah. Y conocimos a un hombre gay, que quiere ser llamado Dean, en las afueras de Brunéi, y hablamos con varias otras personas, algunas de ellas homosexuales.

“Ninguno de ellos cree que los castigos más severos incluidos en el nuevo código penal, como la muerte por lapidación, se vayan a cumplir”, señaló el periodista de la BBC, Jonathan Head, en el artículo; Brunéi: cómo es la vida en el silencioso y hermético sultanato, uno de los pocos países con monarquía absoluta en el mundo.

EL DETALLE DE LA RIQUEZA

El hombre ha disfrutado toda su vida del poder y privilegios de una monarquía absolutista, pero fue desde que su padre, Sir Haji Omar Ali Saifuddin abdicó el trono, que tuvo el mando de la nación en 1967.

En 1987, se completó el Palacio Istana Nurul Iman de 2 millones de pies cuadrados de construcción, y con un costo de 1.4 billones de dólares, mismo que ha disfrutado junto a sus tres esposas, cinco hijos y siete hijas.

Dicha mansión posee mil 788 habitaciones, 17 pisos, 257 baños, cinco albercas, 110 garajes para autos, una mesa de banquete para 5 mil invitados, 564 candelabros, 18 elevadores, 51 mil focos y una mezquita.

Muda Hassanal Bolkiah, solía pilotear su antiguo Boeing 747 430 con valor de 233 millones de dólares, que tenía lavabos para manos de oro sólido, alfombra de seda y hasta un establo para sus caballos dentro de la nave.

Dicho avión fue sustituido recientemente por un gigantesco Airbus A-340, también decorado con oro.

Para su cumpleaños 50, el Sultán tiró la casa por la ventana, al gastar cerca de 27 millones de dólares, de los cuales pago 17 millones a Michael Jackson para cantar en lo que es su estadio privado; en dicho evento colosal con más de 3 mil invitados.

Otro visible y cuantioso lujo, es el de los autos, pues el mandatario tendría una flotilla de 5 mil carros de alta gama, específicamente; tres McLaren F1 de 12.2 millones cada uno, un Bugatti Veyron, más de 500 modelos de Mercedes Benz, 200 BMW, 500 Rolls Royce, 350 Bentley, 20 Lamborghinis, 300 Ferrari, 170 Jaguares y todos los demás carros exclusivos que existen.

Todos ellos, incluido el llamativo Rolls Royce Silver Spur Limo bañado en oro, son valuados en 5 billones de dólares, la colección más grande autos de lujo jamás vista.

Incluso, él y su hermano fueron responsables por la mitad de las ganancias de la marca Rolls Royce, de los años 1994 a 1997.

Otros derroches menos vistosos, pero igual de importantes son el campo de polo privado que posee, en el cual se dice lleva a profesionales de la disciplina desde Argentina hasta Brunéi sólo para unas cuantas partidas.

De igual manera, no escatima en gastos cuando necesita un corte de pelo, pues lleva a su estilista favorito una vez al mes para un recorte de cabello, mismo que le cuesta alrededor de 20 mil dólares.

Se estima que sus negocios y riqueza hereditaria lo hacen ganar unos 100 dólares por segundo, una cantidad impresionante con la que paga sus viajes con sequito de 100 personas, ropa de las marcas Versace y Armani, además de financiar a su hermano, quien es un comprador compulsivo, o así lo dejan ver sus gastos de 747 mil dólares diarios en un periodo de 10 años.

Por si fuera poco, el Príncipe Alma Daddy Bella, hijo mayor del Sultán, esta llamado a ser el primer trillonario de la historia, pues una vez que su padre deje el cargo, el tomará las riendas de la nación, por lo que se espera que su riqueza siga creciendo.

LA OPULENCIA TEMA TABOO

En el sultanato de Brunéi, la bonanza de la clase real no es tema de conversación y menos pública. Aunque el hermano del Sultán Jeffrey Bolkiah ha sido acusado de malversación de fondos de la nación por una cantidad de 14.8 billones de dólares, teniendo que vender 500 propiedades, 2 mil 500 carros y nueve aviones, no hay una sensación negativa de la población hacía su líder por los cuantiosos gastos.

¿Qué pasa en Brunéi? La figura del Sultán forma parte de una estructura social establecida desde el siglo XIV, misma que ha resistido la invasión española, inglesa y la propia independencia de la nación.

Adicionalmente el Estado de Brunéi parece ser ejemplar en muchos ámbitos como la educación, el civismo, la salud, y la calidad de vida, misma que a su vez contrasta con la interpretación radical que el sultanato le ha dado al Corán.

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