Príncipe Harry y Meghan Markle generan tensión en la realeza británica
Los duques de Sussex se inspiran en expresidentes y estrellas de Hollywood para lanzar su propia empresa, pero los roces con la familia real son inevitables.
ESPECIAL.- Inspirados en los Obama, los Clinton o la inteligencia comercial de Gwyneth Paltrow, el príncipe Harry y Meghan Markle se embarcaron en un intento de transformar su anunciada marca real filantrópica en un lucrativo negocio privado.
Hartos de los voraces tabloides de Gran Bretaña y frustrados por depender económicamente de otros, los duques de Sussex sorprendieron al Palacio de Buckingham al declarar su intención de encontrar independencia financiera.
La apuesta por la libertad del segundo personaje favorito de la realeza británica y la californiana, mejor conocida como “la princesa de Estados Unidos”, llevó a la familia a una grave crisis, poniendo a prueba las bases de una institución a la que la difunta madre del duque se refirió como “la firma”.
Su anuncio abrupto —al que ya se le dio el sobrenombre de la “declaración unilateral de independencia” en los círculos reales— provocó una reprimenda extraordinaria del Palacio de Buckingham, un indicio de las tensiones por venir hasta que establezcan las reglas básicas para compartir una marca común.
Si bien la forma de la ruptura llegó como una sorpresa, la independencia de los Sussex lleva gestándose desde hace mucho tiempo, con asesores trabajando en ello desde que la pareja comenzó a planear una fundación separada durante la primavera.
Hay pocos ejemplos para imitar dentro de la casa real: los escándalos afectaron al duque y la duquesa de York con los negocios.
El negocio de producción televisiva del príncipe Eduardo también tuvo problemas. El príncipe Carlos goza de independencia financiera con el Ducado de Cornualles, pero la herencia se otorga por ley al heredero al trono.
Para encontrar su camino, los Sussex buscan ejemplos más allá de las filas de expresidentes, primeros ministros y estrellas de Hollywood que han convertido marcas personales en flujos de ingresos formidables.
El éxito posterior a la presidencia de Barack y Michelle Obama es un modelo obvio. Su vida después de dejar la política incluye un acuerdo conjunto de 65 millones de dólares (mdd) por libros con la editorial Penguin Random House, y un convenio con Netflix para producir películas, que vale decenas de millones de dólares.
Al igual que Bill Clinton y Tony Blair, Obama y su esposa pueden cobrar cientos de miles de dólares por sus apariciones y conferencias.
Si bien en menor escala, el poder de atracción de los Sussex probablemente sea apreciado por editores, la industria de la televisión y agentes de conferencias.
El reciente acuerdo del duque para hacer una serie de películas sobre salud mental con Oprah Winfrey y Apple TV es un posible modelo para otros proyectos. Más controvertido será cualquier movimiento para extender la marca Sussex a un portal de estilo de vida que ofrezca una puerta de entrada a productos promocionados o patrocinadores corporativos.
Un excortesano comparó la idea con “una versión elegante y real de Goop”, el sitio web de Gwyneth Paltrow.
La duquesa se formó en esta área desde su temprana carrera como actriz, cuando creó un sitio web de estilo de vida llamado The Tig. En el portal, la duquesa entrevistaba a sus amigos famosos, recomendaba planes de vacaciones y comida. Con su sello de aprobación, también vendía perfume Chloé y tarjetas Kate Spade.
Un año antes de la boda real, la duquesa cerró el sitio web. Pero sus ambiciones siempre estuvieron ahí; al final de la página de inicio indicaba: “Esto es TIG, y es solo el comienzo”.
En realidad, las bases para su propia empresa ya se han establecido hasta cierto punto. Con el anuncio de su fundación en junio pasado, la pareja presentó solicitudes de registro de marca para “Sussex Royal”, cubriendo desde pijamas, trajes y tops con capucha hasta servicios de asesoría y consultoría y capacitación en salud y bienestar.
La audiencia en línea de la pareja—con 10 millones de seguidores en Instagram• también tiene un gran potencial comercial. Mae Karwowski, directora ejecutiva de Obviously, dice que el interés que despiertan en las compañías de estilo de vida, belleza y temas infantiles “no tiene precedentes”.
“En la cima tienes a celebridades como las Kardashian y estrellas del deporte, como Cristiano Ronaldo, que obtienen cientos de miles de dólares por publicación de Instagram. “Meghan y Harry podrán establecer su propio precio. Van a romper récords”, dice Karwowski.
Solo algunas de estas opciones podrían proporcionar a los Sussex la libertad financiera adicional que anhelan, aunque su sustentabilidad dependería de que su marca siga siendo sólida.
Cualquier intento de beneficiarse de la marca Sussex Royal plantearía un dilema significativo para la Reina y el príncipe Carlos. “Este es un problema importante para ellos”, dice Pauline MacLaran, profesora de mercadotecnia en Royal Holloway, Universidad de Londres.
“La familia claramente se ha administrado a sí misma como una marca y a sus miembros como un complejo de marca... dependen del control”.
La necesidad de la aprobación del palacio para cualquier proyecto comercial será un punto sensible en las discusiones con la Reina.
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ESPECIAL.- Inspirados en los Obama, los Clinton o la inteligencia comercial de Gwyneth Paltrow, el príncipe Harry y Meghan Markle se embarcaron en un intento de transformar su anunciada marca real filantrópica en un lucrativo negocio privado.
Hartos de los voraces tabloides de Gran Bretaña y frustrados por depender económicamente de otros, los duques de Sussex sorprendieron al Palacio de Buckingham al declarar su intención de encontrar independencia financiera.
La apuesta por la libertad del segundo personaje favorito de la realeza británica y la californiana, mejor conocida como “la princesa de Estados Unidos”, llevó a la familia a una grave crisis, poniendo a prueba las bases de una institución a la que la difunta madre del duque se refirió como “la firma”.
Su anuncio abrupto —al que ya se le dio el sobrenombre de la “declaración unilateral de independencia” en los círculos reales— provocó una reprimenda extraordinaria del Palacio de Buckingham, un indicio de las tensiones por venir hasta que establezcan las reglas básicas para compartir una marca común.
Si bien la forma de la ruptura llegó como una sorpresa, la independencia de los Sussex lleva gestándose desde hace mucho tiempo, con asesores trabajando en ello desde que la pareja comenzó a planear una fundación separada durante la primavera.
Hay pocos ejemplos para imitar dentro de la casa real: los escándalos afectaron al duque y la duquesa de York con los negocios.
El negocio de producción televisiva del príncipe Eduardo también tuvo problemas. El príncipe Carlos goza de independencia financiera con el Ducado de Cornualles, pero la herencia se otorga por ley al heredero al trono.
Para encontrar su camino, los Sussex buscan ejemplos más allá de las filas de expresidentes, primeros ministros y estrellas de Hollywood que han convertido marcas personales en flujos de ingresos formidables.
El éxito posterior a la presidencia de Barack y Michelle Obama es un modelo obvio. Su vida después de dejar la política incluye un acuerdo conjunto de 65 millones de dólares (mdd) por libros con la editorial Penguin Random House, y un convenio con Netflix para producir películas, que vale decenas de millones de dólares.
Al igual que Bill Clinton y Tony Blair, Obama y su esposa pueden cobrar cientos de miles de dólares por sus apariciones y conferencias.
Si bien en menor escala, el poder de atracción de los Sussex probablemente sea apreciado por editores, la industria de la televisión y agentes de conferencias.
El reciente acuerdo del duque para hacer una serie de películas sobre salud mental con Oprah Winfrey y Apple TV es un posible modelo para otros proyectos. Más controvertido será cualquier movimiento para extender la marca Sussex a un portal de estilo de vida que ofrezca una puerta de entrada a productos promocionados o patrocinadores corporativos.
Un excortesano comparó la idea con “una versión elegante y real de Goop”, el sitio web de Gwyneth Paltrow.
La duquesa se formó en esta área desde su temprana carrera como actriz, cuando creó un sitio web de estilo de vida llamado The Tig. En el portal, la duquesa entrevistaba a sus amigos famosos, recomendaba planes de vacaciones y comida. Con su sello de aprobación, también vendía perfume Chloé y tarjetas Kate Spade.
Un año antes de la boda real, la duquesa cerró el sitio web. Pero sus ambiciones siempre estuvieron ahí; al final de la página de inicio indicaba: “Esto es TIG, y es solo el comienzo”.
En realidad, las bases para su propia empresa ya se han establecido hasta cierto punto. Con el anuncio de su fundación en junio pasado, la pareja presentó solicitudes de registro de marca para “Sussex Royal”, cubriendo desde pijamas, trajes y tops con capucha hasta servicios de asesoría y consultoría y capacitación en salud y bienestar.
La audiencia en línea de la pareja—con 10 millones de seguidores en Instagram• también tiene un gran potencial comercial. Mae Karwowski, directora ejecutiva de Obviously, dice que el interés que despiertan en las compañías de estilo de vida, belleza y temas infantiles “no tiene precedentes”.
“En la cima tienes a celebridades como las Kardashian y estrellas del deporte, como Cristiano Ronaldo, que obtienen cientos de miles de dólares por publicación de Instagram. “Meghan y Harry podrán establecer su propio precio. Van a romper récords”, dice Karwowski.
Solo algunas de estas opciones podrían proporcionar a los Sussex la libertad financiera adicional que anhelan, aunque su sustentabilidad dependería de que su marca siga siendo sólida.
Cualquier intento de beneficiarse de la marca Sussex Royal plantearía un dilema significativo para la Reina y el príncipe Carlos. “Este es un problema importante para ellos”, dice Pauline MacLaran, profesora de mercadotecnia en Royal Holloway, Universidad de Londres.
“La familia claramente se ha administrado a sí misma como una marca y a sus miembros como un complejo de marca... dependen del control”.
La necesidad de la aprobación del palacio para cualquier proyecto comercial será un punto sensible en las discusiones con la Reina.
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