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De 556 trasplantes de riñón, 88 son de personas fallecidas

Falta cultura para aprovechar órganos de los cadáveres; “podríamos tener un sistema de salud maravilloso, pero sin donantes no podemos hacer más”, consideró especialista.

Editorial Telediario Nacional /

Si un enfermo de insuficiencia renal se hubiera inscrito ayer al mediodía en la plataforma nacional para recibir la donación de un riñón, tendría que esperar a que 15 mil 780 pacientes fueran atendidos. Si solo esperara turno en Jalisco, serían 3 mil 910 personas antes. Tardarían en hacer el trasplante unos 20 años, en el primer caso, o cinco, en el segundo. Las probabilidades de que este muera, antes de que llegue el órgano anhelado, son muy altas.

Hoy es el Día Mundial de los Pacientes Trasplantados, una práctica poco asumida en la sociedad mexicana. Aquí la cultura para la donación de órganos y tejidos, luego del fallecimiento, es muy escasa. Quizá en la licencia de conducir un mexicano palomeé el apartado que dice “donador de órganos”, tal vez haya mencionado alguna vez a sus allegados su deseo de brindar a otros las partes de su cuerpo que sirvan. Lo cierto es que son los familiares más cercanos los que, a la hora de la hora, terminan dando luz verde o negándose a esta posibilidad.

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España es el país en el que se realizan más donaciones de órganos de personas con muerte cerebral. Allá, el 95 por ciento de los trasplantes se realizan con órganos obtenidos de cadáveres. En Jalisco, solo el 20 por ciento de las donaciones de riñones se realizan gracias a personas que fallecieron y a que sus familiares accedieron a que sus órganos y tejidos fueran usados para salvar a alguien más; el 80 por ciento de estos órganos provienen de los parientes de los mismos pacientes.

En México, durante 2018, hubo 576 donaciones de órganos por muerte encefálica y 2 mil 594 de tejidos de personas fallecidas (corneas, válvulas, músculo o piel).

En entrevista, la doctora Araceli Cisneros Villaseñor, directora de Enseñanza, Evaluación e Investigación del OPD Consejo Estatal de Trasplantes de Órganos y Tejidos Jalisco; explicó que cuando alguien tiene muerte encefálica, el resto de sus órganos pueden ser aprovechados en las siguientes horas. No muchas más.

La especialista señaló que, de los 556 trasplantes de riñón en Jalisco, solo 88 se hicieron de trasplante de cadáver. El resto, 468 de donador vivo. Añadió que, de los 3 mil 910 pacientes en lista de espera de un riñón, en el IMSS están 3 mil 638, los demás se distribuyen en del Hospital Civil, el ISSSTE y hospitales privados.

Alguien que pierde la vida en estas condiciones podría salvar a 16 personas, si sus órganos y tejidos fueran aptos para ser trasplantados: “Lo ideal es que cada vez haya más donantes con muerte cerebral. El que los padres, hijos o hermanos se queden monorrenos (con un solo riñón) no es lo mejor. Los donantes vivos se quedan sin un riñón y esto puede llevarlos algún día a padecimientos e, incluso, a estar después en una lista de espera para recibir la donación de un riñón”.

En Jalisco, los programas de trasplante de órganos que están activos son tres: el renal, el hepático y el cardiaco. En el caso de los trasplantes de tejidos se practican el de sangre, de médula ósea, de músculo esquelético y de córneas.

Durante 2018, en el estado se hicieron 556 trasplantes de riñón, cifra que representa entre el 25 por ciento de los que se realizan a escala nacional.

En el caso de los trasplantes hepáticos, el año pasado se hicieron 31. A diferencia de los de riñón, en este caso la mayoría fueron hechos gracias a donadores cadáver.

La nefróloga señaló que en el caso del hígado la situación es más complicada porque no hay un tratamiento para mantener a este órgano en buenas condiciones mientras aparece un donante. En el caso de los riñones están la diálisis y la hemodiálisis, que ayudan al paciente a mantenerse en buen estado mientras espera: “El programa hepático va muy lento en todo el país. Trasplantar 31 hígados es muy poco. Mientras que en España hizo mil 250 trasplantes el año pasado, tan solo de hígado, con un país de 30 millones; nosotros somos 120 millones, deberíamos de estar haciendo 4 mil o 5 mil”.

“El programa de trasplante depende del donador fallecido porque la mayoría de los trasplantes se hacen de donador fallecido. Aquí también se hacen trasplantes de un segmentito de hígado. El segmentario, de los 31 que se hicieron el año pasado aquí en Jalisco, tres fueron de esa modalidad. Un pedacito de hígado fue donado a niños de la familia”, relató.

Cisneros aseguró que la sobrevida de trasplante en Jalisco es muy buena. El 99 por ciento de los tejidos están vivos a un año o a 5 años. La sobrevida es muy alta. Dijo que actualmente no existe registro de la sobrevida de los pacientes trasplantados, pero que es necesario y en sus planes está hacerlo: “Necesitamos saber cuántos de estos órganos están vivos y con qué grado de inmunosupresión están. Porque no pueden ser abandonados por el estado. Tú tienes que garantizar que un paciente que llega a trasplante tenga la inmunosupresión de por vida. Es una obligación de la salud conservar esos órganos”.

Los trasplantes de corazón son pocos. Durante 2018 se hicieron tres en Jalisco, todos en hospitales privados.

Los donadores pueden ser de dos tipos: vivos, en los que solamente se puede donar un riñón o un pedacito de tu hígado porque se puede seguir vivo y darle vida a alguien más. El donador de muerte encefálica es un paciente que llega a terapia intensiva y tiene un soporte vital: un respirador, líquidos intravenosos y sustancias que hacen que su corazón esté activo.

La doctora recalcó que son tres líneas en las que hay que trabajar para avanzar en este ámbito. Una es el sistema de salud que garantice que el paciente tenga acceso al trasplante y el seguimiento de ese paciente tanto por médicos y su terapéutica (medicamentos); la segunda es más formación de médicos especialistas en trasplantes para que todo el país tenga más programas de trasplantes activos y, la última, que haya centros de trasplante en todo el país: “Hay que trabajar de la mano las instituciones en esto. Pero los donantes se necesitan, porque sin ellos no podríamos hacer nada. Podríamos tener un sistema de salud maravilloso, pero sin donantes no podemos hacer más”.

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