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Admirar al chingón sin importar sus métodos es cáncer nacional: Enrique Serna

Al diseccionar la vida pública y privada de una figura legendaria del periodismo mexicano, Carlos Denegri, el autor retrata la relación de servidumbre entre la prensa, cierta prensa, y el poder.

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Editorial Telediario Nacional /

Premio Excelencia en las Letras José Emilio Pacheco por el conjunto de su obra.

Pese a que “el modus vivendi de Carlos Denegri sigue existiendo, hay una enorme diferencia en cuanto a libertad de expresión, de aquella época a la actual”, asegura el escritor Enrique Serna, a propósito del personaje central de su novela (“que no biografía, porque tiene muchos elementos de ficción”) El vendedor de silencio, que lo ha hecho acreedor al premio Xavier Villaurrutia y que “si la pandemia lo permite”, le será entregado en una ceremonia en el Palacio de Bellas Artes en septiembre próximo.

Continúa Serna: “No creo que ahora se pueda decir, como decía (Julio) Scherer de Denegri, que era el mejor y el más vil de los periodistas. Ahora el más vil ya no es el mejor, porque el mejor es el que tiene más independencia y un prestigio que se ha ido ganando gracias a servir a la sociedad y no tanto por servir al poder”.

Periodismo y literatura, literatura y periodismo se entrecruzan en la charla. Por Carlos Denegri, por “los muchos descubrimientos” que hizo el escritor durante la investigación para su libro, por los periodistas que aparecen en otras de sus obras, porque el autor acostumbra leer periódicos y redes sociales para estar bien informado.

Literatura: “Me parece que este tipo de personajes tienen un gran atractivo para un novelista, porque explorar cuál es su proceso de degradación, cómo se va envileciendo a lo largo del tiempo, obliga a hilar fino en materia de tramas. Ver cuáles son las circunstancias que provocan que este hombre, que de joven tenía ideales de justicia social, se vaya aficionando al dinero fácil, se vayan relajando sus valores morales y acabe convertido en un canalla espantoso, que aparte maltrata a sus esposas. En esas personalidades que se van transformando es en donde la novela tiene un mejor campo de acción”.

Periodismo: “El periodismo de aquella época en México era básicamente una gran porquería. Había honrosas excepciones: articulistas que no se dejaron comprar, directores de periódicos que abrieron brecha para la libertad de expresión, etcétera; pero el gremio en su conjunto estaba muy envilecido. Y no solo eso, era una época en que había una aceptación social de la corrupción. Porque a Denegri lo admiraba la gente, lo consideraba una gran celebridad, a pesar de saber que estaba vendido al mejor postor y que era un canalla con sus parejas. La gente lo admiraba porque había logrado imponerse, era la admiración al chingón, sin pensar en los medios de los que se valió para triunfar. Y eso es un cáncer de la vida pública de México que no ha desaparecido, sigue existiendo hasta la actualidad y lo comprobamos el sexenio pasado cuando, de pronto, un oportunista como (Enrique) Peña Nieto logró colocarse en la televisión como una figura con mucho atractivo mediático que fue ganando simpatías hasta llegar a la Presidencia”.

Literatura: “La literatura no debe estar divorciada del entretenimiento. Pero después de entretenerlo (al lector), quizá aportarle algo positivo, un mejor conocimiento del país en el que vive y hasta de sí mismo”.

Periodismo: “Mi principal descubrimiento: cómo era el periodismo mexicano a mitad del siglo XX. Un periodismo dirigido a la clase media para arriba, porque en aquella época la mitad de la población era analfabeta. Entonces las secciones de sociales tenían una enorme preponderancia.

De hecho, Denegri fue un cronista de sociales muy importante, que renovó el género; antes de él era un tanto cursi y solemne, él le dio un tono más desenvuelto, frívolo, que le gustaba más a los ricos de la época”.

¿Cómo y cuándo se atravesó Carlos Denegri en tu vida?

Hace más de 25 años, cuando leí algunas anécdotas sobre su vida o las escuché contadas por sus contemporáneos, me di cuenta de que existía una leyenda en torno de este personaje, una leyenda bastante negra.

Creo, como los románticos alemanes, que las leyendas populares deben ser las materias primas de la literatura, porque cuando un personaje ya se hizo legendario, eso quiere decir que muchas personas lo consideran representativo de una época.

Después de varios proyectos literarios que se me atravesaron en el camino, por fin me concentré, primero, en una larga investigación sobre la obra y la vida de Denegri y también me puse a recabar testimonios de gente que lo conoció, que ya quedaban pocos. Con ese material ya me aventuré a escribir una novela, que no es una biografía porque tiene muchos elementos de ficción.

¿Fue una seducción larga o un flechazo?

Sentí una profunda atracción porque me asombra que haya podido existir un personaje tan poderoso, tan soberbio y al mismo tiempo tan vulnerable, porque Denegri era un hombre con un talón de Aquiles que lo arrastraba hacia el precipicio. Eso me lo hacía atractivo desde un punto de vista novelesco. Porque la novela es el teatro donde se muestra cómo va transformándose el alma de un ser humano. Y en este caso era un estupendo modelo para hacer ese tipo de análisis de la conducta.

¿El personaje seduce tanto al autor como al lector?

Tenía que involucrarme emocionalmente con el personaje, con la mayor profundidad posible, para que ese personaje estuviera vivo ante los ojos de los lectores. Y eso implica, sí, establecer un cierto grado de complicidad con él y transmitírselo también a los lectores que, por momentos, quizá se puedan sentir identificados con él, por lo que todos tenemos de pícaros, o lo que todos tenemos de deseos de éxito. En ese sentido, ahí es donde puede haber esa complicidad también por parte del lector.

El personaje es fascinante.

¿Cómo escapar a la seducción del mal?

Las novelas que hacen una investigación de la maldad nos ponen en guardia sobre nuestros propios impulsos homicidas o contra nuestra voluntad de poder.

Porque cuando uno lee, por ejemplo, Crimen y castigo de Dostoievski, uno se siente identificado con el asesino de una usurera, desea que no lo atrapen y justifica plenamente sus actos.

A pesar de que el lector condene el asesinato y tenga esos valores éticos. Pero al hacer eso, nos damos cuenta de que no estamos tan lejos de esas conductas tan terribles como creemos. Eso ayuda a no caer en el narcisismo de la conciencia. Una vez que acabaste el libro, ¿te deshiciste rápido del personaje o todavía te paseas con él? No, ¡desapareció en cuando terminó la novela, por fortuna!

A pesar de que en algunos momentos para mí era placentero liberar mis propios demonios, con una máscara enfrente que era la de Denegri, creo que siempre sentí un poco de rechazo hacia él porque era un hombre autodestructivo, que mata lo que ama y que tiene el alma bastante rota. Entonces no era fácil identificarse con alguien así.

Con tantos buenos personajes, ¿por qué no ha llegado el universo de Enrique Serna al cine?

Se me han acercado algunos directores y productores. En algunos casos les he dado opciones de compra para que hagan las adaptaciones de mi obra, pero por angas o por mangas no ha llegado ninguna a la pantalla. Espero que El vendedor de silencio sí llegue a convertirse en una teleserie.

¿Sí te interesaría?

Me encantaría, ¡por supuesto!

cog

Premio Excelencia en las Letras José Emilio Pacheco por el conjunto de su obra.

 

Pese a que “el modus vivendi de Carlos Denegri sigue existiendo, hay una enorme diferencia en cuanto a libertad de expresión, de aquella época a la actual”, asegura el escritor Enrique Serna, a propósito del personaje central de su novela (“que no biografía, porque tiene muchos elementos de ficción”) El vendedor de silencio, que lo ha hecho acreedor al premio Xavier Villaurrutia y que “si la pandemia lo permite”, le será entregado en una ceremonia en el Palacio de Bellas Artes en septiembre próximo.

 

 

Continúa Serna: “No creo que ahora se pueda decir, como decía (Julio) Scherer de Denegri, que era el mejor y el más vil de los periodistas. Ahora el más vil ya no es el mejor, porque el mejor es el que tiene más independencia y un prestigio que se ha ido ganando gracias a servir a la sociedad y no tanto por servir al poder”.

 

Periodismo y literatura, literatura y periodismo se entrecruzan en la charla. Por Carlos Denegri, por “los muchos descubrimientos” que hizo el escritor durante la investigación para su libro, por los periodistas que aparecen en otras de sus obras, porque el autor acostumbra leer periódicos y redes sociales para estar bien informado.

 

Literatura: “Me parece que este tipo de personajes tienen un gran atractivo para un novelista, porque explorar cuál es su proceso de degradación, cómo se va envileciendo a lo largo del tiempo, obliga a hilar fino en materia de tramas. Ver cuáles son las circunstancias que provocan que este hombre, que de joven tenía ideales de justicia social, se vaya aficionando al dinero fácil, se vayan relajando sus valores morales y acabe convertido en un canalla espantoso, que aparte maltrata a sus esposas. En esas personalidades que se van transformando es en donde la novela tiene un mejor campo de acción”.

 

Periodismo: “El periodismo de aquella época en México era básicamente una gran porquería. Había honrosas excepciones: articulistas que no se dejaron comprar, directores de periódicos que abrieron brecha para la libertad de expresión, etcétera; pero el gremio en su conjunto estaba muy envilecido. Y no solo eso, era una época en que había una aceptación social de la corrupción. Porque a Denegri lo admiraba la gente, lo consideraba una gran celebridad, a pesar de saber que estaba vendido al mejor postor y que era un canalla con sus parejas. La gente lo admiraba porque había logrado imponerse, era la admiración al chingón, sin pensar en los medios de los que se valió para triunfar. Y eso es un cáncer de la vida pública de México que no ha desaparecido, sigue existiendo hasta la actualidad y lo comprobamos el sexenio pasado cuando, de pronto, un oportunista como (Enrique) Peña Nieto logró colocarse en la televisión como una figura con mucho atractivo mediático que fue ganando simpatías hasta llegar a la Presidencia”.

 

Literatura: “La literatura no debe estar divorciada del entretenimiento. Pero después de entretenerlo (al lector), quizá aportarle algo positivo, un mejor conocimiento del país en el que vive y hasta de sí mismo”.

Periodismo: “Mi principal descubrimiento: cómo era el periodismo mexicano a mitad del siglo XX. Un periodismo dirigido a la clase media para arriba, porque en aquella época la mitad de la población era analfabeta. Entonces las secciones de sociales tenían una enorme preponderancia.

 

De hecho, Denegri fue un cronista de sociales muy importante, que renovó el género; antes de él era un tanto cursi y solemne, él le dio un tono más desenvuelto, frívolo, que le gustaba más a los ricos de la época”.

 

¿Cómo y cuándo se atravesó Carlos Denegri en tu vida?

 

Hace más de 25 años, cuando leí algunas anécdotas sobre su vida o las escuché contadas por sus contemporáneos, me di cuenta de que existía una leyenda en torno de este personaje, una leyenda bastante negra.

 

Creo, como los románticos alemanes, que las leyendas populares deben ser las materias primas de la literatura, porque cuando un personaje ya se hizo legendario, eso quiere decir que muchas personas lo consideran representativo de una época.

 

Después de varios proyectos literarios que se me atravesaron en el camino, por fin me concentré, primero, en una larga investigación sobre la obra y la vida de Denegri y también me puse a recabar testimonios de gente que lo conoció, que ya quedaban pocos. Con ese material ya me aventuré a escribir una novela, que no es una biografía porque tiene muchos elementos de ficción.

 

¿Fue una seducción larga o un flechazo?

 

Sentí una profunda atracción porque me asombra que haya podido existir un personaje tan poderoso, tan soberbio y al mismo tiempo tan vulnerable, porque Denegri era un hombre con un talón de Aquiles que lo arrastraba hacia el precipicio. Eso me lo hacía atractivo desde un punto de vista novelesco. Porque la novela es el teatro donde se muestra cómo va transformándose el alma de un ser humano. Y en este caso era un estupendo modelo para hacer ese tipo de análisis de la conducta.

 

¿El personaje seduce tanto al autor como al lector?

 

Tenía que involucrarme emocionalmente con el personaje, con la mayor profundidad posible, para que ese personaje estuviera vivo ante los ojos de los lectores. Y eso implica, sí, establecer un cierto grado de complicidad con él y transmitírselo también a los lectores que, por momentos, quizá se puedan sentir identificados con él, por lo que todos tenemos de pícaros, o lo que todos tenemos de deseos de éxito. En ese sentido, ahí es donde puede haber esa complicidad también por parte del lector.

 

El personaje es fascinante.

 

¿Cómo escapar a la seducción del mal?

 

Las novelas que hacen una investigación de la maldad nos ponen en guardia sobre nuestros propios impulsos homicidas o contra nuestra voluntad de poder.

 

Porque cuando uno lee, por ejemplo, Crimen y castigo de Dostoievski, uno se siente identificado con el asesino de una usurera, desea que no lo atrapen y justifica plenamente sus actos.

 

A pesar de que el lector condene el asesinato y tenga esos valores éticos. Pero al hacer eso, nos damos cuenta de que no estamos tan lejos de esas conductas tan terribles como creemos. Eso ayuda a no caer en el narcisismo de la conciencia. Una vez que acabaste el libro, ¿te deshiciste rápido del personaje o todavía te paseas con él? No, ¡desapareció en cuando terminó la novela, por fortuna!

 

A pesar de que en algunos momentos para mí era placentero liberar mis propios demonios, con una máscara enfrente que era la de Denegri, creo que siempre sentí un poco de rechazo hacia él porque era un hombre autodestructivo, que mata lo que ama y que tiene el alma bastante rota. Entonces no era fácil identificarse con alguien así.

 

Con tantos buenos personajes, ¿por qué no ha llegado el universo de Enrique Serna al cine?

 

Se me han acercado algunos directores y productores. En algunos casos les he dado opciones de compra para que hagan las adaptaciones de mi obra, pero por angas o por mangas no ha llegado ninguna a la pantalla. Espero que El vendedor de silencio sí llegue a convertirse en una teleserie.

 

¿Sí te interesaría?

 

Me encantaría, ¡por supuesto!

 

 

 

 

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