Jorge, papá de Dilan y Mía, regresó a la zona cero del Chiquihuite para regalar comida como agradecimiento
Jorge recorrió las calles de la zona conocida como La Presa, en la Colonia Lázaro Cárdenas para regalar comida a las personas que están trabajando en la zona del derrumbe.
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ESTADO DE MÉXICO. – Jorge Mendoza, esposo de Paola Daniela, y papá de Dilan y Mía, las tres víctimas mortales que dejó el deslave en el cerro del Chiquihuite en Tlalnepantla, regresó a la zona cero para llevar comida y regalarla en forma de agradecimiento.
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A las 4 de la tarde en punto de este viernes 24 de septiembre, Jorge junto con su madre fueron a la casa donde una vecina les cocino bistec en salsa verde y arroz rojo para que lo llevaran a las personas que están trabajando en la zona del derrumbe, dónde una vez estuvo su hogar.
En un trayecto de 20 minutos, el Tsuru que brinda el servicio de taxi, recorrió las empinadas calles de la zona conocida como La Presa, en la colonia Lázaro Cárdenas en Tlalnepantla.
Al llegar a la calle Alpinistas de Chaminix, dos filtros de la policía de Tlalnepantla y de la Guardia Nacional impidieron el paso del vehículo por lo que la familia tuvo que bajar las ollas, platos y utensilios para servir cerca de la zona cero.
Jorge, vestido con una playera de manga larga con motivos de su banda de rock favorita, su largo cabello negro suelto y con la mirada triste comenzó a repartir los platos de comida con tortillas entre los efectivos de la Guardia Nacional, Ejército y Policía Municipal de Tlalnepantla.
Doña Paula López, abuela de Mía y Dilan dijo para TELEDIARIO que tuvieron que mandar a hacer la comida, pues "la verdad por que andamos de allá para acá, tuvimos que mandar a una señora para que nos guisara un poquito de comida para todos".
Sin embargo, pese a la tragedia por la que atraviesa su familia, doña Paula es la fortaleza de Jorge, su hijo, que de un día para otro se quedó sin su familia.
Optimista ante el futuro, doña Paula asegura que tiene que seguir adelante por sus hijos "que le echen ganas y pues no hay de otra, echarle ganas y salir adelante, empezar de nuevo" dijo.
Con las ollas vacías en mano, la señora pidió encarecidamente a sus vecinos que desalojaran sus viviendas pues "una casa no vale, lo que vale la familia de uno, la vida de alguien, yo deje mi casa, pues yo ya no tengo a que venir acá, este ya no es mi lugar".
Hizo el llamado también a procurar a su familia "den todo por su gente, por sus nietos, porque cuando ya no están solo queda el remordimiento, yo gracias a dios le di todo a mis niños, todo lo que estuvo en mis manos", dijo la señora antes de partir a su hogar improvisado que instaló en un cuarto prestado, teniendo por seguro que vendrán tiempos mejores.
PGG
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