Luego de 13 horas sacan a niño que cayó a pozo
Los hechos ocurrieron en la comunidad Buenos Aires, de Pénjamo, al lugar acudieron elementos de salvamento y rescate especial
PÉNJAMO / Abraham nació por segunda vez a las 10:12 de la noche el domingo 25 de febrero, cuando tenía un año y 8 meses de edad, lo parió la tierra.
Apenas despertaba la mañana tardía de domingo en la comunidad Buenos Aires, Pénjamo, cuando a Abraham se lo tragó la tierra, nadie sabía que más de mediodía después lo entregaría de nuevo, sano, salvo, sin rasguño alguno.
Fueron las 13 horas más largas de su corta vida, las peores para su familia que lo escuchó llorar dentro de la tierra.
El fondo de un pozo lo tenía sujeto ocho metros bajo tierra en el patio de su casa, cayó por accidente, por descuido, porque nunca nadie piensa que le puede pasar nada, pero pasa, fue su madre quien lo encontró primero.
La llamada de auxilio llegó primero al teléfono de Cruz Roja a las 9:39 de la mañana a las 9:40 la recibió Bomberos, ambos cuerpos de emergencia se trasladaron a la comunidad, el escenario pudo ser peor pero el pozo estaba seco y el llanto del fondo les dio esperanza.
La labor sería difícil, no hay domingo sin sol y así lo fue, caía a plomo sobre el pozo al mediodía, el Sistema de Urgencias del Estado de Guanajuato que llegó minutos antes, ya trataba de alcanzar al pequeño Abraham, mientras llegaba el grupo especialista en rescates, USAR, no tardó mucho en llegar.
La familia no podía hacer más que mirar, y estar pendientes de cualquier necesidad de ayuda, llegó luego maquinaria pesada, se cavaría una zanja adjunta al pozo de medio metro de diámetro, luego se excavaría manualmente de forma horizontal para alcanzar al pequeño.
Alrededor de las 14:00 horas de la tarde vino un nuevo respiro, el ojo de una cámara de exploración permitió ver al pequeño, asustado, sucio, pero vivo, ver el llanto fue un alivio, la excavación siguió su curso, fue más fácil darle de beber, la jornada sería larga.
Cuatro horas después, a las 6:30 de la tarde, la zanja estaba terminada y se contaba con un túnel y ventana al pozo, que permitió el contacto directo con el menor, que se encontraba cubierto con escombros hasta la mitad del cuerpo.
Un par de horas luego, Abraham, sintió de nuevo el roce de una mano, se tenía contacto físico, había que quitárselo a la tierra, poco a poco con pulso quirúrgico, salió con un llanto aliviado, llamando a su mamá, gris, lleno de barro a la cintura, sus ojos oscuros, confundido, pero bien.
Paramédicos lo llevaron en ambulancia al Hospital General de Pénjamo, Abraham nació a las 10:12 de la noche, otra vez.
Pénjamo, Gto.- Abraham nació por segunda vez a las 10:12 de la noche el domingo 25 de febrero, cuando tenía un año y 8 meses de edad, lo parió la tierra.
Apenas despertaba la mañana tardía de domingo en la comunidad Buenos Aires, Pénjamo, cuando a Abraham se lo tragó la tierra, nadie sabía que más de mediodía después lo entregaría de nuevo, sano, salvo, sin rasguño alguno.
Fueron las 13 horas más largas de su corta vida, las peores para su familia que lo escuchó llorar dentro de la tierra.
El fondo de un pozo lo tenía sujeto ocho metros bajo tierra en el patio de su casa, cayó por accidente, por descuido, porque nunca nadie piensa que le puede pasar nada, pero pasa, fue su madre quien lo encontró primero.
La llamada de auxilio llegó primero al teléfono de Cruz Roja a las 9:39 de la mañana a las 9:40 la recibió Bomberos, ambos cuerpos de emergencia se trasladaron a la comunidad, el escenario pudo ser peor pero el pozo estaba seco y el llanto del fondo les dio esperanza.
La labor sería difícil, no hay domingo sin sol y así lo fue, caía a plomo sobre el pozo al mediodía, el Sistema de Urgencias del Estado de Guanajuato que llegó minutos antes, ya trataba de alcanzar al pequeño Abraham, mientras llegaba el grupo especialista en rescates, USAR, no tardó mucho en llegar.
La familia no podía hacer más que mirar, y estar pendientes de cualquier necesidad de ayuda, llegó luego maquinaria pesada, se cavaría una zanja adjunta al pozo de medio metro de diámetro, luego se excavaría manualmente de forma horizontal para alcanzar al pequeño.
Alrededor de las 14:00 horas de la tarde vino un nuevo respiro, el ojo de una cámara de exploración permitió ver al pequeño, asustado, sucio, pero vivo, ver el llanto fue un alivio, la excavación siguió su curso, fue más fácil darle de beber, la jornada sería larga.
Cuatro horas después, a las 6:30 de la tarde, la zanja estaba terminada y se contaba con un túnel y ventana al pozo, que permitió el contacto directo con el menor, que se encontraba cubierto con escombros hasta la mitad del cuerpo.
Un par de horas luego, Abraham, sintió de nuevo el roce de una mano, se tenía contacto físico, había que quitárselo a la tierra, poco a poco con pulso quirúrgico, salió con un llanto aliviado, llamando a su mamá, gris, lleno de barro a la cintura, sus ojos oscuros, confundido, pero bien.
Paramédicos lo llevaron en ambulancia al Hospital General de Pénjamo, Abraham nació a las 10:12 de la noche, otra vez.
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