Nada extraordinario

Al final, las cosas siempre toman su curso. En Nuevo León podrán decir lo que quieran, sentirse grandes por el hecho de llegar a una final del Mundial de Clubes. Sin embargo, hoy mismo, todo mérito queda anulado.

Hoy quedó claro que Tigres logró llegar a esta final, gracias a la eliminatoria que le tocó, en la cual, la mayoría de los otros equipos mexicanos que han participado, también habrían logrado el pase a la final. Los regiomontanos llegaron a esta final venciendo al peor campeón de la Copa Libertadores en muchos años. Un campeón que no fue capaz de anotar un solo gol en la competición y que no termina en último lugar del torneo, porque el sistema de competencia les da el pase directo a semifinales.

Felicidades a los Tigres por haber hecho lo que casi todos los mexicanos han hecho: caer ante el campeón de la Champions League.

Y aquí radican las formas. Una vez más, como en casi todas las finales importantes, Tigres se plantó y fue Tigres, muriéndose de nada dejó pasar la oportunidad de buscar el ataque. Manuel Neuer prácticamente ni tocó la bola y Gignac pasó más tiempo gritándole a los árbitros que generando el futbol que había estado mostrando contra equipos inferiores.

La afición tigre puede estar satisfecha, lograron más de lo que habrían soñado hace 10 años. Sin embargo. No se logró nada extraordinario. Tanto Monterrey como América mostraron mejores cosas ante los campeones de Europa.