Necesario valorar salud mental de los niños por regreso a clases: Patricia Jiménez
Indicó que generalmente los menores acudían al psicólogo por problemas de conducta o autoestima, pero a partir del confinamiento, despuntaron los problemas de ansiedad, depresión y estrés.
Durango, Dgo. Con el regreso a clases, es necesario que se valore la salud mental de los niños por pandemia, y una opción es que en las escuelas se cuente con un trabajar social o un psicólogo para valorar a cada uno de los pequeños, y en caso de detectar alguna conducta fuera de lo normal, se comience con alguna terapia, dijo Patricia Jiménez, diputada local por el Partido Acción Nacional.
Dijo que la depresión, ansiedad, irritabilidad, desgano, pesadillas y problemas alimenticios, entre otros trastornos emocionales, son las secuelas que ha dejado en niños y adolescentes el aislamiento en el que han vivido durante año y medio por la pandemia.
Por otro lado, permanecer muchas horas en la computadora genera estrés y ansiedad, mientras que el poco contacto social afecta las emociones, hábitos diarios, entre otros.
Indicó que generalmente los menores acudían al psicólogo por problemas de conducta o autoestima, pero a partir del confinamiento, despuntaron los problemas de ansiedad, depresión y estrés.
“Ahora hay niños desde los nueve años de edad con ataques de ansiedad, adolescentes con parálisis y problemas de sueño, entre muchos otros trastornos. Los niños están expuestos a un peligro invisible que provoca muertes. Llama la atención la manera en la que los niños, de cualquier edad, hablan con tanta naturalidad de la muerte, pues ha sido imposible ocultarles la realidad, y ellos saben que hay miles de vidas que se están perdiendo a causa de esta enfermedad”.
Destacó que esta situación inesperada y de extrema gravedad desencadena una reacción psicológica donde se experimentan estados de incertidumbre, desánimo, tristeza, ansiedad, así como malestar psíquico y general.
A esta amenaza se suman otros factores estresantes, tales como limitaciones que supone el confinamiento y afectación o muerte de algún familiar, incluso en muchas ocasiones sin haber podido elaborar el duelo.
En la etapa preescolar, el miedo a estar solo, a la oscuridad o las pesadillas, las conductas regresivas, los cambios en el apetito y un aumento de rabietas, quejas o conductas de apego son las reacciones más esperadas.
De seis a 12 años podrían manifestar irritabilidad, pesadillas, problemas de sueño o del apetito, síntomas físicos como dolores de cabeza o dolores de barriga, problemas de conducta o apego excesivo, así como pérdida de interés por sus compañeros y competencia por la atención de los padres en casa.
De igual manera, en adolescentes de 13 a 18 años pueden ser habituales los síntomas físicos, problemas de sueño o apetito, aislamiento de compañeros y seres queridos, pero también un aumento o disminución de su energía, apatía y desatención a los comportamientos referidos a la promoción de salud.
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