Si no es por bonito, es por aferrado

"Una de las grandes inquietudes del ser humano es la búsqueda del poder y la mayor de sus limitaciones es la incapacidad para administrarlo", dice Vladimir Carazo Serrano.

El gran cuestionamiento, hasta cierto punto existencial, que nos planteamos los humanos en relación a la búsqueda del poder es para qué, una vez obtenido, de qué nos serviría ¿Alimento del ego? ¿Sensación de superioridad? ¿Control? El exquisito pero peligroso sabor de autorrealización. 

Los políticos, cuando generalmente los he cuestionado sobre sus aspiraciones por conseguir triunfos electorales responden que usarían el poder para ayudar, pero qué cómodo es ayudar desde el poder, por qué no ayudar desde la miseria, en todo caso el segundo acto tendría más mérito que hacer labor social desde una posición privilegiada. Le pongo un ejemplo: 

Los Rodríguez Espinoza, una familia "clasemediera" ella enfermera, él trabajador de Telmex, hijos, economía limitada, pero con una gran misión de vida. 

Resulta que Alma (la matriarca) era enfermera del IMSS y durante años vio como los familiares de los pacientes (incluso de otras partes de la república) pasaban las de "Caín", sin dinero, sin conocidos, nadie les cercaba un taco.

Entonces comenzó la magia, todos los sábados, la familia junto con algunos voluntarios y amigos hacen burritos y café e invitan a los peregrinos que tienen enfermos internados a desayunar a la casa y no son ricos, no son alcaldes ni diputados, son seres humanos comunes y corrientes. 

Ahí radica el verdadero servicio.

Luis Fernando Salazar obtuvo negativa a su recurso de impugnación para ser candidato de Morena a la alcaldía de Torreón, va a apelar ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, pero por lo pronto "candadeó" la competencia, de última hora y en una maniobra altamente sagaz pensó: 

Mi nombre aparece porque aparece en la boleta, así que inscribió a su padre ante el INE como candidato, finalmente se llaman casi igual, el licenciado Luis Fernando de la Asunción Salazar Woolfolk no es militante de Morena, es mejor dicho un abogado de derecha, tanto que nadie (pero absolutamente nadie) podía creer cuando trascendió la especie.

Tengo dos lecturas de la designación del candidato de Morena a la alcaldía de Torreón: 

La primera es que debemos reconocer la astucia y sagacidad de Salazar, a pesar de ser un hombre joven (en relación a sus contrincantes) sabe de estrategia y cómo moverse en tiempos de crisis (habilidades que no todos tenemos) y dos, El Hooligan sigue enojado, es más creo que está furioso, con ganas de legitimarse con todos, con sus seguidores y con sus detractores a pesar de todo y a toda costa, "si no es por bonito, es por aferrado", dirían las abuelitas. 

La pregunta que le haré algún día es para qué quiere ser alcalde, cuál es su objetivo. 

Por lo pronto esperen, que se va a poner bueno.

angel.carrillo@multimedios.com