"Trabajando soy feliz, no quiero vivir en la calle": haitianos buscan oportunidades en Monterrey
Cientos de haitianos han llegado a la ciudad en busca de oportunidades de trabajo. Ésta es la historia de tres jóvenes que dejaron la isla ante la apremiante situación que los deja varados y sin opción de regresar.
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Acompañado de su hijo pequeño y su esposa, Danel Dimanche, haitiano de 34 años observa a lo lejos la fila que realizan sus compatriotas y otros migrantes centroamericanos afuera de Casa Indi en Monterrey para recibir su segunda comida del día.
Originario del país caribeño pero hasta hace tres meses asentado en Chile, al sur del continente, no pudo continuar su vida en aquel territorio andino por falta de documentación para seguir trabajando.
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Por lo tanto, Dimanche decidió emprender como hace cuatro años lo hizo de Haití, una nueva y riesgosa aventura de la mano de sus casi únicos seres queridos que le quedan, pues su mamá y su papá murieron en la Isla, y ahora solo tiene a su papá adoptivo, que le envía periódicamente dinero para continuar el viaje al norte.
Como la mayoría de los isleños, Danel sufrió el catastrófico clima en el aquel país, mismo que le obligó a salir con rapidez y poco a poco ir olvidándose de su origen.
“En mi país hay mucho problema, no tengo familia, mi mamá se murió, mi papá se murió también y después con mi padre adoptivo, es muy bueno, el me pasa la plata yo estoy acá y me envía la plata para comer y vivir”, dijo.
A pesar de que el plan original podría haber sido la escalada a suelo de los Estados Unidos, él ahora solo quiere conseguir un trabajo en México que le permita ausentarse de una velada sobre las calles ahora de la Sultana del Norte.
"Yo quiero vivir aquí (México), nunca más en Haití, no quiero vivir en la calle con mi familia, con trabajar yo soy feliz", expresó comentando que podría trabajar de cualquier cosa en la que le den oportunidad, pues durante su trayecto de meses, no ha podido conseguir empleo un solo día.
Matizó que a pesar de tener la posibilidad legal de trabajar en México durante un periodo temporal en lo que se arregla su estatus, dice que la gente local no quiere dar empleo a los haitianos, aunque desconoce la razón concreta.
Aclaró que las caravanas de migrantes, al menos de aquel país, van cargados con dinero, pues para atravesar las fronteras centroamericanas se necesita de él.
"Nosotros haitianos gastamos mucho plata para pasar a México, si nosotros no tenemos plata no podemos pasar, la ola de gente que viene para acá gasta mucha plata", relató Dimanche.
En su camino para ingresar al país y deambular por momentos en Tapachula, Chiapas, tuvo que caminar, tomar autobús, usar taxi y continuar a pie. Hasta el momento dice, han podido sobrevivir en condiciones limitadas con sus ahorros y los envíos que hace su papá adoptivo y el de su esposa a una tarjeta de banco.
Hermanos emprenden camino al norte con sus familias
Un par de hermanos con acento chileno, pero de origen haitiano dialogaban sobre su futuro con un asesor en temas migratorios dentro de la Casa INDI, a unos metros del comedor, donde tocaba el turno de los hombre adultos.
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El 7 de agosto, Jonathan Antoine y Peterson Gentilhombre, salieron de Chile con sus familias y otro más de sus hermanos, un total de 10 integrantes, el objetivo, los Estados Unidos.
Su travesía para llegar a Monterrey el pasado 19 de septiembre, fue cruzar varios países sudamericanos, adentrarse sin comida y con miedo a la selva de El Darien entre Colombia y Panamá e ir perdiendo dinero y pertenencias hasta quedar desamparados en la capital de Nuevo León.
Jonathan tuvo muy claro que en su viaje, no hubo bondades, sino todo lo contrario, esto al explicar que los llamados "polleros", les solicitaron mil dólares por persona para cruzar la frontera hacia Estados Unidos, pero después de entregado el dinero, simplemente aquellos traficantes desaparecieron.
“Nos piden mil dólares por persona para cruzar a la frontera, nos la piden, la damos y nos dejan botados, nos bloquea las llamadas, están robando la plata,”, indicó.
Una más, pues asegura que taxistas, comerciantes y otras personas que conocen en su viaje, buscan aprovecharse de ellos al ver su color de piel y la situación apremiante por la que atraviesan.
"En el camino de nosotros no encontramos ayuda, solo encontramos personas que se aprovechan, siempre", dijo.
Agregó que un taxista le cobró una tarifa excesivamente alta cuando se dirigía al hospital para que su hija enferma fuera atendida.
Considera que dichas personas han abusado del miedo que tienen los migrantes como él y su hermano, de ser detenidos o deportados por las autoridades.
A pesar de los malos tragos, ambos continúan con la ilusión de entrar a Estados Unidos, donde dicen, los esperan familiares, sin embargo, el camino tiene cada vez más adversidades.
Para ellos no es opción regresar a Haití, como para la mayoría, pues el clima que se vive en la Isla, es de auténtico caos.
“¿Como uno puede volver allá si hace poco mataron al presidente?, la gente no está trabajando, si las personas que estamos fuera del país apoyamos a nuestra familia que esta allá, es imposible regresar a Haití”, comentó Peterson.
Ambos lamentan las condiciones en las que han vivido estos últimos meses en su viaje y ahora en Monterrey, pues en Chile eran trabajadores con experiencia y con posibilidades dignas, aunque su cédula vencida los exilio.
En tanto, esperan que pronto su situación en México se regularice para empezar a trabajar y poder tener un poco de calidad de vida.
"Con el corazón te duele porque somos casi todos paisanos. Cada uno tiene su historia, yo estuve un momento llorando por mi hija porque estaba enferma y tuve que transportarla en bus todo el tiempo. Nosotros no tenemos nada”, dijo Jonathan sobre la situación de la ola migratoria de haitianos en su mayoría provenientes de Brasil y Chile.
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