Ventajas y desventajas del home office
A algunas personas les agrada la idea de trabajar desde su casa, sin embargo otras prefieren ir a la oficina
Home Office es una de las estrategias que muchas empresas implementaron a raíz de la cuarentena que se está viviendo para evitar propagar el COVID-19 y aumentar el número de contagios por lo que miles de trabajadores pasaron de trabajar en una silla de la oficina a una silla en la comodidad de sus hogares.
Y es que la idea de estar en tu casa todo el día resulta muy cómoda y placentera, en teoría, así debería ser y ante esta idea, TELEDIARIO realizó un sondeo con varias personas para conocer sus experiencias que desde hace poco más de una semana están llevando a cabo.
Una de las ventajas que destacan respecto al home office es el poder despertar más tarde; de despertar a las 6-7 de la mañana para poder arreglarse, desayunar un poco y prepararse para llegar puntuales a las instalaciones donde laboran, ahora solo tienen que despertar y acudir al espacio destinado para trabajar.
“Me hace un poco más productivo, a pesar de que estoy en mi casa, tengo menos distractores de gente que llega a interactuar conmigo e interrumpe mi flujo de trabajo", expresa Sinohé Vázquez, editor de video.
La comunicación efectiva es un ámbito que también se ha visto debilitado ante esta alternativa, alentando el proceso en que esta se desenvuelve, los correos electrónicos, llamadas y mensajes telefónicos han convertido en las bases de la comunicación bajo este modelo de trabajo.
“Si tienes una duda, preguntarle, no con la necesidad de enviar un correo, un mensaje y estar esperando, estar todo el día atenta a si te escribieron, a ver si necesitas alguna corrección”, comenta Carolina Ramírez, quien trabaja en una agencia de marketing.
No obstante, al preguntarles si podría durar algunas semanas o incluso meses más trabajando de esta manera, se refleja en sus miradas para después confirmarlo con su voz una sensación: inquietud.
A final de cuentas, el aislamiento social al que se ha tenido que recurrir por recomendación gubernamental termina siendo un arma de doble filo. Las rutinas se detienen, las salidas se reducen a prácticamente ninguna, las actividades diarias se ven forzadas a cambiar drásticamente.
Hoy, las oficinas lucen desoladas, las casas, más habitadas que nunca. A través de las ventanas de algunos edificios se puede visualizar varias personas sentadas frente a una computadora. Todos trabajando cosas diferentes, pero compartiendo el mismo pensamiento: ¿cuánto durará esto?
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