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Qué sucedió en Ayotzinapa y qué buscaban los estudiantes desaparecidos

Hoy se cumplen 9 años de una de las mayores tragedias que ha ocurrido en México y que impactó a todo el país.

Redacción México /

Nueve años exactos han pasado de esa noche del 26 de septiembre de 2014, en la que 43 normalistas de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, en el poblado de Ayotzinapa, Guerrero, desaparecieron en el municipio de Iguala, a poco más de 100 kilómetros de distancia de la capital del estado, Chilpancingo.

Como responsables de esta tragedia que sigue vigente en el 2023, se han señalado, entre otros, al alcalde de Iguala, José Luis Abarca, a su mujer, María de los Ángeles Pineda Villa, a policías municipales y estatales, al grupo del crimen organizado Guerreros Unidos, y hasta al Ejército mexicano.


Explosión en Armenia/ Especial
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¿Qué paso con los normalistas de Ayotzinapa en Guerrero?


A lo largo de los años, tanto en la administración del actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, pero sobre todo durante el sexenio del priísta Enrique Peña Nieto, se manejaron diferentes versiones sobre lo que ocurrió en aquel año 2014 en Iguala, Guerrero.

En principio, se manejó que los normalistas querían boicotear un evento político del alcalde José Luis Abarca y su esposa María de los Ángeles Pineda, sin embargo, la versión más aceptada tiene que ver con grupos del crimen organizado y tráfico de drogas.

Y es que ese día, como ya era costumbre para los normalistas, tenían como encomienda tomar autobuses de pasajeros para ir en caravana a la Ciudad de México a manifestaciones por la conmemoración de la Matanza de Tlatelolco, ocurrida el 2 de octubre de 1968.

Bajo esa premisa, los normalistas eligieron realizar el secuestro de los autobuses en el municipio de Iguala, y no en la capital Chilpancingo, donde normalmente lo hacían, ya que consideraron que en este sitio habría menor vigilancia policiaca.

Se indicó que los estudiantes viajaron desde la Normal Raúl Isidro Burgos en Ayotzinapa, mediante dos autobuses de los cuales ya se habían apoderados previamente.

Al llegar a Iguala, los normalistas formaron dos grupos, unos partiendo a la terminal de autobuses y otros quedándose tomando la caseta de cobro para recaudar dinero.

Después de una serie de conflictos con choferes y trabajadores, los dos grupos se reunieron de nueva cuenta en la central, para salir del municipio con los dos autobuses originales más otros tres que habían secuestrado.

Tres de los autobuses salieron hacia el norte del municipio, mientras que otros dos salieron al lado contrario, al sur.

El primer grupo con tres autobuses fue atacado a balazos por policías municipales luego de pasar por el zócalo, donde se llevaba a cabo el acto público del alcalde Abarca.

El saldo de esa persecución al primer convoy de los normalistas fueron varios heridos de gravedad y la detención de alrededor de 20 normalistas que viajaban en el último autobús de ese grupo de tres vehículos pesados.

Mientras tanto, de los otros dos autobuses que tomaron rumbo hacia el sur del municipio, el primero alcanzó a llegar a la salida de Iguala, donde policías les dieron alcance y se enfrentaron con ellos hiriéndolos con gas lacrimógeno y reteniéndolos. Para el segundo autobús, la suerte sería más o menos la misma, pues la Policía Federal los detuvo, aunque algunos pudieron huir hacia las afueras de la ciudad.

La versión citada, indica que los estudiantes fueron reagrupados y que estos pidieron ayuda a compañeros normalistas y convocaron a una rueda de prensa para intentar exhibir las agresiones de las autoridades.

Sin embargo, a media noche en el lugar, y ya con presencia de algunos miembros de la prensa, un grupo armado atacó indiscriminadamente a la multitud, ahí, dos estudiantes murieron y otros más resultaron heridos.

Investigadores independientes creen que además de los estudiantes que fueron llevados por la Policía de Iguala aquel día, miembros del crimen organizado habrían capturado al menos a otros 10 jóvenes aquel día luego del mencionado segundo ataque.

Estos hechos resonaron en todo el país, y pusieron bajo el rigor del escrutinio público a las autoridades investigadoras que se encargaron en su momento de dar una resolución a lo sucedido.

Tanto Tomás Zerón, en ese entonces titular de la Agencia de Investigación Criminal, como su jefe, Jesús Murillo Karam, procurador general de la República, defendieron un desenlace de la historia sobre los normalistas que no acababa de convencer a los expertos independientes, generando a su vez duda en la ciudadanía y rechazo por parte de los familiares de los 43 normalistas de Ayotzinapa.

De acuerdo con la llamada “Verdad Histórica”, impulsada por el gobierno de Enrique Peña Nieto, la Policía de Iguala y de Cocula, municipios colindantes, se asociaron con Guerreros Unidos para desaparecer a los normalistas.

Los policías los habrían entregado al grupo criminal, y a su vez estos, los habrían asesinado y calcinado sus cuerpos en un basurero justamente en Cocula, para finalmente arrojar sus restos al Río San Juan.

Más tarde en el seguimiento de esta investigación, un equipo de forenses externos, enviados por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, descartó y declaró que era imposible que se hubiera quemado a decenas de personas en el señalado basurero de Cocula, por lo que se apuntó a que las entonces autoridades investigadoras de México habían montado los restos en el lugar, y probablemente encubrían los verdaderos hechos.

Como se mencionó, la versión más aceptada tiene que ver con el grupo del crimen organizado Guerreros Unidos, quienes habrían tenido nexos con las autoridades.

Los normalistas de Ayotzinapa habrían secuestrado uno de los autobuses que este grupo delincuencial cargó con droga, por lo que se vieron envueltos, sin saberlo, en un obstáculo para la logística criminal de aquel grupo y probablemente de las autoridades coludidas con ellos.

Ya en el gobierno de López Obrador, quien prometió durante su campaña presidencial resolver el caso de los normalistas desaparecidos, Tomás Zerón y Jesús Murillo Karam fueron acusados de delitos relacionados con la tortura y la alteración de pruebas.

Pese a esto, y a nueve años de lo ocurrido, la administración federal actual sólo ha presentado un informe que, en opinión de algunos de los familiares de las víctimas, es muy similar a la llamada “Verdad Histórica”.


¿Qué buscaban los 43 normalistas esa tarde en Iguala?


Los normalistas de la Escuela Raúl Isidro Burgos buscaban apoderarse de diversos autobuses en el municipio de Iguala, Guerrero, con la finalidad de poder iniciar un viaje a la Ciudad de México en compañía de otros estudiantes de todo el país para conmemorar el aniversario de la Matanza de Tlatelolco ocurrida en el año de 1968.

Ayotzinapa está situada a un poco más de 200 kilómetros de Iguala, pero ese día, pensaron que era la mejor opción para apoderarse de los camiones, pues consideraban que no había mucha vigilancia policiaca.


bimc

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