Cristal, "vitamina" de diableros y chalanes en la Central de Abasto de la CdMx
Locales de fruta, verdura y pollo, además de diversas bodegas, forman parte de una red que comercializa esa droga “de moda” en el complejo mayorista, detectada ya por la fiscalía capitalina; una dosis cuesta apenas 50 pesos.
Emmanuel es diablero en la Central de Abasto de la Ciudad de México cuatro días a la semana, desde hace 15 años. En los pasillos de su zona de trabajo consigue cristal, la droga que consume. Lo hace, aclara, para soportar las pesadas jornadas laborales. La metanfetamina le inyecta energía, le da fuerza. Los chalanes de las bodegas de frutas le informaron dónde vendían. Compra en diversos puntos del sector de Flores y Hortalizas. Ahí, las dosis de cristal, cocaína y crack cuestan 50 pesos.
“El cristal es la droga de moda en la central”, suelta Emmanuel, nombre que eligió para identificarse. Ha sido testigo de la venta de sustancias en comercios de frutas, verduras y pollerías. Son dos negocios en uno. Encuentras, también, en las bodegas y con diableros. “Para ellos es un ingreso extra”, dice. No les compra porque manejan precios más altos.
“Es una red allá adentro. Grande. La venta es descarada”. Como en la Central de Abasto (Ceda) se trabaja día y noche, señala, consumen cristal los diableros y los comerciantes de tianguis que arriban a cargar mercancía en sus camionetas.
“Algunos lo toman como si fuera una vitamina. En la madrugada, la consumen para quitarse el sueño, para aguantar”.
Los datos entregados vía transparencia por la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJCDMX) confirman la red que detectó Emmanuel.
MILENIO examinó la incidencia delictiva de Iztapalapa, donde se ubica la Ceda, y encontró la dimensión del delito de narcomenudeo dentro de la zona comercial.
Tan sólo en la Central de Abasto, la Fiscalía tiene registradas, entre enero de 2018 y abril pasado, 311 denuncias por narcomenudeo: 253 corresponden a ese delito en su modalidad posesión simple y 58 registros fueron realizados en la modalidad de posesión con fines de venta, comercio y suministro. Otros delitos denunciados son extorsión, tentativa de extorsión, homicidio por arma de fuego, homicidio por arma blanca e incluso trata de personas.
La gravedad de la incidencia del narcomenudeo registrada en la Ceda se dimensiona al echar un vistazo al número reportado por el estado de Tabasco, donde en el mismo periodo fueron denunciados 403 casos, de acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Leopoldo Rodríguez Aranda, director general de Consultores en Gerencia Pública (Gesec), despacho especializado en seguridad y otras políticas públicas, mira a la Central de Abasto como una microciudad dentro de una ciudad gigante.
El especialista asegura que el boom del cristal se explica porque es una epidemia en varias zonas del país y su producción es sencilla. Además, comenta que algunas autoridades, sobre todo policías, están coludidos con los dealers.
Bajo el control de grupos criminales
El sitio web de la Ceda informa sobre su peso económico. Es el complejo mayorista más grande del mundo, donde llegan productos hortofrutícolas de 24 estados del país. Su superficie construida es de 327 hectáreas y tiene ocho sectores donde se venden frutas, legumbres, hortalizas, abarrotes, carnes y lácteos.
Tiene suficientes alimentos como para abastecer a más de 22 millones de personas en un día. El valor de su operación comercial de compra y venta asciende, aproximadamente, a 9 mil millones de dólares anuales, una cifra que sólo supera el mercado bursátil en la Bolsa Mexicana de Valores.
Rodríguez Aranda dice que la Central de Abasto tiene su propia lógica y un sector de la policía a su servicio. Algunas personas comienzan actividades desde las dos de la mañana. Otros se van después de las cinco de la tarde.
La Ceda se ubica en Iztapalapa, una de las entidades del país más conflictivas en violencia y delincuencia. Su geografía es estratégica para los criminales. La alcaldía colinda con el Estado de México. Eso facilita la conexión de los delincuentes con distintas rutas.
Rodríguez afirma que la distribución y venta de sustancias están controladas por bandas delictivas. Serían, analiza, células del Cártel Jalisco Nueva Generación y del Cártel de Sinaloa.
Trasladan y suministran la droga a grupos locales para el narcomenudeo, pero estas agrupaciones de la ciudad son independientes. No están directamente subordinadas a los cárteles nacionales, aunque tienen ligas. El Cártel de Tláhuac, que opera en la zona suroriente de la ciudad, y La Unión Tepito, dice, tienen el control real de la Ceda.
Enganchados por el 'cristal'
Roberto compra sustancias y es diablero en la central. Compañeros consumidores le presentaron a empleados de bodegas que venden o te conectan con otros trabajadores. Algunos diableros, indica, tienen dos oficios: son chalanes y dealers.
Roberto –nombre empleado para proteger su identidad– conoció a un chalán que vendía las sustancias a escondidas de su patrón.
“Él vendía mucha droga. Trabajaba para gente, porque adentro hay una mafia, grande. Otros chalanes son cómplices. Vigilan cuando vas a comprar”, afirma.
Te ofrecen cristal cuando llegas en la madrugada, detalla Roberto. “Es la que más se vende y consume porque es una droga barata, fácil de conseguir en todos lados”. Puede costar, incluso, 30 pesos. Altas dosis, revela, se venden en los sectores, ahí donde también te surtes de legumbres y hortalizas. Sus amigos consumen por la misma razón: para resistir al crudo ritmo de trabajo. O, al menos, bajo ese pretexto comienzan.
Un elemento preventivo del gobierno de la Ciudad de México, que trabaja en un área de inteligencia, confirma que consumen drogas los trabajadores –diableros o quienes cargan o descargan camiones– para aguantar sus pesados turnos, que arrancan en la madrugada.
“Desayunan y comen su droga. Muchos se han enganchado”, alerta. Su equipo ha detectado a vendedores que se mueven en vehículos particulares. Aparcan en los diferentes estacionamientos. Ahí llegan a buscarla.
Calcula que dos de cada 10 diableros o chalanes participan. “Igual que en Tepito, siempre hay clientela. Está pesado. El cabrón que quiera vender, se mete en un problema grande porque el negocio está controlado”.
Expone que en la Ceda –administrada por un fideicomiso integrado por el gobierno de la Ciudad de México y otros participantes– operan tres grupos delincuenciales. La zona está dividida. Son bandas locales, asegura, bajo el cobijo de organizaciones criminales nacionales.
Cateos
Cuatro órdenes de cateo en cuatro locales comerciales de la Ceda se registraron el 9 de octubre de 2020, en una colaboración entre la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) y la Policía de Investigación (PDI) de la FGJCDMX. En un comunicado, fechado ese mismo día, la SSC informó que la acción se emprendió tras denuncias ciudadanas.
Cuatro personas fueron detenidas en los inmuebles cateados. El despliegue operativo en los pasillos, andenes y estacionamientos resultó en el aseguramiento en flagrancia de 13 individuos más por posesión de droga y arma de fuego. Algunos medios hablaron de narcotúneles.
Se aseguraron 236 dosis “con un polvo blanco similar a la cocaína”, 210 bolsitas de marihuana y cinco dosis de metanfetamina. Además, 38 cartuchos de diferentes calibres, 36 máquinas tragamonedas y un arma de fuego.
En agosto del año pasado y en junio del presente, se solicitó a la Fiscalía, vía transparencia, que entregara las versiones públicas de las investigaciones iniciadas tras esa acción. En ambas ocasiones respondió que la Fiscalía de Investigación del Delito de Narcomenudeo no contaba con antecedentes de lo solicitado.
Tras impugnar la primera negativa, la Fiscalía admitió que se iniciaron dos carpetas de investigación, aún en trámite a finales del año pasado, y clasificó la información de acceso restringido en la modalidad reservada.
La Fiscalía de Investigación Territorial en Iztapalapa confirmó que el operativo fue en las instalaciones de la Ceda “por delitos ligados al delito de narcomenudeo”.
La Fiscalía informó que se han realizado siete cateos de inmuebles en la Ceda, de 2017 a la fecha. Son siete operativos –efectuados por la Fiscalía de Investigación del Delito de Narcomenudeo– contra 311 denuncias registradas por narcomenudeo, en dos modalidades, en un periodo similar.
Si se quiere atacar el problema, opina el consultor Leopoldo Rodríguez, podrían detenerse a los líderes que controlan el lugar, pero serán sustituidos por otros. Es necesario, agrega, identificar las causas estructurales y técnicas de las operaciones de la delincuencia.
Llama la atención, comenta, que en la Ceda no existan acciones más concretas de la autoridad. “Es porque –afirma– una parte está coludida con las bandas criminales”.
El número real del delito es mayor al oficial porque en México, explica el experto, se denuncian sólo 12 de cada 100 irregularidades.
Lo que al diablero Roberto le preocupa es que algunos de sus compañeros pasan días sin dormir. No frenan el trabajo. Conoce a varios cuyo consumo de cristal se convierte en una adicción. “Terminan mal. Ya ni aguantan el diablo”.
Conoció a un dealer de marihuana que asesinaron por, dice, disputas de la plaza. Es imposible comerciar por tu cuenta. “Tienes que trabajar para un cártel. La policía no se mete contigo porque estás respaldado. Si a mí se me ocurriera vender, me dan un levantón”.
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