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Conahcyt 'arrebata' becas a colombianas que viajaron a México para estudiar posgrado

Las estudiantes dejaron sus empleos, tomaron un avión, rentaron departamentos, pero el Consejo canceló sus becas.

Ciudad de México /

Hace unas semanas, Laura Salazar Olivares y Sonia Camacho llegaron al Aeropuerto Internacional de Ciudad de México procedentes de Colombia. Ilusionadas, pretendían estudiar un posgrado en una universidad mexicana, cargadas de emociones y con el objetivo de continuar su crecimiento académico y profesional en este país. Habían hecho su papeleo y recibieron el visto bueno de una autoridad dedicada a auspiciar la investigación.

María Fernanda Padilla también hizo su trámite y fue elegible para un posgrado en una universidad privada, en la Ibero Puebla. Pero ella vio algunas cosas que no la acababan de convencer, y ante situaciones adversas que visualizó ya ni siquiera hizo maletas y se quedó en Bogotá.


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Estos tres casos ilustran la problemática en la que está envuelto, por insuficiencia presupuestal, el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación (Conahcyt), que se vio obligado a recortar el sistema de becas del Sistema Nacional de Investigadores.

Cartas de aceptación de María Fernanda y Laura. | Especial
Cartas de aceptación de María Fernanda y Laura. | Especial


A lo largo de agosto y septiembre de 2023, cientos de alumnos mexicanos y decenas de extranjeros se han quedado sin ese estímulo académico prometido no sólo en instituciones de Puebla, sino también en universidades de Guadalajara, Estado de México, Ciudad de México y otras ciudades más.

MILENIO entrevistó a las tres estudiantes colombianas mencionadas, cuyo sentimiento es uno muy básico: frustración. Es comprensible pues luego de que fueran aceptadas para cursar una maestría en nuestro país, a cursar en distintas universidades y con la promesa de que recibirían una beca del Conahcyt, esta fue suspendida sin avisar, de la noche a la mañana. Se quedaron becadas y alborotadas, pero sin posibilidad de cursar un posgrado en nuestro país.


¿Beca? Cuando llegues a México


María Fernanda, periodista de formación, pasó un largo proceso para ser aceptada en el posgrado de Comunicación Social y Cambio Social en la Ibero, en el estado de Puebla. Por su parte Sonia Camacho, trabajadora social, realizó varias diligencias para ser admitida en Relaciones Económicas Internacionales y Cooperación en la Universidad de Guadalajara, de gobernanza pública.

En el caso de la nutrióloga Laura Salazar, la también estatal Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) le envió una carta en la que le confirmaba que había sido aceptada para estudiar de forma presencial el posgrado de Antropología de la Alimentación. Sin embargo, le sugerían tramitar un visado de residente en México, para no caer en alguna irregularidad.

Aunque Laura reside en Medellín, tal diligencia tuvo que realizarla en la Embajada de México, que está en Bogotá, por lo que en un par de semanas gastó en pasajes de avión para trasladarse entre la capital colombiana y a la ciudad antioqueña para hacer maletas. Fueron “tiquetes sencillos de 250 dólares”, recuerda Laura, quien en ese momento pensó que valía la pena: iba a viajar y estudiar en México.

María Fernanda, Sonia y Laura aplicaron para ser beneficiadas con el apoyo mensual de 12 mil 614 pesos del Conahcyt, que serían otorgados a través del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (SNII). Pero había un detalle en la “letra chiquita” que pudo constatar MILENIO: en la misiva que la BUAP le hizo llegar a Salazar, se advertía que la beca sería formalizada una vez que la estudiante se encontrara en territorio mexicano.


Reglas para asignación de becas cambian sobre la hora


Apenas hace unas semanas el Conahcyt–que nació en 1971 como Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, y que a partir de 2018 es dirigido por la doctora María Elena Álvarez-Buylla Roces, quien sugirió agregar lo de “Humanidades”– decidió cambiar un estatuto con el cual dejó varios posgrados en la categoría de “no elegibles” para recibir beca. Entre ellos, en efecto, están los de Antropología de la Alimentación, Comunicación Social y Cambio Social, así como Relaciones Económicas Internacionales.

Bajo los nuevos términos, aunque las becas eran articuladas entre el Conahcyt y las distintas universidades públicas y privadas del país, hoy nadie se hace responsable ya no se diga de responder por la promesa de becas, sino de siquiera haber emitido cartas de admisión para hacerlas venir a México o de informarles sobre estos cambios a tan sólo unos días antes de iniciar clases.

“En un plumazo me pasaron a no elegible”, se lamenta Laura Salazar. “Renuncié a mi trabajo en Colombia de nutricionista dietista, entregué mi apartamento, gasté millones de pesos colombianos para poder llegar hasta aquí [boleto aéreo de 250 dólares, más gastos de operación por desocupar el apartamento en Medellín y rentar uno nuevo en Puebla], tenía empleo en mi país. Pero llegué y me dijeron que mi posgrado no cumple con los lineamientos, ¡pero me lo dicen ya estando aquí!”.

Laura informa que en Conahcyt habló con Elizabeth Martínez, técnica del área de asignación de becas nacionales, quien le dijo: “busca otra beca, mira a ver qué posgrado está elegible… pero para el ejercicio presupuestal 2024”.

Sonia Camacho cuenta que realizó diligencias similares: compró pasajes aéreos, rentó una habitación en Guadalajara, legalizó documentos y demás, para sumar gastos superiores a los 500 dólares.

El común denominador para las tres jóvenes es que renunciaron a sus empleos en Colombia, se dispusieron a emprender una vida nueva y ese sueño se les truncó sorpresivamente. Tres días antes del inicio de clases, recibieron la desagradable noticia de que las reglas ya eran otras.

A Camacho, en una simple reunión y sin mayores detalles le informaron que el Conahcyt había cambiado sus criterios para otorgar becas en ciertos posgrados. Y con Fernanda pasó lo mismo:

“Para mí México representaba la garantía de cursar una maestría con un buen ranking. Las becas de Conahcyt eran una posibilidad de sostenimiento al que no tengo acceso en Colombia”, sostiene la periodista de 28 años.

Ambas colombianas hicieron todo lo posible para lograr solventar el problema económico que esto les representaba: pidieron la opción de tomar clases virtuales, aplazar los pagos, tomar menos materias. De nada sirvió, para la mayoría de estas opciones obtuvieron respuestas negativas.

María Fernanda, de plano, se quedó sin opciones, varada en su propio país, ya no alcanzó a viajar. Así que, con su ilusión aplazada, no le quedó de otra que comenzar de nuevo de cero en su país, sin trabajo y con su futuro académico trunco.

Sonia sí viajó a Guadalajara, se arriesgó y pensó que allí iba a encontrar alguna alternativa. “Es muy duro estudiar una maestría y un empleo al mismo tiempo, pero lo haría, el problema es que ahora no tengo en México ni residencia de estudiante ni de trabajo”, señala con preocupación Sonia, quien ha intentado de todas las formas posibles cursar el posgrado en medio de la precaria situación económica. Por ahora, asiste a clases sólo como oyente.

Ella sabe que forma parte de las cinco estudiantes que fueron aceptadas en el programa de Relaciones Internacionales en Guadalajara, de las cuales, si la beca no llega, todas salvo una tendrán que darse de baja. Ese panorama es similar en diversos programas a lo largo del país.


Se ofrece a cuidar mascotas para sobrevivir


Contrariada al no recibir una respuesta favorable en las oficinas de Conahcyt de la Ciudad de México, Laura Salazar volvió a Puebla. Confiesa que sólo tiene un “colchón de dos meses de ahorro” para sobrevivir en este país. Por eso no lo pensó más: posteó en su Facebook que se renta para pasear mascotas, cuidar niños, limpiar casas o arreglar jardines.

“Soy muy buena cocinando, también en el cuidado de mascotas y niños, hasta puedo dar clases para jóvenes, y estoy en la búsqueda de un trabajo o intercambio. Mi posgrado no fue elegible para la beca, invertí todos mis ahorros para llegar hasta acá [pero] ya tengo mi tarjeta de residente temporal y me gustaría lograr mi título”, dice decidida.

Tantos han sido que entre los y las quejosas de la “no elegibilidad” del Conahcyt ya crearon un grupo de WhatsApp a escala nacional. La noche del 29 de agosto eran más de 100 miembros de estudiantes mexicanos y extranjeros a quienes de un día para otro les cambiaron el estatus de la beca en el postgrado. Extraoficialmente, entre ellos circula el dato de que el déficit en el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación rebasa los mil millones de pesos.

La dependencia, cuya meta es fomentar y generar ciencia y tecnología, corrió con una asfixia financiera semejante a la que en esta versión del Conahcyt también golpeó al Centro de Investigaciones y Docencias Económicas (CIDE).

Laura y Sonia quedaron en un grado de vulnerabilidad mayor al de otros estudiantes mexicanos, pues no sólo quedaron en total incertidumbre en lo académico, sino también en lo migratorio. Hasta ahora, nadie del Consulado o la Embajada de Colombia en México las ha contactado, incluso MILENIO buscó alguna respuesta por parte de los diplomáticos, pero no la hubo.

“Se maneja mucha burocracia, hay gente que me recomienda contratar un abogado, apelar mediante un amparo, porque el documento que tengo me habla de formalizar una beca estando acá, la BUAP me brindó una carta de admisión, que una vez que pise territorio nacional iba a obtener la beca… entonces, mientras, busco un trabajo o algún intercambio, y dejo como última opción regresarme a Colombia”, insiste Laura Salazar.

Viacrucis también para mexicanos


Carmen Lambertinez Arrieta, ella nació en México, viajó de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, hacia Puebla. Su intención era estudiar Antropología de Alimentación, tramitó su firma electrónica (FIEL) para recibir la beca y dedicarse de tiempo completo al posgrado para generar ciencia e investigación, pero se encontró con la desagradable noticia.

“Soy una persona que aspira a tener un postgrado de alta calidad, me dije ‘soy nutrióloga, y este postgrado es otra forma de ver el proceso alimentario’, [gracias a la beca] no tienes que trabajar, sí te piden tu firma digital, entiendo que el gobierno te dice ‘te estoy dando este recurso de los impuestos del pueblo, para generar ciencia e investigación’ y al final te dejan colgada”, lamenta esta chiapaneca.

Carmen, al igual que las estudiantes colombianas, hizo su papeleo y cursó un propedéutico en línea para poder ser elegible al posgrado. Las cosas marchaban en orden, pero de repente todo se derrumbó.

“Ya estábamos en clases de tiempo completo, pero cambió un estatuto cuando ya estábamos tomando clases”, revela la nutrióloga. “Esto pasó con doctorados y con maestrías en todo el país. Literal, nos dijeron, ‘sí vente, hay beca’, y luego no te hablan con claridad”.

Carmen informa que estudiantes del doctorado de Política y Procesos Educativos de la Universidad Pedagógica Nacional y de la maestría en Administración Pública también se quedaron sin “elegibilidad” de beca.

En Veracruz, el 24 de agosto pasado, cientos de estudiantes que buscaban su especialidad salieron a marchar por las calles de Xalapa y de la zona universitaria para recriminar que con los nuevos estatutos del Conahcyt casi 100 posgrados se quedarían sin financiamiento. Lo hicieron al grito de “Becas sí, recorte no” y, aunque se presentó una lluvia, continuaron con su protesta.

Un par de días después, Édgar González Gaudiano, director general de la Unidad de Estudios de Posgrado de la Universidad Veracruzana (UV) expresó que había “muchas dudas” acerca de los parámetros aplicados para tomar este tipo de decisiones por parte del Conahcyt. No era algo que se le pudiera achacar sólo a la Universidad Veracruzana, sino a la mayoría de las instituciones de educación superior del país que tenían acuerdos con el que debería ser uno de los máximos entes de docencia e investigación.

González Gaudiano continúo con su explicación: “El temor de la comunidad es que los recursos asignados sean insuficientes, no conocemos los criterios de Conhacyt para tomar esta determinación, hay programas que para la universidad son muy importantes, como la maestría en Ciencias Alimentarias –en un país que no tiene resuelto sus problemas de soberanía en ese rubro–, o la maestría en Gestión Ambiental para la Sustentabilidad, que quedó fuera de la asignación de becas, pero que es un posgrado que está resolviendo problemas en la formación de gestores comunitarios”.

Hace algunas semanas, Conahcyt notificó a la UV que sólo 27 de sus 133 programas educativos registrados ante el Sistema Nacional de Posgrados (SNP) eran elegibles para becas. A partir de ese momento la institución veracruzana inició un intenso proceso de gestión y negociación con las autoridades del Conhacyt, el cual, hasta ahora, ha resultado infructuoso.


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Noé Zavaleta
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