Crimen organizado ataca a militares con armas hechas por el Ejército mexicano
Aumenta entre soldados la preocupación por los hallazgos del arma FX-05, diseñada para uso exclusivo del Ejército, en manos de la delincuencia: “ahora con esas nos tiran a matar”.
El agente mayor de la Guardia Nacional E.A. supo que había salvado su vida casi milagrosamente cuando abrió la puerta y encontró las municiones calibre 5.56 con las cuales le habían disparado, sin éxito, a la cabeza. Las balas estaban en el piso, junto al retrete de la habitación principal de una casa del fraccionamiento Misión del Valle, en Morelia, Michoacán, debajo de la ventana que daba a la calle. Rodeadas de gotas y trazos de sangre, evidenciaban que el sicario que las cargaba había sido asesinado mientras apuntaba a los uniformados.
El alivio pronto se convirtió en sorpresa cuando el agente mayor vio el rifle de asalto que usaba aquel pistolero del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Aunque la mirilla había sido modificada y sobre la culata negra le habían impreso un camuflaje rojo, la silueta era inconfundible: a E.A. lo quisieron matar el 4 de abril pasado con un FX-05, un arma de elaboración mexicana y el orgullo de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
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“‘¿Eh? ¿Esta no es el arma de los soldados?’, le pregunté a mi mando”, me dijo frente a un refresco que pierde gas. “Y su respuesta me dejó frío: ‘Sí, ahora con esas nos tiran a matar’”.
El FX-05 no es “otro” rifle de alto poder en manos del crimen organizado. Este fue planeado en 2006 dentro de talleres militares con dos objetivos en mente: letalidad y exclusividad. En su nombre completo lleva el encargo: también le llaman “Xiuhcoatl”, que en náhuatl significa “Serpiente de fuego” y alude al arma más poderosa en el arsenal de Huitzilopochtli, el dios de la guerra.
En su versión estándar avienta hasta 750 balas por minuto sin calentarse. Cada munición avanza a una velocidad de 920 metros por segundo, es decir, incluso a un kilómetro puede atravesar a un hombre adulto. Tiene mira telescópica con riel. Indicador con mirilla nocturna. Culata con agarre ambidiestro. Y una bayoneta capaz de abrir un tórax, en caso de que se necesite para defensa cuerpo a cuerpo. Tan versátil que se le puede agregar un lanzagranadas y su peso máximo es apenas de 4.2 kilos, ya que fue diseñado tomando en cuenta la estatura, peso y fuerza del mexicano promedio que se uniría a la milicia. Ingeniería nacional al servicio de la guerra.
Por eso, entre militares, marinos, gendarmes y policías crece una callada preocupación por los hallazgos en los últimos años del FX-05 en casas de seguridad de empresas criminales, vehículos de cárteles y empuñados por sicarios por todo el país.
La falta de transparencia hace difícil conocer con precisión cuántas armas han sido robadas al Ejército mexicano o se han extraviado de las manos de soldados durante los últimos años. Sí se sabe, por una respuesta que dio Sedena a un ciudadano hace cinco años, que instituciones de seguridad locales y federales reportaron como extraviadas 15 mil 592 armas entre 2012 y 2018. Unas dos mil 500 armas son robadas cada año.
También se sabe que, actualmente, el gobierno mexicano incauta 57 armas por día, la mayoría de manufactura estadounidense, según la Cancillería mexicana. Y ahí se incluyen las “hechas en Sedena”.
Pero las pocas cifras que existen son insuficientes para comprender el miedo del agente E.A. cuando vio a la “Xiuhcoatl” con la que le tiraron a matar: van 45 militares asesinados en el sexenio y, por unos pocos metros, él no fue el 46 con un arma que, en teoría, se creó para defender a los soldados del crimen organizado.
Lo presumen en redes
Las evidencias del FX-05 en poder del crimen organizado se hallan fácilmente en internet. Un video que circuló en redes sociales en marzo del año pasado, y atribuido al Cártel del Noreste, muestra a un sicario disparando a soldados en Nuevo Laredo, Tamaulipas, con un FX-05. Otro video, ahora en Facebook, muestra a un presunto líder del CJNG apodado “El Yogurth” lanzando amenazas a sus rivales en Michoacán, mientras lo custodia un comando de hombres embozados y dos de ellos empuñan a la peligrosa “Serpiente de fuego”. Y lo mismo en cuentas de Instagram del Cártel de Sinaloa.
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El usuario de Twitter @Anzio20mmFIM92 tiene en su perfil una colección de imágenes de FX-05 decomisadas al crimen organizado: en casas de seguridad, bodegas, zonas rurales y urbanas. Sin embargo, una fotografía llama la atención por su ubicación: aparece una “Xiuhcoatl” colocada sobre la cajuela de una patrulla con un hombre detenido a bordo. El vehículo pertenece a la policía de Ciudad de México.
“Esto solo puede ser obra de la corrupción dentro de Sedena ya que cada vez es más común que los porte el crimen organizado imposibilitando que la ciudadanía logre identificar a fuerzas federales de crimen organizado”, escribió el analista anónimo de armamento bélico.
Basta ojear notas de prensa local y blogs sobre crimen organizado para hacer una lista de otros grupos criminales que tienen o han tenido el rifle de asalto hecho en Sedena y que, en teoría, es de uso exclusivo para militares son:
- Cártel del Pacífico
- Cártel Jalisco Nueva Generación
- Cárteles Unidos
- Familia Michoacana
- Cártel del Noreste
- Zetas
- Vieja Escuela
- Cártel Santa Rosa de Lima.
Oficialmente, la Secretaría de la Defensa Nacional no ha explicado cómo es que el FX-05 llega a manos del crimen organizado, pero el agente mayor E.A. tiene una teoría: alguien estaría robando las armerías del gobierno para venderlos al crimen organizado.
Trabajo sucio e interno
“Ya luego me explicó mi mando que hay gente dentro de la misma institución que saca un FX-05 pieza por pieza. Tardan días, pero así nadie se da cuenta y ya afuera se rearma y se vende por ahí de 50 mil pesos. Un negociazo”, cuenta E.A. mientras mira nervioso a las demás mesas del restaurante para asegurarse que nadie más lo escuche.
El agente mayor E.A. saca su teléfono e introduce en el buscador de Google dos palabras clave: “Sedena Leaks” y “venden armas”. De inmediato, aparecen referencias sobre archivos desclasificados por el Colectivo Guacamaya que incluyen un informe gubernamental con fecha del 10 de junio de 2019 que alerta sobre personal castrense que robaba equipo táctico —incluidas armas de alto poder— del Campo Militar 1 para entregarlo a un grupo criminal en el Estado de México.
“Y luego nomás pierden los FX-05 por ‘tontos’”, ironiza y muestra una noticia increíble de creer: tres FX-05 fueron robados en 2021 de la 12ª Región Militar en Irapuato cuando los soldados a cargo de las armas “olvidaron” los fusiles en un puesto de control. Convenientemente, alguien “adivinó” que los FX-05 estaban sin supervisión y los robaron. “¿Son tontos o traficantes?”, repite.
Carlos Pérez Ricart, investigador del CIDE y coautor del libro “Tráfico de armas y violencia”, no descarta el robo hormiga en las armerías mexicanas o que los soldados puedan entregar sus propias armas a los cárteles. Pero también ofrece una explicación mucho más peligrosa: esto no sería obra de unos pocos soldados sucios, sino de una amplia estructura de altos mandos.
“El principal mecanismo de distribución ilegal de estas armas al crimen organizado es a través de contratos que tiene la Sedena con los gobiernos estatales y posteriormente con policías municipales. Las secretarías de seguridad locales hacen la solicitud de compra de armamento a Sedena, por ejemplo, FX-05. Se estipula un monto, se hace el cargamento y en la entrega puede ser que lleguen menos armas a los estados que lo que indica el inventario.
“Ahí está la mayor área de corrupción: en la cadena de distribución. Y en todo ese proceso no hay regulación más que por la misma cadena de mano. Si se ponen de acuerdo dos o tres personas es relativamente sencillo que pueda producirse un caso de corrupción. Y esto es especialmente peligroso en un contexto en el que la Sedena tiene el monopolio de la distribución de armas y los secretarios de seguridad pública en los estados son militares”.
El agente E.A. guarda su teléfono y suspira. Su madre sobrevive de crisis nerviosa en crisis nerviosa porque sus tres hijos están en peligro: él es integrante de la Guardia Nacional, su hermano mayor es militar en Oaxaca y el menor es policía estatal en Guanajuato. Los tres han estado en balaceras donde el enemigo empuña una FX-05. Nadie se los cuenta: a los tres les han tiroteado con la “Serpiente de fuego”.
“Ojalá que un día no se nos acabe la suerte”, dice. “Y ojalá un día alguien se haga responsable de que los malandros anden armados con ese fusil”.
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