Violencia en Guerrero amenaza regreso a clases
El enfrentamiento entre las autoridades comunitarias de Ayahualtempa y el grupo criminal Los Ardillos ha puesto en duda la reanudación de las clases.
El próximo ciclo escolar, los menores que concluyeron el sexto de primaria en la localidad de Ayahualtempa dejarán de estudiar, simplemente porque no hay secundaria, ni maestros; y mucho menos computadoras o Internet para tomar clases a distancia.
Paradójicamente, el plantel más cercano se encuentra a un kilómetro atravesando la sierra, en la vecina comunidad de Hueycantenango, pero a ella nadie del pueblo va, pues -según habitantes consultados por MILENIO- implica el riesgo de morir dentro del ‘territorio Ardillo’.
“Con el pueblo de Hueycantenango no estamos en pelea, entre pueblos no, sino la pelea es de los sicarios de Los Ardillos, por su territorio de ellos, nos pelean, no veo cuál es el problema de ellos, ¿por qué asesinan a nuestra gente?”, así cuestiona Antonio Toribio, policía comunitario de Ayahualtempa, quien se convierte en una voz para los habitantes de esta pequeña localidad que quedó aislada ante la expansión del crimen organizado en Guerrero.
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Ayahualtempa, ubicada en la montaña baja, entre el municipio de José Joaquín Herrera y Chilapa de Álvarez, se volvió famosa por sus niños entrenados para disparar, actualmente con tres grupos capacitados para ello; por los enfrentamientos cotidianos entre la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC-PC) con el grupo delictivo que lidera Celso Ortega Jiménez; y por los muertos y desaparecidos que han emanado del conflicto.
Apenas la semana pasada, se sumó a la lista Máximo Claudio Hilario Morales, de 45 años, integrantes de esta policía comunitaria, quien salió el domingo a Hueycantenango para tomar cervezas y terminó sin vida en la carretera, presuntamente asesinado por este grupo delictivo.
“Por ser policía comunitario, nada más por gusto lo hacen, el señor que falleció el 25 (de julio) no tenía nada de dinero, digamos un hombre rico, no, nada de dinero, un campesino, trabajador, trabajaba en el campo”, advierte.
El conflicto entre el crimen por el control de una posición estratégica para el envío de drogas y control del transporte hacia la región de la Montaña, con los encargados de la seguridad de esta localidad llegó ya a las familias, pues habitantes temen que sus hijos puedan ser alcanzados por el fuego cruzado, incluso hay padres que están pensando inscribir a sus hijos fuera de la comunidad, ya sea en Chilapa o Chilpancingo, aunque ello implique un costo de hasta 150 pesos diarios por transporte.
“La verdad llevo como cuatro años ya sin salir, ni para Hueycatenango, ni para Chilapa… Sé que si voy a salir, ya no voy a llegar a mi pueblo, a mi casa, con mi familia.
“Los niños salen de la primaria y ahí nomás, ahí se quedan, uno que otro sí va para la secundaria… o al colegio bachilleres, los que salen a Chilapa, porque aquí seguimos corriendo”, dice Crescencio Morales, campesino, y desde hace tres meses electo coordinador regional de la CRAC-PC-PF en Ayahualtempa.
En años recientes, darles una pañoleta, una playera y un rifle a los menores, se había convertido en un método para presionar a las autoridades, que había funcionado para la instalación de filtros de seguridad del Ejército Mexicano y de la Guardia Nacional, quienes se mantienen en la zona con rondines cotidianos, pero, según acusan los integrantes de esta policía, no van por los verdaderos delincuentes.
“El gobierno no sé si no los conoce o se hace de la vista gorda, porque el Gobierno está, pero no hace nada, yo les planteé, si el gobierno no los conoce, yo sí los conozco, que nos dé permiso de entrar, y nosotros vamos y los agarramos”, dice Toribio.
De ahí, nació una nueva exigencia para la construcción de infraestructura mínima para sobrevivir el aislamiento impuesto por el crimen como una telesecundiaria, un bachillerato, una clínica y un banco del Bienestar, planteamientos expuestos ante las autoridades estatales y municipales apenas el 12 de junio pasado, y de los que no han visto avances, lo que podrían detonar una nueva confrontación.
“Nuestros niños a qué se dedican hoy, se dedican a jugar, el deporte, pero queremos una buena educación para ellos; y el Gobierno Federal, nuestro presidente AMLO se comprometió de que va a mandar maestros para los niños. Pero, ¿Por qué aquí no han llegado? ha abandonado a los niños.
“El gobierno es lo que no quiere, lo que no le gusta dice ‘no queremos que los niños se armen’. Pero vamos a esperar, vamos a ver y si no, pues ni modo, es lo que van a ver para defender a las comunidades, aquí lo que estamos haciendo es defender nuestra comunidad, advierte Luis Morales Rojas, integrante del consejo de Gobierno Nahua de Ayahuatempa.
Y una vez que concluyen la escuela, las opciones para estas infancias quedan en el campo o en algún oficio, y para quienes buscan la educación media superior, la situación es aún más hostil, pues las opciones a salir de Ayahualtempa o quedarse a la defensa del territorio.
“Para no armar a los niños… pues quién está queriendo armar a los niños, nosotros como padres queremos que estudien, que disfruten su niñez, pero a su vez con la presión de la delincuencia, se tienen que defender”, advierte Luis Morales.
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