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Asedian marinos a 'El Guano', el último patriarca de los Guzmán Loera y hermano mayor de 'El Chapo'

El más reciente intento de capturar a El Guano ocurrió en febrero, cuando personal de Semar detectó su escondite en Tamazula; huyó por una puerta falsa que da a un precipicio al menos una hora antes.

Óscar Balderas Ciudad de México /

Una casa de ladrillos blancos y azules. Con dos pisos, tragaluz y una cisterna pequeña. Con portón negro y una rampa de concreto que lleva a una cochera donde, en el fondo, hay una falsa puerta que lleva a unos cerros con precipicios afilados por donde se habría escapado por última vez El Guano, último gran patriarca del clan Guzmán Loera.

Así fue descrita una de las casas del hermano mayor del El Chapo Guzmán por vecinos de la comunidad del Durazno, en lo profundo de Tamazula, Durango, a elementos de la Secretaría de Marina. Por aire y tierra, las Fuerzas Armadas buscaron al misterioso capo entre el 23 y 24 de febrero con el objetivo de ponerlo en manos de autoridades de Estados Unidos, quienes lo consideran la segunda persona más relevante del Cártel de Sinaloa, sólo por debajo de Ismael El Mayo Zambada.

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​La búsqueda del Guano fue afanosa durante todo el operativo. Terca, dijo uno de los marinos que participó en el intento de arresto y que conversó con MILENIO a cambio de anonimato. Desde las faldas de la Sierra Madre Occidental, los agentes fueron recogiendo información de vecinos del Triángulo Dorado —a veces falsa, a veces con miedo— y contrastándola con los datos que les habían dado desde la Fiscalía General de la República (FGR) para hacer más efectivo su rastreo.

El dato de la casa blanquiazul coincidía. También la de una construcción de muros grises con aspilleras que fue ubicada por un helicóptero artillado de las Fuerzas Armadas. Pero para cuando los marinos pudieron llegar hasta esos escondites en El Durazno, El Guano parecía que se había convertido en polvo.

“Le alertaron mucho antes de que pudiéramos llegar. Ni siquiera estuvimos cerca de atraparlo… nos llevaba como una hora de ventaja”, contó el marino, incapaz de disimular su frustración. Según él, El Guano tiene en su lista de asesinatos a varios compañeros suyos que han querido detenerlo desde, al menos, 2016. “Hubiera sido más rápido llegar en helicóptero, pero hubiera sido casi imposible aterrizar sin que nos derribaran”.

En las casas vacías que catearon los marinos encontraron las huellas de un hombre que duerme bajo un crucifijo, con la Biblia de un lado y una pistola calibre 9 milímetros del otro. No usa camisas llamativas como la Barabas azul del Chapo ni joyería extravagante como la de Ovidio; en cambio, encontraron camisas sencillas, blancas, jeans discretos y botas de campesino. No hay rastros de botellas de whisky ni excesos: siendo uno de los mayores narcotraficantes del mundo, ya no bebe alcohol, no fuma ni consume drogas. Su vicio, dicen en Durango, es el poder.

Buscado por EU

El regreso de los marinos a la Ciudad de México con las manos vacías pulverizó la esperanza que había en el gobierno federal por su captura: los informes de inteligencia criminal cuentan que a sus 78 años —o 79 años, ni siquiera el Departamento de Justicia de Estados Unidos lo sabe con certeza— su salud está diezmada por una avanzada diabetes que afecta su velocidad para moverse por las barrancas del Pacífico. Pero eso, creían que sería un blanco fácil.

Aún así, Aureliano Guzmán Loera vale como si fuera un atleta bañado en oro: el gobierno de Estados Unidos ofrece 5 millones de dólares por su cabeza. El tamaño de la bolsa exhibe su peso en el tablero del crimen organizado binacional.

En noviembre de 2019, autoridades judiciales en Arizona le imputaron cuatro cargos criminales relativos al tráfico internacional de heroína, cocaína y fentanilo. Tres meses después, de nuevo en Arizona, le brotaron dos cargos más por distribuir desde México hacia Estados Unidos kilos de mariguana, heroína, cocaína y metanfetaminas.

Los seis delitos son suficientes para atarlo a una cadena perpetua como la de su hermano El Chapo; tan anhelado es su castigo que el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas le abrió su propio email para recibir información que lleve a su captura: guano-tips@dhs.ice.gov.

Pero El Guano parece que está dispuesto a hacer todo lo necesario para morir como un hombre libre. Fuentes federales confirmaron que, a diferencia de sus sobrinos Los Chapitos, Aureliano Guzmán Loera no usa teléfonos inteligentes, no se toma fotografías —nadie sabe hoy con exactitud su apariencia salvo por dos viejas imágenes— y no se deja ver por las zonas urbanas. Por viejo y por diablo ha aprendido de los errores de otros, incluida su familia.

Un documento elaborado por la Secretaría de la Defensa Nacional titulado “Infn. Guano”, y expuesto públicamente por el colectivo de hackers Guacamaya Leaks, exhibe la red de ojos que lo cuida de las Fuerzas Armadas: brazos armados como Los Acapadores de Droga, Los Cotero, La Válvula, Los Aboyta y funcionarios públicos retirados que van desde un juez hasta unos dos expresidentes de la Junta Municipal de Durazno en Tamazula.

Cercano a El Mayo

Cuando su hermano fue detenido por tercera vez, y extraditado hacia Estados Unidos, prefirió cortar lazos con su familia y formalizar una alianza con el Mayo, a quien considera más hermano que el Chapo: de él aprendió a operar con bajo perfil, a rehuir a las cámaras y a vivir en los cerros. Ambos partieron el Triángulo Dorados: Sinaloa y Chihuahua para Ismael Zambada y los suyos; Durango para Aureliano Guzmán Loera y sus aliados, cuentan los militares desplegados por la Sierra Madre Occidental.

Más tácticas ha aprendido de su “hermano” postizo: el primer círculo del Guano es reducido y de mucha confianza. Sin excepción, tienen formación militar y despliegan anillos de seguridad con halcones por la sierra. Sólo una cita aprobada por él —y pedida a través de una “secretaria”— logra penetrar esa guardia de unos 30 hombres armados que miran a todos y todo con desconfianza.

A pesar de su edad, su carácter explosivo es conocido por aliados y enemigos: militares desplegados en el Triángulo Dorado cuentan que El Guano aprobó recientemente el asesinato del Rafael Díaz Beltrán, alias Rafita, a quienes muchos consideraban como su hijo adoptivo y jefe de plaza en Tamazula, tras enterarse que había desobedecido la orden de no cobrar extorsiones a vecinos de Durango.

Aureliano Guzmán Loera hizo alarde de otro de sus alias, El Señor de la Muerte, y pidió emboscar a su “hijo” de 36 años: sicarios interceptaron a Rafita en el Durazno, a la altura del paraje La Cañada, y lo asesinaron de tres balazos. Esa fue la consecuencia de romper una de las reglas de oro del capo sinaloense: no se cobra “piso” a los vecinos, porque ser querido y respetado por la gente de la Sierra Madre Occidental no es un lujo, sino un indispensable seguro de vida.

No sería la primera vez que El Guano dirige su furia contra un ser querido. Entre las historias que se cuentan sobre él está un tercer apodo, El Caín, porque supuestamente ordenó la ejecución de su medio hermano, Ernesto Guzmán Hidalgo, de quien sospechaba que vendió información a la DEA que ayudó a la detención del Chapo.

La cacería en su contra, desatada hace unas semanas, apenas ha rendido insignificantes triunfos, si se comparan con la estatura criminal de Aureliano Guzmán Loera: el 11 de marzo fue detenido Bernardino Esparza, alias El 08, uno de sus operadores en Culiacán, de quien se había distanciado luego de enterarse que acumulaba varios secuestros de mujeres, un delito detestado por los Guzmán Loera cuando se hace contra familias no relacionadas con el crimen organizado.

Algo novedoso sí encontraron los marinos frustrados por la última huida del Guano: un par de gorras con tres letras bordadas, Ce, De, Ge. Confundidos por un momento, los uniformados creyeron que, de algún modo, la vestimenta del Cártel del Golfo había llegado desde Tamaulipas hasta Durango.

Luego entendieron que, en realidad, aquello era un demostración más del poder de Aureliano Guzmán Loera: CDG significa Cártel del Guano, el primer cártel que no lleva el nombre de la localidad donde se engendró, sino de un capo. Y no uno cualquiera, sino de los más buscados en México y Estados Unidos.

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