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Mercado negro de vapeadores deja ganancias millonarias al narco: así los traen desde China

La prohibición de los vapeadores en México ha hecho que su mercado negro y venta ilegal aumente; los grupos criminales encontraron ahí una forma de expandir sus ganancias.

Óscar Balderas Ciudad de México. /

El creciente consumo de los cigarros electrónicos, también conocidos como vapeadores, ha originado su inevitable llegada al mercado negro en México, donde el gobierno de Andrés Manuel López Obrador se ha mostrado en contra de su consumo y comercialización en negocios informales.

Tan sólo en China, al año se producen más de 200 millones de vapeadores, según datos de la Cámara de Comercio de dicho país; mientras, los clientes de estos suman unas 82 millones de personas en todo el mundo, mismas que lo consumen todos los días.

El consumo de los vapeadores se ha convertido en una actividad cotidiana para la sociedad. Inclusive, la Real Academia Española aceptó como nuevo verbo “vapear”, palabra que quiere decir aspirar y despedir el vapor que, en sustitución al tabaco, genera un dispositivo electrónico.

Este fenómeno no se ha quedado fuera de México, donde los consumidores se alejan de los cigarros tradicionales y optan por los vapeadores. En nuestro país, se estima que hay cerca de 1.7 millones de personas consumidoras, entre las cuales, según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, hay 500 mil adolescentes.

Hace una década, cuando la tendencia de consumir los vapeadores comenzó, la ciudadanía adquiría estos artículos y los cartuchos en el sector legal; sin embargo, ahora existe la posibilidad que esto deje de ser una opción por decreto del presidente López Obrador, fortaleciendo al mercado negro de esta sustancia.

¿Cómo es el mercado negro de los vapeadores?

Ante la posible prohibición definitiva de los vapeadores decidí hablar con Gen, un experto en el mercado negro de los vapeadores, cuyo mercado este año valdrá unos 26 mil millones de dólares en todo el mundo, según cálculos de la empresa alemana Statista.

Gen tiene un oficio muy claro: trae desde China a la Ciudad de México miles de vapeadores de contrabando para aquellos que no pueden comprarlos en tiendas reguladas por el gobierno mexicano.

La foturna de Gen ha crecido, paradójicamente, al mismo tiempo en que el gobierno mexicano trata de prohibir los vapeadores que él trafica.

Gen no lo dice, pero su tatuaje delata que es uno de los cientos miembros de La Unión Tepito. Sin embargo, él no utiliza las armas o drogas para delinquir, sino que su materia prima viene desde Asia: ropa y cosméticos pirata, así como perfumes clones.

A sus 38 años es parte de la estructura del cártel que hace posible la compra de armas y casas de seguridad. Una o dos veces al año, este criminal viaja a Shenzhen, la tercera ciudad más poblada del país después de Shanghái y Beijing y el corazón de la industria vapeadora del mundo, donde más de mil fábricas trabajan día y noche.

Los vapeadores son cada vez más consumidos en México / Pixabay
Los vapeadores son cada vez más consumidos en México / Pixabay

Gen pertenece a la vieja guardia de la organización criminal, conocida como Los Marcopolos, comerciantes que cruzan medio planeta para hacer negocios en China, como lo hizo el personaje histórico veneciano en el siglo XIII.

Las grandes empresas tabacaleras del mundo manufacturan sus productos en Europa, donde revisan si los productos e ingredientes desarrollados en sus centros de investigación sean usados en vapeadores que sean examinados rigurosamente por agencias sanitarias y que su precio sea revisado por hacienda para que se paguen impuestos hacia hospitales y clínicas.

En contraparte, el crimen organizado envía a Asia a gente como Gen, que no sabe nada sobre fórmulas o sustancias: no acabó la preparatoria y no habla inglés o mandarín. Envían a un hombre que vuela 14 mil 109 kilómetros con tres nociones básicas:

  • Que un broker de origen chino lo recibirá en el Aeropuerto Internacional Shenzhen Bao’an para llevarlo a una fábrica que no sabe si es clandestina
  • Que allá negociará ayudado de una calculadora en mano con alguien que tampoco habla inglés —menos español—
  • Que la mercancía deberá mandarse a Centroamérica antes de que llegue al barrio bravo tepiteño.

¿Qué contiene un vapeador ilegal?

“Si me venden veneno, yo ni me entero. Yo voy a comprar la mayor cantidad de vapeadores con el dinero que me autorizan mis jefes. Y ya después, yo sólo quiero que me paguen mi trabajo y lo que hagan unos morros ya no es asunto mío”, dice Gen, franco, con la misma dureza de un narcotraficante, excepto que él se considera un empresario.

Gen no sabe, por ejemplo, que un vapeador ilegal usualmente está fabricado con altos índices de níquel y cromo, sustancias que pueden provocar sangrados en el esófago o varios tipos de cáncer.

Las drogas de las sustancias no aptas para el consumo humano son vertidas a mano por los fabricantes, sin un control de calidad. Lo normal es que los traficantes no estén enterados de cómo son hechos estos productos ilegales; los clientes, menos.

Eso provoca la política de prohibición, reflexiona Gen después de charlar toda una tarde: a él no le impide seguir con su negocio, pero los consumidores deberían saber qué se están metiendo al cuerpo y considerar que las ganancias son para el crimen organizado, no para el gobierno.

¿Por qué buscan prohibir los vapeadores?

Desde su invención en 2003, el vapeador causó furor en el mundo. Su irrupción tuvo la mejor coyuntura: la conciencia de la generación Z por su propia salud ha orillado a la masificación de cervezas sin alcohol, dietas libres de gluten y grasas bajas en sales. Es la era keto (dieta cetogénica), crossfit y superfoods.

El tiempo de la generación que más gasta en ropa deportiva, en suplementos alimenticios y en dispositivos inteligentes que miden sus pasos diarios. El cigarro, como lo conoció el mundo en el siglo pasado, había dejado de ser cool.

El vapeador apareció como la variante tecnológica ideal para el nivel socioeconómico AB/C+: menos dañinos, menos pestilentes, menos emisores de humo que moleste a otros y más prácticos, más vistosos para redes sociales y más de moda en zonas urbanas.

Los vapeadores ganaron terreno frente a los cigarros por su variedad y buen precio / Archivo.
Los vapeadores ganaron terreno frente a los cigarros por su variedad y buen precio / Archivo.


Todas esas son las razones más citadas de los usuarios para acudir a los cigarros electrónicos, según la empresa NielsenIQ México.

Otro valor añadido que obtuvieron los vapeadores fue que el cigarro común y corriente comenzó a hacerse más caro. Mientras, los electrónicos aparecían con costos que iban de los 80 a los 500 pesos, incluyendo variedad en sabores.

Esta situación así se mantuvo hasta octubre de 2012, cuando la Cofepris emitió un comunicado citando el artículo 16 de la Ley General para el Control de Tabaco, declarando como ilegal importar, distribuir y comercializar cigarros electrónicos.

En septiembre de 2015, la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación declaró inconstitucional la norma que sustentaba la prohibición. Desde entonces, prohibicionistas y reguladores están en una pelea de derrotas y triunfos temporales que tuvo su más reciente round en Palacio Nacional.

El 5 de febrero de este año, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, presentó una serie de reformas para su fin de sexenio, que incluían una prohibición tajante a los vapeadores por sus efectos nocivos para la salud.

De inmediato, la propuesta generó reacciones: unos la aplaudieron por los costos que tiene el tabaquismo para la salud pública y otros lo criticaron porque restaba libertad a adultos para elegir sobre su propio cuerpo.

No obstante, poco fue contemplado el factor que implica que gente como Gen y La Unión Tepito se harán cada vez más ricos mientras siguen trabajando con autoridades corruptas, engrosando mercados negros.

Donde hay prohibición y mucha demanda, las mafias florecen. Y la violencia se desata.

¿Cómo traen los vapeadores ilegales de China a México?

Una vez que Gen consigue los vapeadores en China, comienza una odisea digna del apodo de Los Marcopolos, que inicia con la supervisión en persona del llenado de contenedores que salen en barco desde el continente asiático hacia Panamá, cuyo trayecto dura entre 20 y 30 días, dependiendo el clima y los atascos en los puertos.

La mercancía llega entonces a la Zona Libre de Colón, donde todo está exento de impuestos. Desde ahí, los delincuentes preparan el traslado de los vapeadores a Belice, desde donde se planeará su traslado a México.

La siguiente parte de la estrategia es cambiante. La mercancía usualmente llega a Quintana Roo, pero también puede ir a Chiapas u otro estado del sur del país por embarcaciones pequeñas.

Con otros métodos, con pasadores que la cruzan en camiones o motocicletas. Incluso a pie. Todo depende de la presencia o ausencia de militares o de la Guardia Nacional, quienes reciben miles de pesos en sobornos.

Una vez que la mercancía está en Quintana Roo viene la fase terrestre, que incluye una flotilla de tráileres. Gen y su gente se aseguran que los choferes vayan, sin descanso, a Chiapas y desde ahí hasta Tepito.

Durante su camino de más de 12 horas dejan una estela de pagos que van a manos de cárteles que les abren paso o que pueden quedarse con un poco de mercancía.

“Por eso la cosa está caliente en el sur. Si los migrantes y si las drogas y todo eso, pero el negocio también está en dejar pasar lo pirata, lo prohibido. Y todos ganamos de eso, todo el crimen se beneficia. Si no estuviera prohibido, ya deja de ser negocio”, explica.

La última parte de la travesía es una coreografía, porque los tráileres no pueden descargar a cualquier hora en Tepito. Si así lo hicieran, podrían perder la mercancía y Gen hasta la vida.

Por ello, esperan hasta la madrugada, fuera de la vista de autoridades que no controlan y descargan todo en la oscuridad. Para entonces, decenas de cargadores o ‘diableros’ los esperan y en una fugaz operación todo va a parar a bodegas de La Unión Tepito, protegidas por pistoleros y policías corruptos.

“Y entonces sí, ¡ca-chín!”, festeja Gen y hace el sonido de una máquina registradora. “Ya en nuestras bodegas, con calma se distribuye todo: unos se quedan en Tepito, otros a La Merced, Santa Fe, Polanco, Ecatepec, Chalco, Guadalajara… ¡ya se armó el business para todos, papito!”.

Prohibición de vapeadores emociona a los cárteles

Hasta julio de 2023 había 34 países en el mundo que penalizaban la comercialización de los vapeadores. Entre ellos están Brasil, India e Irán, pero las mafias locales —como el Comando Vermelho y las pandillas Chaddi Baniyan— se han saltado las reglas y siguen distribuyendo cigarros electrónicos, principalmente provenientes de China.

Las legislaciones de esos países han probado que la prohibición no tiene efectos en la baja del consumo. Al contrario: cada año crece el número de consumidores de vapeadores en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud.

Este 2024 se uniría México a ese pequeño grupo internacional, a pesar de que los informes de la Guardia Nacional que reconocen que en el negocio ya están metidos el Cártel Jalisco Nueva Generación, el Cártel del Golfo, el Cártel de Tijuana, el Cártel de Juárez, La Familia Michoacana y el Cártel de Sinaloa

Del grupo criminal dirigido por El Mayo Zambada salieron los hombres armados y embozados que desnudaron y golpearon a dos jóvenes en diciembre de 2023—y frente a los estudiantes de la Universidad Autónoma de Occidente, campus Guasave— por vender vapeadores sin su permiso.

“Los mexicanos están más expuestos a los riesgos de un mercado negro que protegidos por una ley de facto que no se cumple. Las autoridades competentes necesitan empezar a cuestionarse si vale la pena insistir en una política fallida que corregir el curso y proteger la salud y los derechos de la población, al tiempo que se le otorga certeza jurídica a la industria”, planteó NielsenIQ México.

En países desarrollados, los vapeadores se pueden comprar en tiendas reguladas por el gobierno, pero con restricciones: no se venden a menores de edad y no se pueden comercializar con sabores que atraigan a niños y adolescentes como dulce de algodón o Fresas con crema.

Además, el manufacturero debe pagar altos impuestos que financian desde hospitales y clínicas hasta ensayos clínicos contra el cáncer.

Pero en países donde la prohibición es la política decisiva, el negocio queda en manos de tipos como Gen y sus jefes: vender veneno les importa poco, si pueden generar millones para financiar una guerra. Es seguro asumir que ahora que usted termina de leer ese texto hay manos sucias contando a toda velocidad los billetes que se generaron México gracias al contrabando de vapeadores.


​KT

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