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La generación que el poder no quiere escuchar

Guadalajara,Jalisco /

La música nunca nace en el vacío: es un reflejo de lo que vive una generación. Natanael Cano, el veinteañero flacucho conocido como el padre de los corridos tumbados, lo sabe. Se presentó ante la audiencia con un video de dos minutos que se viralizó por todo el mundo, en el que hace un recorrido por la música regional mexicana, desde la polka y el folclor introducidos por los europeos en 1830, hasta su propia irrupción como ídolo de una nueva narrativa musical.

A mediados del siglo XIX, el sonido de la guitarra y el acordeón fue adoptado por el pueblo. Los músicos comenzaron a sustituir los instrumentos de latón por otros más cercanos a su entorno, y pronto empezaron a contar sus historias. Durante la Revolución, las letras sirvieron para comunicar noticias y realidades del frente; de ahí nacieron los boleros mexicanos, una base para los géneros que vendrían después, como relata el propio Natanael.

“La música norteña se fusionó con los clásicos del bolero, dando paso a una nueva forma de interpretar la música: la ranchera. Décadas más tarde, artistas como Pedro Infante llevaron este género al centro de la cultura popular y cruzaron fronteras. Luego llegaron Los Tigres del Norte y todo cambió. En los años setenta, popularizaron una canción ficticia sobre narcotráfico llamada Contrabando y traición. Ese corrido fue exitoso y controversial. Así comenzó el género de los narcocorridos”, añade.

México intentó prohibir el género y no pasó nada. Vale la pena detenerse antes de seguir con el relato de Natanael. El problema no es la música, sino las complicidades entre gobierno y crimen organizado que, lejos de frenar el trasiego y consumo de drogas, lo han permitido y normalizado. Para las autoridades, los narcocorridos glorifican la violencia; para muchos estudiosos de los fenómenos sociales, en cambio, estos solo documentan el momento histórico que se vive.

“Frente a la prohibición, los músicos se fueron a las zonas fronterizas y finalmente a Estados Unidos. Luego vino Chalino Sánchez, un granjero con corazón de acero y devoción por el narcocorrido, quien introdujo la música de bandas de Sinaloa. Sánchez escribía canciones a la medida para inmortalizar a narcotraficantes”, cuenta Cano. De hecho, el asesinato de Chalino Sánchez fue el primer crimen que sacudió al regional mexicano.

Pero los narcocorridos crecieron al mismo ritmo que se fortalecieron los grupos criminales. “Justo en esa época —agrega Natanael— la ciudad de Los Ángeles presenciaba el nacimiento del Gangsta Rap. Los mexicoamericanos y afroamericanos compartían espacios y observaban las culturas y estilos musicales de unos y otros. Como el Gangsta Rap, Chalino cantaba sobre violencia, drogas y carteles. Por eso sería coronado como “El Rey del narcocorrido”.

Mientras los narcocorridos se congelaban en el tiempo, el Gangsta Rap se masificó, recibió el respaldo de grandes disqueras y se convirtió en parte del pop global, hasta el surgimiento del Trap. El espíritu del Trap atrajo a los jóvenes mexicanos, quienes reinterpretaron las influencias del hip hop y fusionaron esas bases con las letras de los corridos. Así nació lo que hoy conocemos como corridos tumbados. “Y ahí es donde entro yo”, dice Natanael Cano.

La música ha sido históricamente una herramienta clave en la formación de movimientos sociales y en la promoción del cambio. Ha servido para expresar ideas, transmitir mensajes y movilizar comunidades. Por eso, ninguna generación inventa música de la nada: lo hace inspirada en lo que ve, escucha y, sobre todo, vive. El primer gran problema es negarlo. Es ahí donde empieza la verdadera falla.

Enrique Alfaro, exgobernador de Jalisco, negó hasta el último día de su mandato que la Central Camionera fuera punto de desaparición de jóvenes que buscaban trabajo. También rechazó que existieran centros de reclutamiento para enrolarlos al cártel. Su sucesor, Pablo Lemus, rompió con esa narrativa insostenible y, en uno de sus primeros actos como gobernador, acudió con militares al lugar donde ocurrían las desapariciones para reconocer públicamente lo que ya nadie podía negar.

Sin embargo, ahora Lemus parece repetir el mismo error al desestimar la denuncia del arzobispo de Guadalajara, José Francisco Robles Ortega, quien expuso cómo los grupos criminales controlan los pueblos al punto de coordinar con los párrocos las festividades patronales. “No hay Estado de derecho, las comunidades viven bajo el temor”, lamentó. Pero el gobernador respondió: “Creo que se han infiltrado grupos delincuenciales, pero no al grado de ser gobierno”.

Algo no cuadra en la política para combatir al crimen organizado. En Jalisco se prohíbe cantar sobre el narco, mientras la Fiscalía cita a declarar a músicos como Los Alegres del Barranco por presentarse en el Auditorio Telmex. Pero ningún funcionario ha sido llamado a rendir cuentas por haber obstaculizado la justicia o permitido el funcionamiento de los centros de reclutamiento. La clase política impide que comparezcan los verdaderos responsables, mientras el gobierno federal organiza concursos de canto para desalentar los narcocorridos, aunque mantiene en funciones a gobernadores de la 4T con señalamientos de vínculos con el crimen organizado.

Es cierto que se necesita el apoyo de las familias, pero los corridos no son el problema: son el síntoma. Cuando el Estado falla, el crimen organizado no solo toma los territorios. También impone la narrativa cultural.

La generación que el poder no quiere escuchar
La generación que el poder no quiere escuchar



Alejandro Sánchez
  • Alejandro Sánchez
  • Cuenta historias que duelen y transforman desde hace 28 años. -Premio Alemán de Periodismo Walter Reuter | Finalista del Premio Gabo (FNPI Colombia). -Director Editorial de Multimedios Jalisco| Columnista y conductor en radio/TV. Pluma y cámara en zonas de conflicto: - Guionista de "La Ley del Monte" y "Voces de Guerrero" (documentales sobre la guerra no declarada en Michoacán y Guerrero). - Autor de "Las Mieles del Poder" (Random House): retrato íntimo de la política mexicana. - "19 edificios como 19 heridas": crónica visceral del ¿por qué el sismo nos pegó tan fuerte? Colaboraciones: Medios nacionales e internacionales. Objetivo: Periodismo que escarba donde otros solo rascan.
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