¿Qué gano arrodillándome? (parte 2 de 2)

No lleva estola, sino playeras que dejan ver sus brazos tatuados. Cambió el púlpito por sketches donde la Iglesia es un reality show. Su voz no es la de un predicador, sino la de un comediante filosófico que mezcla slang callejero con reflexiones dignas de un manifiesto posmoderno. PadrinoHuevo de AA, el enigmático influencer de TikTok y agitador espiritual de la Generación Z, usa el humor ácido para cuestionar lo sagrado: “No rezo: converso. Y a veces, Dios me deja en visto. Somos la generación que prefiere un meme con verdad que un sermón con mentira”, lanza mientras parodia las procesiones.

El escritor Moisés Naím lo explica claro: el poder está cambiando. De ejércitos imponentes a pequeños grupos insurgentes, de corporaciones gigantes a startups ágiles, de los palacios presidenciales a la plaza pública. Cuanto más próspera y dinámica es la sociedad, más difícil es de controlar y más proclive a desafiar la autoridad. Activistas, nuevos partidos, empresas innovadoras, hackers, medios independientes, jóvenes sin líder específico, personajes carismáticos surgidos de la nada: los micropoderes. Actores pequeños, antes invisibles, que han encontrado la manera de desafiar a los grandes. Y ni la Iglesia Católica se salva, ni en Jalisco ni en ninguna otra parte del mundo.

PadrinoHuevo no niega la fe, pero expone sus contradicciones en la era digital. “Jesús multiplicó panes y peces; hoy los curas multiplican mansiones y dólares”. “No soy ateo, soy antivirus de las mentiras con sotana”. Lo llaman blasfemo, pero miles de jóvenes lo ven como el exorcista de los silencios incómodos. Cuando dice: “No me asustan los castigos ni el infierno al que me quieren mandar, de allá vengo. No me interesa su Dios, no puedo seguir a los cristianos: ellos van de rodillas y yo necesito ir de pie. ¿Cómo la ves?”, las redes explotan.

La Iglesia Católica en Jalisco ya enfrentaba la pérdida de fieles frente a grupos como La Luz del Mundo. Sus escándalos de abuso, corrupción y opacidad financiera erosionaron su autoridad moral. Mientras los obispos y cardenales se distanciaban de la gente, líderes como Naasón Joaquín cultivaban cercanía carismática con sus seguidores. Antes de su arresto en Estados Unidos, La Luz del Mundo proyectaba disciplina y unidad bajo un líder absoluto. Su estrategia era simple: ofrecer experiencias intensas, alabanzas modernas, testimonios emotivos, frente a una liturgia católica cada vez más rígida y pasiva.

En Jalisco, la Iglesia Católica también arrastra el peso de su alianza histórica con las élites políticas, generando percepciones de complicidad con la desigualdad. Naasón Joaquín construyó su narrativa como líder de un “pueblo sencillo”, aunque luego consolidó su propio poder económico y político.

Hoy, en la tierra del tequila y las charolas de plata, la Iglesia libra una batalla en cuatro frentes: deserción masiva, desencanto juvenil, violencia narco y políticas progresistas que la obligan a reinventarse. Mientras La Luz del Mundo construye templos con pantallas 4K, la Arquidiócesis de Guadalajara lucha por llenar sus bancas vacías.

Algunos números duros: cada año, 15 mil jaliscienses eliminan “católico” de su identidad. En 2023, solo 12 nuevos sacerdotes se ordenaron en toda la Arquidiócesis; en los 90 eran 30. “Antes las familias donaban un hijo a Dios. Hoy les piden youtubers, no curas”, me dijo un religioso.

La carga ideológica tampoco ayuda. La Iglesia lideró marchas contra la despenalización del aborto en Jalisco y criticó la Ley de Menstruación Digna por excluir a escuelas religiosas. En respuesta, las redes viralizaron el hashtag #DiosTambiénSangra con frases como: “Los milagros son gratis, pero las toallas no”.

Mientras la Iglesia se enreda en su crisis, PadrinoHuevo y otros influencers dominan el arte de hablarle a una generación harta de sermones y contenido predecible. “La Luz del Mundo y la Católica son como dos CEOs de la fe: una te vende un apóstol con iPhone 15, la otra un Vaticano con tienda Louis Vuitton. Pero al final, ambas pasan la tarjeta para cobrar el diezmo”.

Encuestas del ITESO en 2023 muestran que solo el 34 por ciento de los jóvenes tapatíos asiste a misa semanalmente, frente al 61 por ciento en 2000. Es una merma contundente: con ese porcentaje, se conforma una iglesia evangélica. Las redes solo amplifican un desencanto que ya estaba ahí. En el Silicon Valley mexicano, la pregunta ya no es si la Iglesia sobrevivirá, sino si logrará reinventar su voz en 280 caracteres o en 30 segundos sin perder el alma.