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El terror del bolígrafo: preso por querer salvar su vida

Guadalajara, Jalisco /

La vida de Mario, un jornalero mexicano que cruza la frontera dos veces al año para trabajar en la pizca de fresas, se fractura un atardecer de diciembre. Al volver a su hogar en Guanajuato tras una temporada en Estados Unidos, su esposa Brenda deja de responder los mensajes de WhatsApp. Al cruzar el umbral de su casa, encuentra solo silencio y en su celular un mensaje: “Haz todo lo que te decimos o matamos a tu esposa”.

El secuestro virtual había comenzado horas antes. El modus operandi suele ser el mismo: voces anónimas al teléfono, armadas con datos íntimos como nombres de hijos, escuelas y hasta el color de las cortinas. Enseguida, obligan a la víctima a comprar un nuevo chip de celular para cambiar de número. A Brenda también la aíslan, pero la siguen torturando psicológicamente para obtener más información familiar, que los delincuentes utilizarán para aterrorizar a Mario. Cada dato sobre sus hijos es una amenaza descarnada.

Mario hace llamadas, pide ayuda a parientes y amigos. Junta dinero y lo entrega como rescate. Su abogado afirma que una hermana de Mario le compra boletos de avión a Tijuana. Sabe que su vida nunca volverá a ser la misma, aunque le hayan devuelto a Brenda, por lo que decide huir de Pénjamo, Guanajuato. La familia de Mario no lleva gran equipaje, pero sí la carga invisible de un país donde el miedo tiene pasaporte. Hasta 20 ejecutados diarios en Guanajuato, cifras que respaldan su huida y la certeza de que su familia sería despedazada si permanece en México. Nadie en el avión nota al pasajero del vuelo 3041 de Volaris que masculla oraciones. Poco después de que la azafata ofrece refrescos, Mario saca un bolígrafo. No es un arma, pero su voz rota: “¡Desvíen a Estados Unidos! ¡Necesito asilo!”, basta para desatar el caos. La torre de control ordena un aterrizaje de emergencia en Guadalajara. Agentes de la Guardia Nacional lo esperan. Esposas de metal frío caen sobre sus muñecas: Mario se convertirá en un titular internacional.

La pesadilla en cámara rápida no termina ahí para el matrimonio treintañero. Acusaciones de terrorismo y prisión lo esperan. En la avenida López Gallo, en Guadalajara, la patrulla de la Guardia Nacional choca contra un camión de carga. Las cámaras de Canal 6 enfocan al “terrorista del bolígrafo” sangrando en el asfalto. Pero antes, nadie pudo grabar las horas previas: las llamadas extorsivas. Las imágenes de Mario siendo golpeado y el frente de la patrulla destrozado le dan la vuelta al país. Nadie se explica qué pasó en realidad. Después se sabrá que la unidad no llevaba separador de acrílico entre los asientos delanteros y traseros.

Mario despierta en la Cruz Verde con una conmoción que le nubla los recuerdos. Para la aerolínea Volaris y los medios de comunicación, es “el terrorista del bolígrafo”; para el sistema judicial, un expediente más que acelerar. La historia da para que el juez que lleva el caso se luzca al “aplicar la ley”.

En Puente Grande, el penal de máxima seguridad, ningún fiscal quiere escuchar sobre las llamadas extorsivas ni el rastro digital de los secuestradores. Los testigos clave, vecinos que vieron a Brenda salir de la casa asustada, familiares y conocidos que la ayudaron en el momento en que buscaba auxilio, quedan varados en Guanajuato sin recursos para viajar a los juicios. La defensa pública apenas argumenta “trastorno psicótico temporal”, pero Mario insiste: “Solo intentaba salvarlos”. El juez retira los cargos de secuestro y terrorismo, pero le deja tres: ataque a las vías de comunicación, lesiones y daño en propiedad ajena, por lo que puede ser condenado hasta 20 años.

La historia parece creíble. Se contó por partes en entrevistas por separado a Brenda y sus suegros en un lapso de una semana en Guadalajara. Por las circunstancias en que se les vio, difícilmente alguien les habría creado un guion para sostener un relato falso. A pesar del miedo reflejado en sus ojos, nunca cayeron en contradicciones. Sus narraciones coincidieron en tiempo y espacio, lo que los abogados llaman una buena coartada.

Mario está en prisión preventiva porque en su localidad no puede acreditar arraigo y en Guadalajara, donde enfrenta su proceso, no tiene ningún vínculo. Su nuevo abogado particular, Llohtli Lozano, tomó el caso porque quiere sentar un precedente e ir al origen de las causas que lo llevaron a tomar la desesperada decisión de amenazar con un bolígrafo a la azafata para cambiar el destino del vuelo, algo que ni la justicia ni la sociedad quieren escuchar. Por ello, está pidiendo la reclasificación del delito. “Nosotros consideramos que nunca hubo desvío. El avión no se fue a otro destino. Solo fue una suspensión de vuelo y de viaje, pero no un desvío porque finalmente aterrizó en Tijuana”.

La aerolínea y la azafata quieren llevar el caso hasta sus últimas consecuencias, ya sea porque están convencidos del ataque, porque es su trabajo o porque buscan sentar un precedente en la aviación. Tampoco se sabe si la Fiscalía ignora los argumentos de Mario y su esposa por convicción o por conveniencia, para demostrar que castiga severamente los delitos. Ahora, con un nuevo abogado, Mario libra otra batalla. Cada audiencia, de resultar cierta la versión que detonó el caos en aire y tierra, es un duelo entre protocolos rígidos y el relato de un hombre que eligió el infierno carcelario antes que ver a su familia en una fosa común.

Mario no es un mártir, pero su caso evidencia una ecuación perversa: en México, un secuestrador virtual opera en la impunidad, pero el portador de un bolígrafo tembloroso sí recibe sentencia. Todo confirma que un hombre puede huir de la violencia sistemática, pero el mismo sistema lo criminaliza por su reacción.

'Preso' de Luis Morales
'Preso' de Luis Morales



Alejandro Sánchez
  • Alejandro Sánchez
  • Periodista desde hace 27 años. Premio Alemán de Periodismo Walter Reuter. Finalista del Premio Gabriel García Márquez que otorga la Fundación de Nuevo Periodismo Iberoamericano de Colombia. Ha refundado varios proyectos periodísticos a nivel nacional. Ha sido conductor de radio y televisión en el Heraldo Media Group, donde además escribió la columna Contra las Cuerdas donde abordó temas sociales y políticos. Como guionista participó en los documentales La Ley del Monte y Voces de Guerrero, donde se abordan los conflictos armados de Michoacán y Guerrero. Es autor del libro Las Mieles del Poder, un retrato intimo de la política en México, de editorial Random House; así como 19 edificios como 19 heridas ¿Por qué el sismo nos pegó tan fuerte?
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