“Éramos muy rebeldes; ahora yo soy un fresa”
- Crónicas del adiós
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Carlos Díaz-Barriga
Traje gris oxford, corbata azul casi morada y zapatos negros, de alto confort. Por algo será. El hombre no da paso sin huarache. Literalmente.
Hay reporte completo sobre la reconstrucción en 11 estados del patrimonio cultural afectado por los temblores del 17. Por si no hay conciencia al respecto, la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, da un dato… duro: “Los sismos del 2017 fueron la más grande catástrofe que hayamos vivido en el patrimonio edificado de México”. El tema le importa genuinamente a un presidente que ha escogido el pasado para vivir el futuro. Se va a dedicar los próximos años a investigar sobre el México prehispánico.
Hay un par de fallas reconocidas, como en cualquier despedida. ‘No eres tú, soy yo’. Sobre el Insabi “no funcionó lo que teníamos pensado.. ahí tuvimos un tropiezo administrativo… se corrigió y ahí vamos hacia adelante”. “Notimex, creo que también ahí faltó más diálogo y más atención de parte de nosotros, porque sí es importante tener una agencia del gobierno. Se suple con lo que se hace con el manejo de los medios públicos, pero no es igual”.
Caben gratitudes y recuerdos de juventud. 1977. Tabasco, cuando el Instituto Nacional Indigenista. Leandro Rovirosa, “un gobernador excepcional… y él, joven, nosotros jóvenes. Nos dio su confianza, nos dio su apoyo. Y nos aguantó porque éramos muy rebeldes; ahora yo soy un fresa. Nos tuvo paciencia y nos dejó actuar en beneficio de los pueblos; aprendimos ahí mucho”. La película ‘El Padrino’ es referencia presidencial a propósito de no sé qué. De vez en cuando. Hoy también. La mañanera va tomando día a día un tono que va pasando del mensaje a la conversación. De alguien que cuenta cosas porque tiene cosas que contar. Y que en el camino se va confesando; sobre las oportunidades a los jóvenes dice: “cuando hablan de experiencia, tengo mis dudas. Porque entre más experiencia, más trucos, más mañas”. Usa una anécdota sobre el papá del ex primer ministro de Portugal, Antonio Costa, para plasmar quizá su propio pensamiento… discutían toda la noche sobre el modelo de la URSS que defendía el papá ante un hijo de izquierda, pero más moderado. La discusión se acabó cuando el padre dijo: ‘ya estoy muy grande siempre creí en esto y me quiero moriri así, creyendo en mis ideales’ Es bello, ¿no?”.
Saco satinado color morena, solapa negra, corbata de moño con puntintos. Ya lo hubiera querido Beto el Boticario para la Carabina de Ambrosio. Le pide al presidente una partida de dominó. El mandatario dice sin decir, paso. Pero le tira un fichón: “Te estimo mucho… y eres mi amigo. Y larga vida te deseo”. Fuera de su caricatura, ‘Lord Molécula’ le hace un pregunta que atiende a las profundidades. Le pide su epitafio. El presidente ya la puso en la portada de su reciente libro: “Es… ‘gracias’”.
La sensiblilidad del que se va, siempre aflora. El presidente lee el juramento yaqui: “Para ti no habrá sol, para ti no habrá muerte, para ti no habrá dolor, para ti no habrá calor, ni sed, ni hambre, ni lluvia, ni aire, ni enfermedad, ni familia. Nada te causará temor, todo ha terminado para ti, excepto una cosa: cumplir con tu deber”. “¿Ahora quieren el de Amado Nervo? Sííí… “No, ya no, ése no”. Frenó a tiempo. Se le queda en la punta de la lengua aquello de ‘Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo vida’.
Se sincera algo con quienes no lo conocen. Pero más con los que sí: “No es mi fuerte la venganza, no odio. Nada más que no olvido”. Han pasado tres horas y no dice ‘ya vámonos a desayunar’. No quiere irse. Trae sus zapatos negros, cómodos.
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