¡Ponte el maldito cubrebocas!
- ¡Ahí les voy!
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Leonardo Schwebel
La pesadilla continúa y para algunos este periodo se ha convertido en un mal recuerdo, mientras que otros aún viven las secuelas.
En estas fechas, hace cinco años, comenzó el encierro debido a la pandemia de COVID-19. A lo largo de los días siguientes, se dieron todo tipo de declaraciones que, con el paso del tiempo, parecen trazar un oscuro camino sin retorno.
Las consecuencias inmediatas están relacionadas con las miles de víctimas mortales y el sinnúmero de afectaciones físicas para quienes se contagiaron y aún padecen los estragos de una pandemia cuyo origen nunca quedó claro, ni tampoco la cifra exacta de fallecidos.
A esto hay que sumar la narrativa nacional de personajes que hoy forman parte de una lista negra de irresponsables. Hasta la fecha, y seguramente nunca, recibirán el castigo correspondiente por difundir mensajes contradictorios y, principalmente, falsos.
Pasarán años antes de que podamos encontrarle el hilo correcto a todo lo que nos ocurrió en esos tiempos.
Sin embargo, no hay que olvidar que tanto Gatell como Alcocer, al frente de la Secretaría de Salud federal, pasando por el propio López Obrador, fueron autores de comentarios absurdos que contribuyeron a incrementar el número de víctimas.
Justamente en este punto, faltan investigaciones más precisas sobre lo que nos dejó la pandemia: intolerancia en las calles, donde cualquier situación desata la ira; violencia en nuestros propios hogares; abusos sexuales; separaciones y divorcios.
En el ámbito educativo, alumnos y maestros han pasado por diversos programas: clases en línea, presenciales, híbridas, a lo que se suma el bajo nivel de conocimientos, el bullying entre alumnos e incluso contra profesores.
A nivel económico, tanto en el país como en nuestros propios gastos, las secuelas también son evidentes.
Lo sucedido hace cinco años no se pudo resolver simplemente poniéndonos el maldito cubrebocas. Además, nos volvió más vulnerables, al demostrar que no fuimos capaces de convivir ni con nosotros mismos ni con los demás.
A esta historia le faltan muchos capítulos por escribirse, y en esta lección, muchos reprobaron. La pesadilla persiste, y que quede claro: esa pandemia nos marcó para siempre.
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