¡De película! 'gringo' y venezolano escapan en helicóptero del penal de Santa Martha
Joel Kaplan y Carlos Contreras escaparon del penal en 1971, utilizando un helicóptero y una avioneta. La justicia jamás volvió a atraparlos.
El 18 de agosto de 1971 no fue la mejor tarde de Ramiro Hernández Medina, custodio principal de la torre de vigilancia en el penal de Santa Martha Acatitla, pues cerca de las 18:00 horas, un sonido ensordecedor lo aturdió en su estación de trabajo.
No sabía qué era y tardó en captar de dónde provenía. En ese momento, se le apareció en las narices un helicóptero azul sobrevolando el perímetro del centro penitenciario. Apenas asomó la cabeza por la ventana, lo vio descender en el patio del pabellón número uno.
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La crónica del escape en helicóptero del custodio gringo en Santa Martha
El custodio, de 50 años de edad, apenas había terminado la primaria. Intentó activar la señal de emergencia en la torre de control, pero realmente no sabía hacerlo. Tomó el viejo teléfono de las instalaciones para llamar a sus superiores. Sin embargo, la línea estaba ocupada. Así que desde la torre gritó a otros custodios, pero nadie lo escuchó: el rugido de las hélices deformaba cada palabra.
Kaplan afirmo: "de todas las cosas ilegales que he hecho es absurdo que me sentencien por algo que no hice", dicho esto sabría que la única forma de salir de la cárcel, seria escapando y ahí empezó toda una serie de planes y fracasos antes de llegar a "LA FUGA DEL SIGLO" pic.twitter.com/0tJgtY2HJM
— Anonimo (@Expertodenada) October 31, 2020
En medio del caos, él recordó que desde hacía tiempo los teléfonos de Santa Martha “andaban muy mal”, como todo en el penal de Iztapalapa. Entonces, las autoridades del Departamento de Policía y Tránsito tenían mil reos en celdas pequeñas que, más bien, parecían cuartos de vecindad.
Ramiro poseía un rifle Mosquetón, entregado cuando ingresó en 1964 a la policía de Tránsito, así que se envalentonó y trató de dispararle al helicóptero desde la torre de vigilancia. Pero recordó que sólo la había usado un par de veces en el entrenamiento y que realmente no sabía disparar. Frente a él y, apenas en dos minutos, el helicóptero aterrizó y se llevó a dos reos consigo.
Es una de las fugas más épicas en la historia de Santa Martha Acatitla.
¿Qué ocurrió después de la fuga de Santa Martha?
Posteriormente, los teléfonos volvieron a funcionar. En cuestión de segundos empezaron a llegar otros custodios que preguntaban con desesperación: ¿qué había sucedido? “Un helicóptero bajó y no sé [a] cuántas personas se llevó”, intentaba explicar Ramiro, aún agazapado en la torre de control aquel día de agosto.
Pero no todo fue en vano. Ramiro después daría una pista a las autoridades de cuánto tiempo tardó en fraguarse este escape: unos tres años atrás había escuchado una plática entre dos reos, uno era un gringo que se apellidaba Kaplan, quien le decía a otro, un venezolano, que algún día se iba a escapar en un helicóptero.
Pero Ramiro no los tomó en serio: en Santa Martha todos los reos fantaseaban con escapar.
Ramiro sostuvo ante la policía secreta que cumplió siempre con su trabajo y que, incluso, como lo marcaban los manuales de la corporación, “siempre que ocurre un hecho importante hay que saber la hora”, anotó que los hechos ocurrieron a las 18 horas con 40 minutos. “Pero sí quiero dejar asentado algo: de haber disparado le hubiera apuntado para darle”, dijo ante el Ministerio Público, intentando limpiar su nombre.
El 18 de agosto de 1971 un helicóptero descendió hasta el patio de un penal de máxima seguridad para rescatar a un comerciante estadounidense, Joel David Kaplan y a su amigo, un falsificador venezolano, Carlos Antonio Contreras.
Esta es una colaboración de ARCHIVERO para TELEDIARIO, que reconstruye este caso gracias a expedientes olvidados entre cajones y viejas oficinas públicas.
Kaplan y Contreras, la historia de dos reos que escaparon de Santa Martha
Joel Kaplan, el empresario estadunidense
Cuando Joel David Kaplan ingresó al penal tenía 42 años, había nacido en Nueva York y, desde muy joven, había transitado entre México y Estados Unidos haciendo negocios. Según su propia versión, el negocio familiar había sido la producción de azúcar. En la década de los sesenta terminó conociendo a un hombre, Louis Melchior Vidal Jr, otro empresario que vivía en México, con el que compartía inversiones en el sector azucarero.
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El 11 de noviembre de 1961 ese hombre sería asesinado en la Ciudad de México. Su cuerpo fue encontrado en un paraje de la carretera que conectaba la capital con Cuernavaca. Los diarios de la época fueron explícitos al relatar cómo había quedado irreconocible. Ya muerto, una jauría de perros hambrientos lo devoraron.
La investigación estuvo centrada en corroborar la acusación de la viuda de Melchior Vidal, quien aseguraba que el único con un móvil para asesinarlo era su socio Kaplan. Sin embargo, la policía jamás logró comprobarlo. Aún así, las autoridades iniciaron una persecución por todo el mundo.
Finalmente en marzo de 1962, sería detenido en España y extraditado a México. Una ficha de la Secretaría de Gobernación explica que Kaplan ingresó a Santa Martha Acatitla el 28 de mayo de 1963 por el delito de homicidio calificado, luego de haber sido sentenciado a 27 años de prisión. Hay informes que revelan que entre ese año y 1969 intentó fugarse dos veces en el interior de un camión de limpieza.
Carlos Antonio, un venzolano carismático.
Pero la vida de Kaplan cambiaría cuando conoció a un hombre, Carlos Antonio Contreras, un venezolano dicharachero y carismático de 42 años, que decía haber sido piloto militar del ejército de su país. De hecho su ficha de ingreso al penal revela que su versión era verdad: tenía cicatrices en la pierna izquierda causadas por impactos de bala y marcas en el pecho idénticas a las que causa una bayoneta.
Fue encarcelado en 1969 por los delitos de fraude y falsificación de documentos, además de sentenciado a nueve años en prisión.
El venezolano era todo un personaje: lo apodaban El Maestro porque dirigía la compañía de teatro en la prisión. Incluso se había ganado el afecto de custodios de alto nivel que le daban trato VIP. Rápidamente se adaptó a la vida en prisión e incluso lo disfrutaba.
David Kaplan había intentado salir de prisión por distintas vías legales, gastando miles de pesos en los honorarios del abogado Víctor Velasquez, un rockstar de las leyes en esa época, conocido por su defensa de criminales y narcotraficantes de alto perfil. Se ganó el apodo del Abogado del Diablo. Pero, en el caso de David Kaplan fracasó, así que él y su defensa comenzaron a sobornar a todo el personal de la prisión.
En el expediente de Kaplan, en México hay un testimonio rendido ante la Dirección General de Policia y Transito, que revela las concesiones que tenía en prisión.
El teniente coronel José Luis Campos Burgos, director de la cárcel, relataba que se dio cuenta de que Kaplan y Contreras eran unos verdaderos pillos profesionales. En sus primeros recorridos por el penal, se encontró con que tenían dos años y medio viviendo en el hospital del penal con las consideraciones de enfermos. Pero no se veían mal, así que empezó a revisar sus expedientes médicos y corroboró que no había justificación para pasar todo el día en cama.
Cuando Campos Burgos cuestionó a Kaplan, éste le explicó que padecía de una enfermedad cardiovascular. Pero para la mala suerte de Kaplan –en esta historia la mala suerte no es casualidad–, Campos era médico militar y su especialidad era la cardiología.
“Le hice un examen y me di cuenta que no existía razón para que estuviera hospitalizado”, declaró sobre Kaplan en un informe policial.
De Contreras dijo que ese reo no tenía absolutamente nada: realmente eran un par de adictos al alcohol, que el mismo Contreras traficaba desde el exterior y que también vendían a precios exorbitantes a otros reos dentro del penal. Ambos fueron desalojados del hospital y enviados a vivir con la población en reclusión.
Kaplan se quejó con la embajada de Estados Unidos, quien le pidió al director del penal que tuviera alguna consideración con su ciudadano.
Kaplan y Contreras pasaban todo el día en la celda que compartían juntos, bebiendo el alcohol disponible y planeando su gran escape en tertulias.
¿Cómo era Santa Martha en la década de los 70´s?
A principios de 1971 Santa Martha Acatitla era tierra de nadie.
Los testimonios de los custodios que trabajaron ese año revelan la precariedad, el hacinamiento y el autogobierno que imperaba en el penal.
Los custodios estaban “mal pagados y mal vestidos, resultado de la misma extracción social de los internos, con muy bajo índice de cultura”, declaró ante la policía secreta Campos Burgos.
Cuando éste tomó el cargo en enero de 1971, solicitó un aumento de sueldo para todo el personal, pero se lo negaron.
Un incendio y una función de cine precedieron a la fuga del penal, ¿eran parte del plan?
El 18 de agosto, a las 17:00 horas, las autoridades penitenciarias decidieron armar una función de cine dentro del penal. Aunque era el día de visitas, acordaron desde temprano proyectar una película a las 17:30 horas.
Casi nunca se llenaban estas funciones, pero ese domingo acudieron 570 reos.
Uno de los vigilantes, Joaquín Carrión Oliva recordó que a esa hora también empezó un griterío, el movimiento, pues la función de cine había terminado e intentaban controlar a los reos.
Joaquín le dijo a los otros vigilantes que estuvieran atentos de la multitud. Él permaneció cerca de las oficinas centrales de vigilancia del penal, cuando escuchó un ruido extraño.
Lo primero que se le ocurrió fue voltear a ver a otro compañero de trabajo que estaba con él y le dijo “ponte abusado”. Su buen oído lo hizo detectar que el sonido venía cerca de uno de los patios, así que decidió salir. No obstante, su atención se distrajo cuando otro vigilante le avisó que se estaba quemando el dormitorio en el pabellón uno, justo donde se encontraban recluidos reos como Kaplan y Contreras.
“Un helicóptero se llevó a dos reos”, le dijo otro agente penitenciario. Joaquín alcanzó a gritarle: “¡y qué hiciste!”.
Nada.
Otros custodios declararon que trataron de accionar las armas pero que se les encasquillaron.
El escape de David Kaplan concluyó en Texas
Hoy los documentos revelan que la fuga fue así: el helicóptero que ayudó a escapar a Joel David Kaplan, salió del aeropuerto de Mcallen, Texas, a las 9:55 horas del 17 de agosto, con rumbo a Reynosa. Este helicóptero azul celeste, con capacete y puertas pintados de blanco, era un Belt 476, con la matrícula N-7079-C y era propiedad de la empresa Natrola Service Inc. del estado de Wyoming.
Iba tripulado por Roger Gutiérrez Herhener y al llegar a Reynosa, a las 10:00 horas, fue documentado por el Agente de Migración número 40, quien le extendió la forma migratoria FM-5 No. 4898913, como turista. La FM-5 revela que Roger era un piloto aviador de 29 años, un tipo de 1.80 metros, “hippie”.
El piloto afirmó que sólo estaba volando la aeronave porque quería ir de pesca cerca de la Ciudad de México.
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Sin hacer preguntas, los agentes de migración lo dejaron volar.
El 18 de agosto este piloto aterrizó en los patios del penal ubicado en Iztapalapa para rescatar a Kaplan y el venezolano. El comerciante gringo le habría pagado miles de dólares por el rescate. Después de salir de los patios de la prisión se dirigió rumbo a Actopan, donde tomó una avioneta Cessna Centurion, matrícula N-94-62-X.
El vehículo aéreo Cessna llegó a Brownsville, Texas, a las 23:15 horas del 18 de agosto de 1971.
Kaplan vivió tranquilamente con su esposa y su hijo en Estados Unidos. Nunca fue acusado de ningún cargo. Contreras desapareció sin dejar rastro.
EB
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