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Mara Robles es aspirante a rectoría de UdeG; mujer implacable y apasionada por los jóvenes

Para Mara Robles, ser feminista no es cuestión de etiquetas, sino de acciones.

Teresa Sánchez Vilches Guadalajara, Jalisco /

En el camino a la elección de la o el próximo rector o rectora en la Universidad de Guadalajara, en TELEDIARIO continuamos presentándote los perfiles de los aspirantes a esta posición en la rectoría.

Es el turno de Mara Robles, una mujer conocida por ser decidida, con energía desbordante y una mirada tan profunda que podría perforar una montaña.

¿Quién es Mara Robles, aspirante a la rectoría de la UdeG?

Mara Nadiezhda Robles Villaseñor es de esas mujeres que caminan como si fueran hechas de hierro. No necesita levantar la voz para que los demás sepan que su presencia es algo que no se puede ignorar. 

Su historia comienza en los pasillos de la Universidad de Guadalajara, donde la joven Mara, apenas una estudiante con el atrevimiento suficiente para plantarse frente a cualquiera, fue la primera mujer en aspirar a la presidencia de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU). Es la experiencia más importante de mi vida, ser fundadora de la FEU. Éramos unos jóvenes vibrantes, recuerda, y sonríe como si aún escuchara esos gritos en los pasillos. Por eso no tiene nada de raro que pueda ser la primera rectora de la UdeG.

Mara llegó a los pasillos de la UdeG como una chica con agallas, desarmada, pero con una mente aguda y una determinación que no se podía fingir. En esa época, la política era para hombres bragados, valientes, que se agarraban a cates y a veces hasta con pistolas, dice entre risas. 

¿Cuál fue su trabajo en la Universidad de Guadalajara y en la política del país?

Mara desafiaba los prejuicios con sus palabras y propuestas. Propuso elecciones limpias, debates sin violencia, y aquello que parecía simple imprudencia juvenil, unida a una férrea voluntad, fue suficiente para abrirse paso para el resto de su vida. Así comenzó a trazar una carrera en la que defendería el derecho a la educación y haría de la universidad un espacio de oportunidades, con una vida marcada por el activismo, el trabajo y una inagotable pasión por la docencia.

Después de aquella elección en la FEU, en un México y una Guadalajara que ya no eran los mismos, Mara siguió buscando caminos, esta vez como diputada, la más joven de su generación. A sus 24 años, y de pie ante 500 legisladores, defendió una propuesta que sigue siendo un sueño apenas alcanzable: destinar el 8 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), a la educación. 

La historia de Mara es una de transformaciones, de instituciones en las que ha dejado huella y de una voluntad que no sabe rendirse. Poco después, fue invitada al gobierno de Marcelo Ebrard, en la Ciudad de México, donde fundó la primera Escuela de Administración Pública de América Latina con un enfoque basado en el mérito. Logramos que los servidores públicos fueran elegidos por sus méritos, no por sus contactos, dice con orgullo, consciente del impacto que tuvo su proyecto.

Carlos Moreno ha pasado la mayoría de su formación académica como miembro de la UDG. | Telediario Especial
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En el Centro Universitario de Los Altos (CUAltos), dejó su marca al conseguir que los avicultores de la región donaran dos huevos diarios para cada estudiante, para que nadie tuviera que estudiar con el estómago vacío. También transformó el comedor universitario en un lugar digno, donde se sirviera un buen café y un menú saludable. Y cuando el frío amanecía en los camiones donde los estudiantes llegaban desde Arandas, Mara se plantó junto a ellos en la madrugada para exigir un transporte digno. 

"Dije: Como rectora, voy a ir con ellos, a ver si así entonces me hacen caso, relata. Para Mara, el servicio universitario no se construye desde una oficina, sino en el día a día de quienes estudian y trabajan allí."

Cuando habla del feminismo, lo hace sin adornos. Para Mara, ser feminista no es cuestión de etiquetas, sino de acciones, de estar siempre al pie del cañón defendiendo las causas de las mujeres. En sus días de activista, impulsó la creación del Centro de Estudios de Género en la UdeG y peleó para que al menos el 30 por ciento de los puestos en la política estudiantil fueran ocupados por mujeres.

Treinta años después, celebra la llegada de Zoé a la presidencia de la FEU como un triunfo: Ahora es tiempo de mujeres para la universidad, y no solamente porque seamos mujeres, sino porque somos tremendamente competentes. Sus palabras tienen una firmeza tan clara que nadie podría ponerlas en duda.

Mara Robles fue la primera mujer en aspirar a la presidencia de la Federación de Estudiantes Universitarios | Telediario especial
Mara Robles fue la primera mujer en aspirar a la presidencia de la Federación de Estudiantes Universitarios | Telediario especial

¿Cuál es su visión para la UdeG?

Mara cree firmemente en que la UdeG es un portento social, un bastión para los jóvenes con pocos recursos económicos. Para ella, la universidad no es una imitación de Harvard ni de Oxford. Es, por el contrario, la única oportunidad de miles de jóvenes que no nacieron entre privilegios, un refugio donde las chicas y los chicos pueden aprender sin tener que elegir entre comer y subirse al camión. Federico, dice refiriéndose a uno de sus estudiantes, tiene que elegir todos los días entre comer y pagar el transporte. Ahí, en ese detalle cotidiano y desgarrador, se resume la urgencia de una universidad que, dice Mara, debe ser un espacio seguro, un santuario para las chicas y los chicos.

Su vida, marcada por una energía casi inagotable, tiene, sin embargo, un ritmo propio. Mara nunca se detiene del todo. A sus amigos les resulta curioso que, a veces, hable como una anciana de 200 años, porque lleva décadas en la vida pública. Pero es su pasión lo que la mueve, un impulso que no entiende de pausas ni de esperas. Ella misma confiesa que, de vez en cuando, le gustaría tener más paciencia. Quizá ir demasiado a prisa ha sido mi error, admite, pero siento que la vida se tiene que aprovechar a cada instante.

¿Cómo es Mara Robles como persona?

Mara es alguien que podría vivir corriendo, pero también sabe encontrar paz en la lectura. Cuando habla de libros, su tono cambia. Confiesa que su verdadero vicio es leer.

Devorar libros es, para ella, como una obsesión, una necesidad, una especie de respiro entre tantas batallas. Y cuando la conversación gira hacia el arte, no puede evitar hablar de los museos, aquellos espacios que, para ella, son esenciales en cualquier ciudad. Mándame a un museo si quieres volverme loca, comenta entre risas.

Mara no es de las que teme equivocarse. Su autocrítica aparece en un mundo donde muchos prefieren esconder sus errores. Con honestidad, admite que su peor defecto es su falta de pausa. Desde los 10 años ha estado en la vida pública, y eso, dice, le ha dado la piel de una viejita de 200 años. Pero no cambiaría ni un segundo. Porque Mara, al final del día, no vive para ella misma; su vida, sus esfuerzos, sus desvelos, están dedicados a los jóvenes, a aquellos que representan, en sus propias palabras, el único futuro digno de ser alcanzado. 

Y así, de pie, con una mirada que no se quiebra y una sonrisa que desafía al tiempo, Mara Robles avanza hacia la rectoría de una universidad que, bajo su dirección, promete no solo ser mejor, sino ser, como ella misma, implacable e indomable. 

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