El mal de ojo no sólo es por envidia, y estas personas lo producen
Tal vez te has pasado un huevo porque creías que “te echaron ojo”. Conoce qué tan cierto es que alguien te envíe energía negativa
El mal de ojo aprovecha el poder de la mirada para dañar al otro, por envidia e incluso cariño. La persona se debilita y se siente cansada. Creencia supersticiosa o enfermedad, te explicamos todo sobre esta manifestación cultural.
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¿Cuál es el origen del mal de ojo?
La creencia surgió en Medio Oriente y después se propagó hacia todo el mundo. Las deidades eran vistas como los seres capaces de producir mal de ojo, coinciden los historiadores S. Langdon, L. Moss, y S. Cappannari.
Pero la mirada de algunos seres humanos, si no es que todos, provoca daño en otros seres vivientes, señala el investigador J.M Roberts. Como se relaciona con la envidia, el mal de ojo sirve para entender ésta.
Mientras que en Iberoamérica se considera una “enfermedad folk”, o cultural, en Europa y Medio Oriente se cree que es “un poder para dañar”, apuntan los antropólogos argentinos Anatilde Idoyaga Molina y Mariano Gancedo en su ensayo El mal de ojo como enfermedad: elitelore y folklore en Iberoamérica.
¿Quién puede practicar el mal de ojo?
Los “ojeadores” no solo pueden ser personas, también animales, deidades y hasta objetos, destacan los antropólogos.
“El daño puede realizarse a través de la mirada, pero también por medio de halagos, el pensamiento, el aliento y el contacto físico”.
Los sentimientos de amor y cariño hacen que sea susceptible “ojear” y “ser ojeado”, con el deseo de encontrarse con la persona amada. Este mal de ojo sucede a través del pensamiento, aunque sea considerado como “involuntario”.
La fuerza de la envidia permite que cualquier individuo pueda “ojear”, pero los especialistas en etnología aclaran que el sentimiento de envidia no es suficiente. El ojeador debe ser “energéticamente más fuerte que la víctima”.
La debilidad ante el poder de la mirada
La oposición fuerza/debilidad resulta trascendente para entender la relación entre ojeador y sus víctimas potenciales. Al no alcanzar su máximo desarrollo físico y espiritual, niños y adolescentes son más débiles y se exponen a sufrir mal de ojo.
Como los adultos tienen “un monto particular de energía o poder”, Idoyaga Molina y Gancedo puntualizan que este puede variar. Uno se puede hacer más débil con el estrés o alguna enfermedad.
“Mientras que las fuertes emociones, la menstruación y otros desbalances humorales hacen a los individuos más fuertes de lo usual”.
Remediar y protegerse ante el mal de ojo
Considerado como una técnica de brujería por el antropólogo George Murdock, el mal de ojo puede prevenirse pero no curarse, “a diferencia de la hechicería que puede ser tratada con acciones de contra-daño”.
Sin embargo, existen remedios caseros para solucionar la “ojeadura”, como pasar un huevo por el cuerpo y romperlo dentro de un vaso de agua. Éste refleja las energías negativas que había.
Otras recomendaciones son poner un vaso de agua y cambiarlo por las noches. En el día a día, se pueden utilizar cuarzos y pulseras. También practicar meditación, para mantener equilibradas las energías. O como última medida, identificar a las personas que ejercen fuerza negativa y alejarse de ellas.
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