El día que la humanidad superó sus límites con la llegada a la Luna
'Houston, aquí la Base Tranquilidad. El Eagle ha descendido' fueron las palabras de Armstrong que devolvieron la tranquilidad a la base terrestre, pues el trabajo de 8 años de 400 mil personas de la NASA había dado sus frutos.
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ESTADOS UNIDOS.- Neil Armstrong y Buzz Aldrin, dos de los astronautas del Apolo 11, pusieron pies en la Luna el 20 de julio de 1969, en una de las hazañas tecnológicas más gloriosas de la humanidad.
Medio siglo ha pasado desde que el hombre pisó por primera vez un suelo que no fuese el de la Tierra, dando "un pequeño paso para un hombre y un gran salto para la humanidad", en un año por guerras, hambrunas, violencia en las calles y una brecha generacional creciente.
La gente de al rededor del mundo se unió para presenciar, frente al radio o televisores que transmitieron imágenes borrosas en blanco y negro, un acontecimiento sin precedentes en la historia del ser humano.
“Fue un logro maravilloso en el sentido de que la gente alrededor del mundo lo aplaudió: norte, sur, este, oeste, ricos, pobres, comunistas, lo que fuera”, dijo Michael Collins el astronauta de ahora 88 años que permaneció orbitando la Luna en la nave matriz mientras Armstrong y Aldrin izaban la bandera estadunidense sobre la superficie de un cuerpo celeste inexplorado.
“Houston, aquí la Base Tranquilidad. El Eagle ha descendido”
Eran las 16:47 cuando la voz de Armstrong recitó la frase que devolvió la respiración a la gente de control de misión y al mundo entero, pues faltando minutos para el alunizaje, una sucesión de alarmas de la computadora remeció al Eagle.
Se encendieron las luces indicando precaución.
Pero los controladores de vuelo habían ensayado esa situación hipotética antes del vuelo, y la misión continuó, entonces apareció un cráter lleno de piedras en el lugar indicado para alunizar, y Armstrong tuvo que prolongar el vuelo hasta encontrar un sitio seguro, y lo logró.
Armstrong fue el primero en descender los nueve escalones y tocar la superficie lunar a las 22:56. Aldrin lo siguió 18 minutos después.
En una gravedad la sexta parte de la terrestre, recogieron rocas, instalaron experimentos y plantaron una bandera estadounidense con un armazón de alambres para que pareciera ondear en el vacío.
El retorno
El alunizaje de los dos astronautas no era lo que más preocupaba a Collins. Más bien se preguntaba sobre el despegue de la luna y el regreso a la nave matriz. No expresó sus temores. “Si era inconcebible, también era inexpresable”, dijo Collins.
“Jamás hablamos sobre la posibilidad de quedar varados en la luna, ni siquiera lo insinuamos. Quiero decir que no éramos tontos, sabíamos muy bien que muchas cosas debían salir a la perfección para que pudieran partir como se suponía”.
Incluso, el presidente Richard Nixon había preparado un discurso para la eventualidad de un desastre: “El destino ha dispuesto que los hombres que fueron a explorar la luna en paz se quedarán en la luna descansando en paz”.
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