La tenebrosa leyenda del origen de las lámparas de calabaza
Te presentamos la explicación histórica del origen de las linternas tradicionales de Halloween, así como la leyenda que les da un significado más escalofriante.
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ESPECIAL.- Aunque en México se celebre en realidad el Día de Muertos, las tradiciones anglosajonas de Halloween se han mezclado con nuestra cultura creando así una de las festividades con más símbolos y significados ocultos que evocan a una sola cosa: la delgada línea entre el velo del mundo de los vivos y los muertos.
Seguramente, uno de los símbolos más comunes y más fáciles de asociar a estas tradiciones, que aunque sea más representativo de Halloween, con regularidad lo veamos de intruso en nuestras decoraciones de noviembre es el de las lámparas de calabaza.
Pero ¿de dónde proviene la tradición de formarle temibles caras a estos frutos de temporada, y además, meter velas dentro de ellas para formar escalofriantes linternas? En realidad, la tradición proveniente de la cultura celta y que se convirtió después en una leyenda tradicional anglosajona de miedo.
La cultura celta, que conformaba los territorios de Escocia, Gales, Irlanda y la parte norte de Francia celebraban, en vez de Halloween, el festival Samhain, el señor de la muerte, que sucedía al final del verano, cuando se desvanecía la barrera entre los humanos y los espíritus.
Los celtas realizaban en estas épocas diversas actividades hoy en día consideradas paganas, como la adivinación del futuro, actos de magia y ofrendas iluminadas con linternas hechas con frutos para alejar a los malos espíritus.
Sin embargo, la introducción del cristianismo a las islas británicas modificó un poco estas tradiciones, convirtiendo el Sahain, en Halloween, que es la víspera del Día de Todos los Santos y creando así leyendas sobre los personajes bíblicos que representan al bien y al mal, que dan una explicación más mágica del significado de las lámparas.
La leyenda de Jack
Según cuenta la leyenda, hace mucho tiempo, un irlandés tramposo y sin credibilidad se encontró con el Diablo, a quien invitó a tomar una copa. Tacaño y tramposo como era, Jack engañó al ser para que se convirtiera en una moneda de plata para así poder pagar por sus bebidas y de paso jugarle una mala broma al camarero.
Sin embargo, Jack tomó la moneda y la guardó dentro de su bolso, por lo que al Diablo le fue imposible retornar a su forma original. Después de algún tiempo, el hombre negoció con el Demonio haciéndole jurar que al momento de su muerte, él no reclamaría su alma. Éste aceptó y se fue, dejándolo en paz.
Confiado de aquel acuerdo, el hombre dedicó su vida a las fechorías, pero cuando llegó el momento de su muerte, aterrado se dio cuenta de que no había manera de que Dios lo dejara entrar al paraíso, por lo que se dirigió al infierno, en donde el Diablo honró su palabra y le negó la entrada, pues su alma no podía pertenecerle y le arrojó sólo un simple pedazo de carbón encendido que el metió dentro de un nabo para así iluminar el camino en su eterno recorrido entre los dos mundos.
Así, se dice que la cara que se graba en las calabazas es una representación de la cara de Jack, que se observa en los caminos solitarios alumbrada por su linterna infernal.
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