¿Las películas de terror insensibilizan a las personas? Esto dicen expertos
México tiene una gran base de fans del cine de terror, por lo que ha surgido la duda de si estos filmes pueden causar alteraciones psicológicas. Te damos aquí los detalles.
El cine de terror ha ganado un notable auge en México, pues según los datos más recientes de la encuesta Consumer Insights de Statista, el cine de terror ocupa el tercer lugar en las preferencias de los espectadores en el país, además de que el 57 por ciento de la población llegó a ver alguna película de este género, siendo cada vez más común ver este tipo de contenido tanto en salas de cine como en plataformas de streaming.
Este interés creciente ha abierto un debate en redes sociales como TikTok sobre los efectos emocionales que el cine de terror, específicamente el subgénero gore, conocido por sus escenas explícitas de violencia y mutilación, puede tener en las personas. La pregunta que surge es si este tipo de contenido es simplemente entretenimiento o si presenta riesgos emocionales para los espectadores. Aquí en TELEDIARIO, te damos los detalles.
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¿Por qué nos gustan las películas de terror?
El cine de terror, con su capacidad para despertar emociones intensas, ha sido un género fascinante y divisorio. Para algunos, la experiencia de ver una película de este género resulta emocionante; para otros, es un tipo de contenido que prefieren evitar. Pero ¿qué es lo que atrae a ciertas personas a este tipo de películas y aleja a otras?
De acuerdo con Claudia Ivonne García Velázquez, licenciada en psicología y maestra en psicoterapia por parte de la Universidad Latinoamericana, ver una película de terror suele ser atractivo porque permite vivir emociones fuertes en un entorno controlado.
“Yo sé que estoy en el cine, yo sé que estoy en mi casa. Entonces, esa es una situación, vamos a llamarle un poco “placentera”, de que ‘el que se está asustando o el que tiene el problema es el de la película, no yo; aunque sí me genere miedo’. Entonces, esa parte, pudiéramos decir, nos permite disfrutar el cine de terror.”, detalló en entrevista para TELEDIARIO.
Explicó que el atractivo radica en la posibilidad de explorar sentimientos intensos en un entorno seguro, en la que el miedo es sólo una emoción pasajera y no un riesgo real. Así, el terror en pantalla se convierte en una especie de simulación que brinda una descarga de adrenalina sin poner en peligro al espectador.
Asimismo, indicó que el gore, cuya característica es la brutalidad en sus escenas, despierta la curiosidad por lo desconocido y la necesidad de entender la naturaleza humana en sus aspectos más oscuros. Esta curiosidad puede estar vinculada al deseo de explorar el miedo desde una distancia segura, ayudando a las personas a gestionar y enfrentar situaciones estresantes en su vida diaria.
Sin embargo, no todos procesan de la misma forma este tipo de contenido, esto debido a un miedo desplazado, el cuál tiene un trasfondo generado desde su historia personal, sintiendo horror o repulsión a este tipo de filmes donde se encuentren en específico el detonante de su temor, como pueden ser las arañas, los payasos o temas sobre la corporalidad, por mencionar algunos ejemplos; cuestión por la que tampoco es obligatorio que se vean forzados a ver estas películas.
“Obviamente sería caso por caso, pero cuando hay personas que dicen ‘a mí no me gusta por X razón’, hay algo ahí que les genera cierto temor, cierto horror, cierta repulsión por algún tema que ahí traigan. La idea no es de que a la fuerza les tenga que gustar, pues tampoco, pero sí que puede que hay algo ahí en juego, ¿no?
Entonces, ese es un reto. No porque esté mal, sino porque obviamente así les ha tocado vivir.”, apuntó García Velázquez.
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¿Por qué clasifican las películas de terror en el cine?
Las películas se clasifican en el cine para facilitar la selección y el consumo de contenido, permitiendo a los espectadores encontrar más fácilmente lo que desean ver. Esta clasificación se basa en diversos criterios, como el género, la clasificación por edad y los temas abordados en la narrativa.
Al categorizar las películas, las industrias del cine y del entretenimiento ayudan a guiar a las audiencias sobre el contenido que pueden encontrar adecuado o interesante, además de ofrecer un marco para la crítica y el análisis cinematográfico.
García Velázquez enfatizó que, la razón por la que poblaciones adolescentes no pueden acceder a películas de terror, las cuáles presentan en su mayoría la clasificación superior a C, es porque la corteza prefrontal, ubicada en la parte frontal del cerebro, finaliza su maduración entre los 23 y 26 años.
Esta prolongada etapa de desarrollo implica que los adolescentes y jóvenes adultos no están completamente preparados para lidiar con ciertas experiencias, como el consumo de sustancias o la exposición a contenidos complejos o perturbadores. Esta falta de madurez cerebral puede influir en su capacidad para esperar y ser pacientes, especialmente en un entorno mediático donde todo es inmediato, desde las series disponibles en plataformas de streaming hasta las interacciones en redes sociales, lo cual ha influido en el desarrollo neuronal de este sector de la población.
El consumo de contenido, particularmente el cine de terror, presenta un reto adicional. Los adolescentes, que ya enfrentan dificultades inherentes a su etapa de desarrollo, pueden encontrar más complicado manejar la inmediatez del acceso a este tipo de películas. Con una gran variedad de subgéneros dentro del terror, algunas personas pueden ser impactadas emocionalmente, mientras que otras pueden no sentir nada en absoluto. Esto plantea interrogantes sobre la sensibilización y la percepción que tienen los jóvenes sobre el horror en el cine.
¿Las películas de terror son malas para la salud?
A su vez, destacó que la exposición continua al cine gore puede tener efectos notables en la psique de ciertos espectadores, apelando a tres factores: tensión, ambiente y contacto con la realidad.
No obstante, esto no implica que todos los espectadores experimenten estas alteraciones, pero ciertos individuos, particularmente los más jóvenes, podrían ser más susceptibles, siendo lo más preocupante la identificación de lo que ven en la pantalla grande con su contexto, empezando a replicar los comportamientos observados en las películas de terror.
“¿Cuál sería, tal vez, la preocupación? Medianamente, nada más sí tener cuidado, que no llegue un punto que, digamos, el que piensa que así es la realidad. Ese sería el problema, que puede llegar a un grado tal de sensibilización, por no tener este contacto con la realidad, y sí genera un problema.
Ha habido personajes muy particulares que uno dice ‘guau’, y más este Joker, el de Todd Phillips. Es muchísimo más humano, por eso se me hace tan fascinante. No hace nada de ciencia ficción, tristemente. Podemos tener algo ahí que diga ‘mmm, pues yo tengo algo de él’”, subrayó.
Además, apuntó que las personas buscan sentir algo, ya sea admiración, rechazo o curiosidad, y los personajes de la ficción, como el Joker -o Guasón-, se convierten en objetos de fascinación. Su complejidad, inteligencia y lado oscuro provocan una reacción en el público, incluso si esto implica admiración hacia su lado destructivo, sin mostrarnos en muchas ocasiones todas las razones por la que estos personajes actúan de esa manera.
En tanto, aclaró que el problema no es tanto el contenido que se consume, sino el contexto y la predisposición individual. Para una persona que ha vivido situaciones de violencia repetida desde temprana edad, el contenido violento puede parecer "normal” en su realidad. La violencia y las relaciones tóxicas, tan comunes en la ficción, pueden reflejar o reforzar patrones de conducta interiorizados en la vida cotidiana, especialmente si desde pequeños el entorno les ha expuesto a dinámicas problemáticas.
Aunado a esto, señaló que la amígdala, una región del cerebro, juega un papel crucial en nuestras respuestas de lucha o huida, una reacción que compartimos con muchos animales. Ante la presencia de un depredador, algunos animales eligen correr, otros se congelan y algunos fingen estar muertos como forma de defensa.
Especificó que los seres humanos también respondemos de manera similar, no sólo al ver películas de terror, sino también en situaciones de violencia. Esto es especialmente relevante para aquellas personas que han experimentado negligencia o abuso en su infancia. En tales casos, el cerebro adapta sus redes neuronales para permitir la supervivencia, modificándose para enfrentar el trauma. Sin embargo, este proceso puede resultar en una "anestesia emocional", donde la persona se siente desconectada de sus emociones, dificultando su capacidad para lidiar con el presente.
Por otro lado, se han dado casos de personas que desarrollan ansiedad o incomodidad ante el contenido violento. Ante ello, recomendó hacer una reflexión sobre el porqué del interés en este tipo de entretenimiento. Si alguien siente que su consumo se ha vuelto compulsivo o afecta su bienestar, es importante que identifique el límite entre entretenimiento y la posible afectación emocional, expresándolo con sus personas de confianza.
En conclusión, el consumo de cine de terror puede ser una distracción ocasional o un reflejo de una compulsión subyacente, todo dependiendo de nuestra historia de vida y no del contenido de los filmes. La clave, según García Velázquez, radica en la moderación y en tener claridad sobre las propias emociones y razones para consumirlo, además de poder externarlo con nuestros cercanos a manera de plática. La violencia en la pantalla o en los medios puede ser parte de la vida, pero no debería convertirse en una única realidad que afecte el equilibrio mental de quienes la consumen.
AFV
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