Para leer: Novela y poesía llegan las coediciones de Conarte
Máquinas, dinero, animales y presas, temas que desarrollan los autores locales en estas novedades editoriales
Enseguida te presentamos las novedades de las coediciones de Conarte con cuatro autores locales con una variada y nutrida diversidad de temas, tres en el género de la poesía y uno en el de la novela.
Si tienes tiempo para comenzar un libro durante este verano, ten en cuenta las siguientes opciones:
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Jesús de la Garza - “La máquina de Turing” (Conarte-Palíndroma)
“La máquina de Turing” es el reciente libro de Jesús de la Garza, coeditado por Conarte y Editorial Palíndroma. En esta obra, el autor pone la poesía al servicio de la ciencia, al abordar a un personaje clave en la historia, el matemático, lógico, informático teórico, criptógrafo y filósofo británico Alan Turing, quien descifró los códigos que los nazis enviaban con su máquina Enigma. Así salvó muchas vidas y ayudó a que los aliados se encauzaran con más aciertos en la Segunda Guerra Mundial.
Este es el personaje que aborda el poeta Jesús de la Garza y en el título hace referencia a la máquina que creó con su nombre, “La máquina de Turing”, y que es un antecedente del ordenador contemporáneo.
En este libro están los pasajes de su vida llevada a los planos de la poesía, una vida martirizada, de sufrimiento amoroso, de tener que guardar secretos, de dureza, que se desarrolló entre números y algoritmos, y que su genio no tuvo límites y que Jesús de la Garza matiza bien en las distintas formas que adquiere la poesía, desde los giros lingüísticos hasta lo experimental. Listas, numerología, códigos por descifrar, y el lenguaje dentro del lenguaje inundan esta obra diferente, arriesgada, entretenida para la vista, con dibujos, esquemas, textos descompuestos, pero que tienen sentido, todo para captar el universo de Turing.
Aquí un ejemplo llamado “Arranque”:
“//Hablamos de un libro de poesía como hablamos de una // máquina. Llegaremos a ver poemas autónomos. Poemas que // posean su propia subjetividad. El poema es un cuerpo vivo. (pág. 20).
Y otro llamado “La metamorfosis (1)”:
“Al despertar/ Alan Turing/ una mañana/ tras un sueño/ intranquilo/se encontró/en su cama/con un par de/senos/colgando de/su pecho” (pág. 51).
Rodrigo Ramírez del Ángel - “Dinero para cruzar el pueblo” (Conarte-Editorial Gato Blanco)
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Rodrigo Ramírez del Ángel ganó el premio Nuevo León de Literatura 2020 con “Dinero para cruzar el pueblo”, novela que ha sido reeditada por Editorial Gato Blanco y Conarte. Pero, ¿de qué trata esta obra?
Pues es de una búsqueda, la que emprende Eusebio, quien tiene sobrepeso y con los calorones de Santa Ana, lugar donde habita, denota la sudoración, que acaso importa cuando se trata de encontrar a su madre, Jade, quien desapareció.
Un rastro lo lleva a viajar en un “Vocho” al pueblo de Tepoloa, sitio en que se guardan los secretos de la familia. Eusebio busca a su mamá en aquella región de Golfo, y ahí presencia un desfile de trabajadores de petróleos que van a pasear al pueblo. Escenarios que refuerzan la odisea del protagonista.
Pero, ¿podrá Eusebio llenar ese vacío que tiene? Lo primero es encontrar sus orígenes, porque solo ahí puede entender a su madre, la ludópata que un día desapareció y con quien desea reencontrarse.
Una trama dura, con tintes de amenidad, que se refuerza con las dos ilustraciones de Leandro Loeza, quien también ilustró la portada de este libro; obra que tiene un trasfondo de esa miseria cotidiana tan presente en un personaje como Eusebio, personaje como los hay muchos en la sociedad.
Ingrid Bringas - “No haber nacido animal es una de mis secretas nostalgias” (Conarte-Laberinto)
Principio o fin, o fin y principio. Se parte de que en vida no hay quien detenga el andar hacia lo que está por terminar. Ciclos o eras, o solo esa raya que se detiene cuando es el momento. Por eso es que enfrentarse a los distintos posibles finales y sobre todo meditar sobre ellos, es parte de lo que se lee en “No haber nacido animal es una de mis secretas nostalgias”, de Ingrid Bringas, puesto que la eternidad es tan sombría como quien la pretende. Y es que los finales son tan necesarios porque hasta aquellos que hicieron los jeroglíficos no se imaginaban que su memoria se centraría en esos breves vestigios que no se resignan a morir.
La regiomontana Ingrid Bringas así lleva la poesía y basta con leer algunos de los títulos de sus poemas: “Flor cadáver”, “Enfermedad del espíritu”, “Taxidermia”, “Morir de amor”, “Nostalgia”, “Tiempo que resta”, “Informe final” o “Algunos animales sobreviven solo por instinto” para dar cuenta de sus diagnósticos poéticos.
En “Mi llama sabe” así se lee: “y habla/ debimos plantar un árbol se lo dije a mi padre/ ese hombre que perdió los ojos-/ ahora su único lenguaje son las palmas de sus manos/ no le alcanzan los ojos para ver las montañas/ mi llama sabe de un fuego extinto/ a algunos les molesta la muerte/ a otros el ruido de los vivos” (pág. 25).
Elías Carlo - “Sobre el vuelo circular de algunas aves de presa” (Conarte-Mantis)
Se escribe desde el abismo, desde una “página unidimensional”, desde el movimiento o el retroceso. Tinta que se coagula, como parte de lo vital, lo que bombea. Escribir es pensar, jugar en el “campo infinito”, porque en “Sobre el vuelo circular de algunas aves de presa” nada o todo está escrito. El autor regiomontano Elías Carlo escribe desde los “paisajes pintados con te´”, porque ahí está la estética de las estaciones, o desde los instrumentos que miden el tiempo, como “reloj de sol”, puesto que lo que está a partir de la ventana es recreación pura, una poética que incluso llega hasta los confines, un “lugar para huir” o el “terrarium”, donde se patea la nieve y el paisaje se construye y se aprehende.
Hay otros microcosmos: la plaza, el mercado, el campo, avenidas, ciudades que son parte de una ruta de “monumentos”. Carlo escribe la melancolía y describe sus cauces, los interiores de las entregas, lo que se dibuja a las prisas. Carlo expone que nadie sabe hacia dónde va y menos si no ha comprado el boleto. La poesía es circular y las aves se llevan consigo todo intento de revelarla, puesto que hay que descubrirla, como lo invita Elías Carlo:
“El blanco de la página es unidimensional y provoca vértigo/ en ese abismo escribimos/ un movimiento al frente que es también un retroceso/ como si fuéramos poniendo una letra sobre la subsecuente/ una mancha construida con palabras que coagula un punto solo/ y como todo punto no tiene dimensiones (es decir es un concepto)/como el impulso previo al primer movimiento de la mano/ o la respiración antes y después de colocar la primera letra” (págs. 9 y 10).
rcm
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