Los hermanos Alonso y Javier Guerrero Covarrubias, identificados como miembros de alto rango, fueron designados por participar en el tráfico de armas, drogas y robo de combustible.
Investigaciones en las que ha colaborado el Gobierno de México apuntan a Eduardo Pardo Espino como el principal administrador de una veintena de empresas, además de otros seis operadores.
La familia Camarena ejemplifica, para su desgracia, la inacción de los políticos y la red de complicidades entre la policía y el Cártel Jalisco Nueva Generación.
La agencia antidrogas recordó que desde septiembre creó una unidad dedicada exclusivamente a perseguir y desmantelar los esfuerzos de esas dos organizaciones transnacionales.
Desde una cárcel en Estados Unidos, presos y un par de mujeres planearon asesinar a un agente que testificaría contra miembros del Cártel Jalisco Nueva Generación.