Raniero Mancinelli, el sastre del Vaticano
Rainiero Mancinelli ha creado vestimentas para al menos tres Papas, incluyendo al Papa Francisco.
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Juan Pablo II, Benedicto XVI y ahora Francisco han llevado sobre sus hombros la obra de Raniero Mancinelli
Formar parte de las tradiciones, protocolos y demás atribuciones del Vaticano es un asunto importante, sobre todo si se trata de Papa, quien es la mayor figura de la iglesia católica en el mundo y un representante de la fe.
Por esta razón, vestir al Papa no es una cosa fácil y merece un gran reconocimiento entre los creyentes, mucho más si se ha logrado pasar por al menos tres sumos pontífices como lo ha hecho Raniero Mancinelli, un hombre de 86 años que se ha dedicado a confeccionar las prendas del Vaticano.
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El hilo invisible de Rainero Macinelli que une al Vaticano
En un pequeño taller de Borgo Pío, donde el eco de las campanas de San Pedro se mezcla con el sonido de una vieja máquina de coser, un hombre de 86 años sigue tejiendo historia con cada puntada. Raniero Mancinelli no es solo un sastre, es el arquitecto de una tradición silenciosa, el guardián del hilo invisible que une a los Papas a través del tiempo.
Su labor no se limita a confeccionar sotanas; lo que cose es el vínculo entre la vestimenta y la investidura, entre el hábito y la fe. Juan Pablo II, Benedicto XVI y ahora el Papa Francisco han llevado sobre sus hombros la obra de sus manos, con la misma naturalidad con la que visten su destino.
“Hacer estos trajes está por encima del dinero. Es algo más personal, más gratificante. Es para un Santo.” dijo el sastre de 86 años.
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Mancinelli mide, corta y cose con la precisión de un artista y la devoción de un creyente. Antes, sus telas eran lujosas sedas; ahora, la lana ligera predomina, siguiendo el estilo austero del Papa Francisco. Por lo que el sastre asegura que él no busca adornos ni brocados, solo la sencillez que lo ha caracterizado.
"Ha sido una buena tarea para el Papa Francisco… Cuatro trajes, incluyendo la sotana blanca" comentó Mancinelli.
Pero hay algo que Mancinelli no puede controlar: el paso del tiempo, es por eso que la noticia de la recaída del Pontífice lo ha conmovido profundamente; y es que entre las paredes de su taller, donde cuelgan fotografías de los líderes de la Iglesia que ha vestido, la preocupación se siente en el aire.
“Me duele saber que está sufriendo. Solo nos queda esperar y rezar.”
El sastre de los Papas sabe que su legado está cosido en cada pliegue de esas sotanas blancas que han cruzado la Plaza de San Pedro. Y aunque algún día su taller cierre, el hilo invisible que une su trabajo con la historia seguirá intacto, resistente como la fe que lo ha guiado todos estos años.
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