Por qué se encienden velas en las posadas
Es una tradición que las familias mexicanas utilicen este elemento al pedir posada, pero ¿cuál es su historia?.
Miles de personas se encuentran afinando los últimos detalles para la preparación de la cena de Navidad, misma que de acuerdo a las tradiciones mexicanas, incluye posadas previas para celebrar las últimas festividades del año.
Dentro de las fiestas también se suelen realizar diversos rituales o actividades acordes a la religión de las familias y sus creencias, entre ellas el famoso encendido de velas para pedir posada e iniciar con la celebración.
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Durante los cantos al pedir posada se acostumbra que cada integrante de la familia encienda una vela mientras camina hacia el interior de la vivienda donde se realizará la cena, pero ¿qué significa?, aquí te decimos.
¿Qué significan las velas en las posadas?
Dentro de la religión católica, el festejo de la Navidad se realiza en conmemoración a la llegada del niño Jesús, por lo que cada uno de los elementos utilizados durante las posadas lleva un significado de acuerdo a este acontecimiento.
La importancia de las velas es que éstas son utilizadas para alumbrar el camino que siguen los peregrinos y representan las estrellas que guiaron el paso de José y María hasta Belén, aunque esta creencia puede variar, pues hay quienes en lugar de velas suelen utilizar luces de bengala.
El uso de las veladoras se une a otros elementos representativos de esta tradición como lo son las letanías, que cuentan la historia de María y José en Belén; las piñatas, utilizadas en la búsqueda de vencer los siete pecados capitales o las colaciones, siendo éstas uno de los regalos entregados a los niños en celebración por el nacimiento de Jesús.
¿Cómo se pide posada?
Cada familia es dueña de sus propias costumbres y tradiciones cuando se trata de la Navidad, sin embargo, la forma más popular de pedir posada es la siguiente:
El anfitrión de la casa donde se realizará la cena de Navidad, los integrantes de esta familia y algunas otras personas deberán permanecer al interior de la vivienda para ofrecer posada a los invitados de la noche.
Por su parte, los invitados deberán colocarse en el exterior con veladoras solicitando a los anfitriones poder entrar a la casa, todos entonando la famosa letanía de esta celebración.
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Peregrinos:
En el nombre del cielo
os pido posada,
pues no puede andar
mi esposa amada.
Posaderos:
Aquí no es mesón,
sigan adelante.
Yo no puedo abrir,
no sea algún tunante.
Peregrinos:
No seas inhumano,
tennos caridad,
que el Dios de los cielos
te los premiará.
Posaderos:
Ya se pueden ir
y no molestar,
porque si me enfado
os voy a apalear.
Peregrinos:
Venimos rendidos
desde Nazaret,
yo soy carpintero
de nombre José.
Posaderos:
No me importa el nombre,
déjenme dormir,
pues yo ya les digo
que no hemos de abrir.
Peregrinos:
Posada te pide,
amado casero,
por solo una noche
la reina del cielo.
Posaderos:
Pues si es una reina
quien lo solicita,
¿cómo es que de noche
anda tan solita?
Peregrinos:
Mi esposa es María,
es reina del cielo,
y madre va a ser
del Divino Verbo.
Posaderos:
¿Eres tú José?
¿Tu esposa es María?
Entren peregrinos,
no los conocía.
Peregrinos:
Dios pague, señores,
vuestra caridad,
y que os colme el cielo
de felicidad.
Todos:
¡Dichosa la casa
que abriga este día
a la Virgen pura,
la hermosa María!
Posterior a esto, los posaderos deberán dejar entrar a los peregrinos y continuar con las letanías.
¡Entren santos peregrinos,
reciban este rincón,
que aunque es pobre la morada,
os la doy de corazón!
¡Cantemos con alegría
todos al considerar
que Jesús, José y María
nos vienen a visitar!
KM
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