Buscan a último sospechoso de atentado en Cataluña
El ministro de Interior dijo que la célula yihadista que cometió los atentados de Barcelona y Cambrils ya fue desarticulada.
La policía española aún busca a uno de los últimos miembros de la célula yihadista que cometió los atentados de Barcelona y Cambrils, ambos reivindicados por el grupo Estado Islámico, y que según el gobierno ya ha sido desarticulada.
Tras el atentado de Barcelona, que causó 13 muertos y más de cien heridos, la organización yihadista reivindicó también el de Cambrils, en el que murió una persona y seis resultaron heridas.
No obstante, el gobierno decidió mantener el nivel de alerta antiterrorista en 4 sobre una escala de 5, al estimar que no hay elementos "que apunten a la comisión de un atentado de manera inminente", indicó el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido.
El nivel 5 implicaría la presencia de militares en las calles. El ministro afirmó al mismo tiempo que ha quedado "desmantelada" la célula yihadista cometió ambos atentados, la cual estaba compuesta por 12 personas.
La policía sigue buscando al marroquí Yones Abouyaaqoub, de 22 años, del que ya se difundió una fotografía.
Según medios españoles, este sería el conductor de la camioneta blanca que el jueves por la tarde arrolló a más de un centenar de personas en la Rambla de Barcelona y mató a 13.
Una información que la policía se niega a confirmar bajo el argumento de que el conductor de la camioneta sigue sin ser identificado.
Buscan vehículo en Francia
Horas después del ataque en Barcelona, un Audi A3 embistió a peatones en el paseo marítimo de Cambrils, a 120 km al sur de Barcelona, y acabó chocando contra un coche de la policía catalana. En el atentado falleció una transeúnte.
En el tiroteo que se produjo a continuación murieron a tiros los cinco ocupantes del vehículo, que iban con falsos cinturones de explosivos, un hacha y cuchillos.
Hasta el momento, el balance es de cinco integrantes abatidos, cuatro detenidos y tres más identificados.
Dos de ellos podrían haber muerto en la explosión ocurrida el miércoles en una casa de Alcanar, un pueblo a 200 km al sur de Barcelona, donde el grupo estaba tratando de confeccionar explosivos.
Al mismo tiempo, se está buscando en Francia una furgoneta Kangoo blanca, de la que las autoridades españolas dieron las referencias a la policía francesa.
Registran la casa de un imán
Siete de los integrantes de esta célula tienen vínculos con el pueblo de Ripoll, ubicado al pie de los Pirineos, donde este sábado fue registrada la casa de un imán, según informaron su compañero de piso.
Nourdden, el compañero del imán, explicó a la AFP que era alguien "normal", y que lo vio por última vez el martes: "me dijo que se iba a ver a su mujer a Marruecos".
El piso, al que pudo acceder la AFP, era pequeño, de menos de 50 m2, y estaba decorado muy modestamente. En la habitación del imán no quedaba nada, aparte del colchón, una mesita y unas estanterías.
El imán fue identificado en la prensa española como Abdelbaki Es Satty, y podría ser uno de los dos fallecidos en la explosión de Alcanar.
En Ripoll vivían tres de los atacantes abatidos: Moussa Oukabir, de 17 años, Said Aallaa, de 18, y Mohamed Hychami, de 24, los tres marroquíes.
Allí residió también Younes Abouyaaqoub, y fueron detenidos tres sospechosos.
"Lo conocía de vista, pero es gente de la que no esperas una cosa así", dijo a la AFP Joan Gallego, un vecino de 47 años de la localidad de Ripoll, refiriéndose al joven Younes.
"Te quedas sorprendido porque el caso es que eran buena gente, no tenían antecedentes", añadió.
La muerte de Moussa y la detención de su hermano Driss, de 27 años, causó estupor entre sus allegados.
"No mostraban ninguna señal de radicalización. Vivían como jóvenes de su edad, y se vestían como ellos", dijo con lágrimas en los ojos su padre, Said, en el pueblo de Melouiya, en el Atlas marroquí.
Más de 30 nacionalidades entre los heridos
Por su lado, el rey Felipe y la reina Letizia visitaron a los heridos de los atentados en el Hospital del Mar, en Barcelona. Luego irían a otro hospital, el de Sant Pau.
Al menos 35 nacionalidades figuran entre las víctimas de los ataques, y el viernes a última hora 17 heridos estaban entre la vida y la muerte.
En la Rambla de Barcelona, la actividad empezaba poco a poco a recobrar cierta normalidad, aunque el ambiente sigue siendo de duelo.
"La gente viene como buscando la mirada de unos y otros", explicaba Sergio López, hijo de un kiosquero.
En medio de las flores, los ositos de peluche y el sinfín de velas colocadas en la acera a modo de homenaje a las víctimas, un cartel resume el mensaje: "Las Ramblas lloran pero están vivas".
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