Habitantes de Hong Kong temen a efectos del gas lacrimógeno
La policía de Hong Kong ha disparado más de 10 mil botes de gas lacrimógeno para dispersar las violentas protestas que sacuden la ciudad desde hace seis meses.
HONG KONG. — Durante el día, la pequeña cocina comercial situada en un edificio industrial de Hong Kong produce tentempiés. Por la noche, se convierte en un laboratorio secreto donde se montan kits para los manifestantes antigubernamentales que quieren desintoxicarse tras repetidas exposiciones a gases lacrimógenos.
Los voluntarios sentados alrededor de una isla de cocina clasifican y empaquetan píldoras multicolor en pequeñas bolsas con autocierre. En otra mesa, una mujer elabora pastillas de cúrcuma introduciendo cápsulas de gelatina en un plato con la especie de color naranja.
“La policía ha utilizado demasiado gas lacrimógeno y la gente está sufriendo”, dijo la propietaria de la cocina, que habló bajo condición de anonimato por temor a repercusiones en su negocio. “Queremos ayudar especialmente a los manifestantes en primera línea, que han arriesgado sus vidas por la ciudad”.
La policía de Hong Kong ha disparado más de 10 mil botes de gas lacrimógeno para dispersar las violentas protestas que sacuden la ciudad desde hace seis meses.
Entre las demandas del movimiento se incluyen la celebración de elecciones totalmente democráticas y una investigación sobre el uso de la fuerza policial, también de este producto.
Su uso intenso y prolongado en Hong Kong una de las ciudades con más densidad de población del mundo y que es conocida por ser una jungla de rascacielos de concreto es inusual y ha provocado preocupaciones de salud.
Aunque no hay evidencia sobre sus efectos en la salud en el largo plazo, este es también un campo en el que no se han realizado pruebas.
“No creo que haya habido circunstancias en las que haya habido este nivel de exposición repetida al gas lacrimógeno. Lo que está ocurriendo en Hong Kong tiene pocos procedentes”, señaló Alistair Hay, un toxicólogo británico de la Universidad de Leeds.
La policía empleó el gas en zonas residenciales atestadas y cerca de hospitales, centros comerciales y escuelas, afectando no solo a los manifestantes sino también a niños, ancianos y personas enfermas.
Algunos están preocupados porque los residuos de la sustancia puedan quedar adheridos durante días o semanas al asfalto, a las paredes o a los conductos de ventilación, entre otros lugares.
Padres, escuelas y varios grupos comunitarios exigieron conocer la composición química del gas, un dato que la policía no divulgó, para poder limpiar de forma adecuada.
Ante la falta de información oficial, algunos padres han dejado de llevar a sus hijos al parque y en internet se aconseja a las madres que no amamanten a sus hijos durante varias horas si se han expuesto al gas.
La nueva rutina diaria incluye emplear una solución bicarbonato de sodio para bañarse, lavar la ropa y limpiar superficies.
Entre los consejos que comparten los inconformes está el de no bañarse en agua caliente tras exponerse al gas, ya que se cree que abriría los poros y facilitaría la entrada de químicos al cuerpo.
La propietaria de la cocina que monta los kits de desintoxicación señaló que quiere ayudar a los manifestantes, que suelen evitar los hospitales para mantener su identidad oculta y esquivar así una posible detención.
El kit contiene pastillas con vitaminas y otros ingredientes naturales que van empaquetadas en una pequeña bolsa con 10 botellas de una bebida turbia de color caramelo con antioxidantes y que se cree que refuerza el sistema inmunológico. El pack incluye instrucciones para un programa de desintoxicación de 10 días que requiere no consumir alcohol ni tabaco.
Una encuesta realizada en agosto por un grupo de médicos entre unos 170 reporteros que cubrían las movilizaciones halló que la mayoría tenían dificultades para respirar, una tos persistentes o coágulos de sangre, alergias cutáneas y síntomas gastrointestinales como diarrea o vómitos, según medios hongkoneses.
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